El Carnaval (Segunda Parte). Marcelo Marchese

12.07.2025

LOS RITUALES ORGIÁSTICOS No el hombre, pero si la cultura, nace con la primera prohibición, lo que significa que la cultura nace con la primera ley: la prohibición del incesto, como nos mostró Sófocles.

Es precisamente Edipo el sacrificado por los dioses para el beneficio de la humanidad, algo que termina de entender Edipo en Colono (la tierra del poeta) cuando le advierte a Teseo que si no revela a nadie, salvo al sucesor al trono, dónde se encuentra su tumba, la ciudad será inexpugnable.

Tenemos que el hombre es el único animal que limita su naturaleza, aunque ese límite impuesto a la naturaleza fuera un límite natural que el hombre impuso.

Un límite es dirigir una energía, y al limitar el incesto, y al limitar la poligamia para adoptar una problemática monogamia, se redujeron disputas y crímenes que, en un principio, fueron una constante, pero como la pulsión primitiva no puede ser erradicada, se dio nacimiento a la economía, a la cultura, al arte, ya que toda actividad creadora es una actividad sexual, pues el hombre crea bienes por las causas que fuere, pero siempre para beneficio de los hombres.

Bien mirada, la vida no es otra cosa que una vasta orgía, donde la lluvia se une a la tierra, la abeja se une a la flor, el ciervo se une al pasto, el tigre se une al ciervo, el hombre se une a la mujer y la Naturaleza todo lo devora para brindarlo todo.

El límite impuesto a nuestra naturaleza corría el riesgo de violar las leyes de la Naturaleza, y sin embargo, ese límite era imprescindible. No había otro remedio que buscar un umbral, un lugar no lugar, ya que comporta los dos lugares, lo que implica que es los dos lugares y ninguno de los dos lugares. Había que encontrar un momento mágico donde se participara del paso de la vida a la muerte y se volviera a la ley natural para formar parte de la creación.

Testimonios de rituales orgiásticos hay en abundancia. De los griegos tenemos las ménades en éxtasis que devoraban animales crudos en una orgía de carne y sexo en tanto avanzaban en procesiones con Dioniso, Sileno, los faunos, las siringas, el vino y el cornezuelo de centeno. Estos rituales se extendieron en el tiempo, y Tarkovski nos muestra en su Andrei Rubliev una procesión en el río con antorchas como paso previo a la orgía.

In illo tempore la humanidad vivió una orgía perpetua, ya que el hombre es el ser más sexual de la naturaleza, demostrado por su celo constante, su enorme creación cultural y la abundancia y complejidad de las terminaciones nerviosas de sus genitales.

Así que, cuando llegaba el momento de la siembra, la comunidad hacía el amor en los surcos, pues lo similar llama a lo similar, y habida cuenta que lo que una vez estuvo unido mantiene su unión, convenía evocar ese vínculo con la energía primera.

 

LA NOCHE ALUMBRA AL DÍA

La última glaciación comenzó hace unos ciento diez mil años y culminó hace unos diez mil años. Este avance de los hielos, este invierno eterno, generó un enorme impacto en nuestra psique, por lo que también generó un enorme impacto en nuestra psique el retiro de los hielos y el regreso de la primavera.

Si un hombre tiene cincuenta años, puede saber qué significan en términos históricos cincuenta años, y acaso, cien años, pero quinientos años o mil años, son lo mismo, y más aún diez mil años. Esto nos lleva a que no podemos dimensionar cien mil años, pero que no podamos hacerlo, en nada niega que su efecto sobre la psique humana fuera enorme y el fin de aquella noche el verdadero Renacimiento.

En algún momento del Renacimiento, el hombre adoptó este ritual que acompaña a las leyes del cosmos, ya que nada, salvo el cambio, permanece, y siempre, siempre, siempre, tras la noche, viene el día y tras el dolor, la felicidad: el tiempo, sabio, todo lo pone en su lugar.

Este ser que palpita, un día morirá, y este ser que a la noche duerme para vivir esa experiencia, la más extraña de todas, a la mañana, torna a la vigilia ¿El hombre torna a la vigilia? Dejemos esto en suspenso para establecer que el sueño se entrelaza con lo vivido y lo vivido, con el sueño, y como el trigo debe morir para que nazca el fruto, y como el ganado debe ser sacrificado para alimentar al hombre, lo que existe, es su contrario, y al evocar lo contrario, se evoca lo que existe.

Si hay algo que caracteriza al genio, es su carácter obsesivo, y la obsesión de la humanidad era no regresar al largo invierno y en su genio, creó un ritual, que en rigor, fue una reelaboración de antiguos rituales: recrear el tiempo primitivo, donde el caos alumbró al orden, y recrearlo en el momento preciso en que la noche del invierno diera paso al día del verano, en ese tiempo fuera del tiempo, en el umbral de dos tiempos.

Se abre el espacio al caos primordial, al origen sin divisiones sociales, "donde el noble y el villano bailan y se dan la mano", cuando no había hombre o mujer sino un ser andrógino, así que el hombre se vestirá de mujer y la mujer se vestirá de hombre, y la ley quedará en suspenso, pues se vuelve al tiempo sin ley, y el bien se transforma en mal y el mal se transforma en bien y la razón del hombre será suplantada por otra razón.

 

EL REINO DE LA RISA

¿Qué tiene la risa que Platón la destierra de su República? Él mismo nos da la respuesta: "Cuando alguien se entrega a una risa violenta, casi seguro que sufre después una alteración violenta".

Tenemos entonces el carácter subversivo de la risa, que está asociada a una idea que conmociona al cuerpo, a un cuerpo conmocionado a causa de esa otra lógica que revela el humor, ese otro plano revelado.

No es fácil encontrar en la vasta literatura un ataque a la risa como el que nos regala Platón, o, para ser justos, los traductores y ampliadores de Platón.

El carnaval es el reino de la risa pues la risa es la subversión del hombre ante la vida, y esta risa del carnaval ha llevado a la creación de un personaje del carnaval que luego se extenderá por toda época y toda literatura.

En Las mil y una noches, cuando el mensajero trae noticias funestas, pide al califa el manto de la impunidad. El califa arroja el manto de la impunidad y el mensajero cumple su misión sin riesgos. En la Historia, quien casi siempre obtendrá el manto de la impunidad será el bufón que luego dará origen al Joker y al Arlequín: sólo el bufón le dice al monarca lo que nadie se anima a decir, ya que el bufón es la voz del pueblo y en su locura, es la voz de la razón. El bufón es la contracara del rey que completa la dualidad, una dualidad que es la esencia del carnaval. No en vano el bufón tiene en la punta de su bastón la representación de un pequeño bufón.

Este asunto de enfrentar al poder con la verdad, lo que implica en otro plano, enfrentarnos a nosotros mismos con lo que precisamos negar, entraña un riesgo, como podemos ver en el Ran de Kurosawa, donde el bufón casi es ajusticiado. Es sabido que por siglos la verdad yació en mazmorras inaudibles, y es comprensible que si el rey fuera sacrificado, lo fuera su contracara, aquello que lo complementa.

El bufón debe tener un carácter contrahecho, jorobado, enano o rengo, pues es la contracara del rey, y el paso de Arlecchino, nos recuerda la danza de Shiva y su doble tambor en que el paso y el golpe en el cuero es un ciclo del Universo.

El bufón, desde que encarna la risa, encarna la femineidad; hay una dualidad sexual en el bufón que seduce incluso al guardián de los límites, y prueba evidente, los rombos que adornan su vestimenta, ya que el rombo es emblema de la vulva.

Los rombos serán verdes y rojos o blancos y negros, pues es ínsita al bufón la dualidad, y su gorro, su protección, debe ir acompañado de campanillas, siendo la campana otro emblema femenino, ya que simboliza la sabiduría enfrentada al método. La campana es el sonido primordial, es la llamada a la meditación. La campana aleja a los malos espíritus.

El personaje ridículo que nos muestra la verdad, habla con gravedad de los temas estúpidos y habla como estúpido de los temas graves, como Mercucio en Romeo y Julieta, como El Bufón en Rey Lear y como Yorick: Hamlet, con su cráneo en la mano, le dice: "Oh Yorick, pobre Yorick: ve y dile a una de las damas de la corte, que por más afeites que se ponga, no terminará siendo mas que esto".

Existe otro gran bufón en la literatura, Panurgo, la emanación pura del carnaval, el hombre que encuentra justificaciones geniales ante la idea más disparatada, el personaje que, cuando aparece, robará la atención del espectador, pues el bufón también es un ladrón, aunque no sea otra cosa que un ladrón de nuestra comodidad terrestre.

Para dar término a este apartado, hablemos de otro personaje que aunque no sea en sí un bufón, nos recuerda que este espíritu del carnaval todo lo trasciende. Hablamos de un rústico de la literatura española que viaja con su contraparte heroica y que nos recuerda al Goha de Las mil y una noches y al Nasrudín de los sufíes, el genio idiota, ya que el genio debe presentarse ante los imbéciles como un idiota.

 

Marcelo Marchese
2025-07-12T10:07:00

Marcelo Marchese

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