El Rivera de Favre. Rúben H. Díaz
13.09.2025
Es un gran Rivera. Presentado con una documentación importante, expuesta con inteligencia y verdad. Nos muestra una figura decisiva en la fundación del país. Y plantea sin hacerlo en forma explicita, el gran dilema, el poco prestigio que tiene hoy esa imponente personalidad que con su carácter y capacidades no es comprendido y aceptado por muchos.
Un aspecto fundamental del libro es demostrar como Rivera salvo "el Reglamento Provisorio de la provincia Oriental para el fomento de la Campaña y seguridad de los Hacendados" de Artigas de 1815. Dejando de lado a los propietarios por concesión de la corona española para afirmar a los vecinos con esas propiedades. Esos presuntos propietarios desde Buenos Aires y Montevideo, reivindicaban sus derechos sin siquiera haber conocido los predios en muchos casos. Lo cual nos lleva a entender también Salsipuedes. Defendió a las familias fundadoras, de esos propietarios y de la minoría de indígenas que dificultaban, en algunos casos hicieron como imposible, el trabajo de los vecinos. En el acuerdo que Rivera hizo con Lecor cuando se le incorporo estaba el punto y fue cumplido por el portugués. Toda la acción de fundar pueblos al norte del Rio Negro, asentar familias y lograr una presencia importante de orientales fue una labor que llevo adelante por el resto de su vida, siguiendo un concepto artiguista que vaya que hizo suyo Rivera. Que le permitió lograr que la frontera con el Brasil no fuera el arroyo Arapey sino el Cuareim. Por esto es tan injusto que se le critique por el acuerdo de límites con Brasil y se le haga el agravio de que quiso terminar con los indígenas.
Por eso funda Bella Unión cuando vuelve de su gesta de las Misiones y divide el departamento de Paysandú, que ocupaba todo el norte del Rio Negro y aparece Cerro Largo y Tacuarembó. Y vecinos afincándose y poblaciones estableciéndose. Por eso se instala en Durazno durante su primera Presidencia, porque desde allí podía llegar a toda esa región.
Me da la impresión que nadie mostró con tanto acierto, y documentos incontrastables, el afán de progreso de Rivera que Favre. Su capacidad política, su prioridad por soluciones que el Uruguay y la comarca necesitaban. Su esfuerzo por mantener la frontera que él hizo posible con el Brasil.
Fue el primero que se preocupó por Artigas, al que busco que regresara al país en tres oportunidades. Puso punto final a ese esfuerzo, cuando comprendió que era una decisión definitiva del fundador de nuestra nacionalidad. "El compadre no va a venir" escribió tal vez resignado a Bernardina. El libro respira mostrando cuan diferentes eran los caracteres de ambos. Y como la acción de ellos llevo sin claudicaciones a lograr la independencia. Son dos eslabones de una carrera que nos hizo libres y soberanos.
Es un error hacer historia juzgando a unos y a otros. La historia de los buenos y los malos. Hay que estudiarla para comprenderla.
Otro acierto de Favre es no dividir a los argentinos entre unitarios y federales. Sino entre los que se quedaban con las rentas del Puerto de Buenos Aires y los que no recibían nada o casi nada de esas rentas. Ni unos ni otros nos quisieron mucho. Nunca supieron en verdad que hacer con nosotros, sus incomodos vecinos. Eso queda claro a lo largo de este trabajo.
Recuerda con acierto, que Oribe no le dio el mando de su Ejercito a Lavalleja, sino que puso a su hermano por encima. Lo que demuestra que Lavalleja era un hombre con un carácter complicado. Aunque eso no lo hace menos patriota y uno de los grandes de nuestra historia.
El relato sobre la presencia de unitarios y federales antirosistas en el Montevideo sitiado es brillante y muy fundamentada. Los comentarios sobre el General Lavalle ciertos. No hubo un muerto que hiciera mäs daño en tiempos de la Independencia y de consolidación de las repúblicas en la región que Dorrego. Y no solo porque hizo posible a Rosas. Creo un clima que todavía hoy repercute en forma negativa en la vida política argentina.
Nada es perfecto, este excelente libro tampoco. ¿Por qué este autor paso página cuando no señala un hecho importante al enviar a Rivera a su prisión en Brasil?. Semejante libro no merecía una omisión de ese tipo. El que lo puso preso a Rivera en Maldonado fue el General Lorenzo Batlle. Un hecho que orienta y explica muchas cosas. La historia hay que intentar siempre contarla entera.
Mencionar el vínculo entre César Díaz y Lavalle es un gran acierto. Que explica el grado de resistencia que el grupo doctoral y los unitarios argentinos tuvieron hacia Rivera. Si se tienen en cuenta estos antecedentes uno después entiende porque ni Lorenzo Batlle ni Venancio Flores (Batlle en su casa montevideana y Flores en la finca de Urquiza) estuvieron en Quinteros.
Otra omisión, muy lamentable por cierto, es hacer una formidable biografía a Rivera desconociendo al General Venancio Flores. El gran compañero de todas las horas. Mucho más si con lujo de detalles se recuerda a la siniestra figura de Anacleto Medina. Lo peor es presumir que Flores, no fue el autor del triunvirato con Rivera y Lavalleja. En esos momentos Flores era el hombre del poder. Estaba en la campaña tratando de jugar el mismo papel de Rivera en su primera presidencia. Desarrollando una formidable propuesta, lograr la pacificación por los caudillos y no los doctores. Si algo se puede afirmar con acierto, es que los caudillos hicieron mucho más por la paz que los doctores en aquellos tiempos tan heroicos como complejos.
Uno de los puntos mas destacados del libro es demostrar como las vicisitudes que paso Rivera al final de su vida en Brasil, fueron maquinadas desde el Montevideo sitiado. Así también la permanencia en prisión luego de Caseros. Explicita la respuesta de Rivera a quienes le hicieron tamaña injusticia, la de siempre, la reconciliación. Tanto al imperio como a sus enemigos políticos.
Sin perjuicio de algunas objeciones que uno puede presentar, este libro es un obra seria y necesaria. Trabajada con fuentes incuestionables y contada con inteligencia y buena escritura. Para mi nos presenta a Rivera, su cariño al país, sus desvelos y la calidad de un liderazgo al que no pudo terminar ni siquiera la muerte. El hombre entero, una intensa vida al servicio de un ideal llevado hasta las últimas consecuencias, que no le impidió tampoco ser el paisano generoso para el amor y la galantería. Este Rivera tan nuestro tiene en Favre un escritor que no es neutral ante don Frutos, sin por eso perder un compromiso con la verdad de una gran vida.
Rúben H. Díaz
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias