El carnaval (cuarta y última parte). Marcelo Marchese
26.07.2025
NUESTRO CARNAVAL En Grecia tenían varios mecanismos para regir el teatro. Había premios y multas, y el poeta, al otro día de la obra, se topaba en la calle con todo aquel que quisiera elogiarlo o increparlo.
Nosotros también tenemos nuestros mecanismos de control, pues en las redes sociales, en esa ágora virtual, veremos el elogio y la condena a nuestro teatro griego, la murga, y veremos su fase clasificatoria y al final, un premio en dinero, amén del filtro que implica el dinero que precisa una murga para presentarse. Hace mucho tiempo le dijimos adiós a aquellas murgas vestidas con tela de arpillera que no siempre entendíamos lo que decían. En el adiós a aquellas murgas, vino también el adiós a Pepe Veneno y a La Antimurga BCG.
Pasamos a tener un carnaval oficial, que viene a ser la antítesis del carnaval, una oficialización del arte que rige en todos los planos, desde que los certámenes de literatura de la Intendencia de Montevideo, establecen que el ganador verá su obra publicada en acuerdo con una editorial nacional independiente, lo que pone en tela de juicio la independencia de las editoriales nacionales independientes, ya que deben exhibir un currículum intachable si quieren acceder a privilegios.
El poder siempre quiso regir el arte, ya que el arte es el poder que debe dominar el poder para manifestarse en todo su esplendor, pero como el carnaval nos dice, tras la noche, llega el día y siempre volverá la primavera, y así tenemos por fuera del concurso oficial, a "Más carnaval", y dentro del concurso oficial, una murga llamada "Nos obligan a salir".
LA PALABRA "CARNAVAL"
El más famoso diccionario etimológico de nuestra lengua dice que "Carnaval" deviene del italiano "Carnevale", y éste, de "Carnelevale", alteración de "Carnelevare", que significa en latín levantar la carne, ya que en la cuaresma, no se consume carne, siendo el carnaval inmediatamente anterior a la cuaresma.
Según esta explicación, la palabra carnaval no vendría de lo que significa el carnaval, sino de algo que viene después y que sería la exacta antítesis del carnaval, ya que la cuaresma está asociada a no comer carne, al ayuno que debieron sufrir Jesús y los profetas.
Cuesta creer que la palabra italiana que significa "la carne vale", venga de un latín que dice que "la carne no vale", que debe ser levantada, así que no podemos imaginar un origen más forzado para esta palabra.
Los lingüistas, a la hora de buscar el origen de las palabras, van a la palabra escrita, que sería cómo, a la hora de determinar al autor de un crimen, apelar de manera exclusiva a las declaraciones de los sospechosos. Este error de método lleva a penosos resultados, pues el pueblo no habla al dictado de los escritores, y menos aún, al dictado de los burócratas y los sacerdotes. De lo que se hablaba, y de lo que se hablaba antes de la escritura, no quedan pruebas escritas directas, y no hay otro camino que ir a la memoria que guardan las palabras.
Se nos dijo que el castellano y las lenguas romances vienen del latín, pero el latín no era una lengua hablada por los pueblos europeos, sino un lenguaje del poder, y como era un lenguaje exclusivo del poder, debía aprenderse en instituciones educativas, cuando la lengua del pueblo no se aprende en instituciones educativas, sino en el hogar.
El parecido que el latín tiene con las palabras, que no la estructura, del castellano, se explica porque el latín, que sólo se hablaba popularmente en una región del Lazio, deviene, y lo mismo el francés o el italiano, de una lengua madre común. Los lingüistas deberían leer la "De vulgari eloquentia", del Dante, pero los lingüistas no son afectos a los poetas.
Habida cuenta que el carnaval es una celebración mágica y religiosa que llegó a nosotros desde el fondo de los tiempos, más razonable sería relacionar la palabra con alguna deidad que nada tuviera que ver con el cristianismo, como podría ser la diosa romana Carna, guardiana de los goznes, de los umbrales que son la esencia del carnaval, diosa amada por Jano, el dios de la dualidad. Acaso habría que relacionarla con Baal, aquel hombre toro de los cananeos, un Dios de la fertilidad al que se asocian sacrificios, incluso, humanos, y al parecer, prostitución sagrada o al menos, una libertad sexual que escandalizaría a los hebreos.
Así que podría ser que un aval dado a Carna o la carne dada a Baal, tuviesen algo que decir con respecto a este nombre, mas lo único cierto es que el carnaval, y las palabras que lo evocan en diversas lenguas, vienen de lejos.
En las lenguas ibéricas, salvo el euskera, carnaval se dice carnaval. En francés, también, en inglés, carnival, en alemán, karneval, en sueco, karneval, en ruso, karnaval, en griego, karnávali, en persa, karnaval, en árabe, karnafal, en armenio, karrnaval, en hindi, charnival, en hebreo, kornaval, en suajili (Nigeria, Congo) kanivali, en malayo, karnival, en japonés, kánibaru y en chino, kuánghuan. Habida cuenta de la variedad de lenguas y el parecido del sonido, debemos concluir que el latín y nuestros linguisitas nada tienen que decir en este asunto, y de hecho, no hay una palabra para el carnaval en latín, salvo, la palabra "saturnalia", siendo la saturnalia una manifestación del carnaval. Acaso la diversidad de lenguas devengan no de tres o cuatro lenguas, sino de una primera lengua primitiva, una lengua que incorporó el concepto del carnaval.
Si una palabra que viene de otra lengua, como la palabra "internet", se suma a nuestra lengua, no es por su constancia, sino porque la sentimos natural, porque la palabra guarda la esencia de la cosa que nombra, como creen los salvajes y los poetas. Así que veamos por qué sentimos natural la palabra carnaval, por lo que iremos a qué significan las letras que componen esa palabra.
Una letra se desnuda por las palabras importantes donde aparece. Casa, Camino, Cosa, Contradicción, Cosmos, evocan en la C lo que contiene como iniciadora de una cosa que cierra. Es la C de Círculo, pues la C anuncia el Círculo.
La A de Amor, de Agua, Antes, Ahora, Asia, África, Australia, América, Antártida y Ártico, es la letra que contiene y es origen de vida, pues la A es una letra femenina entre las letras femeninas. La A es la V invertida.
La R del Rugido, de tigre, leopardo y jaguar, la R del guerrero, del poder, de la Revolución, el hombre y el Amor, la fuerza vital masculina.
La N de Noche, Naturaleza y No, el principio creador, la N Nasal y dulce.
La V de Eva, Venus y Virgen, la Diosa, la Vulva, las piernas abiertas para recibir y dar la vida.
La L de Libertad, la L que sube y baja para impulsar la Lengua y la Literatura.
Hubiera sido posible dejar librada a la sugestión la explicación definitiva de esta palabra, ya que siempre, que resuelva el lector, es el mejor camino, y sin embargo ¿quién lo impide? Si el misterio es característica de lo bello, agreguemos misterio al misterio.
Por el estudio de las letras y por lo que me evoca la palabra Carnaval, creo que se avala un ritual que recrea el tiempo antes del tiempo y donde la mujer y el hombre encarnan en otra cosa. El hombre se vestirá de mujer y la mujer se vestirá de hombre para hacer el amor en el Carnaval, para dar vida a una fantasía que sólo se vive de esa manera.
LA DESPEDIDA
¿Qué nos depara el futuro? Sea lo que fuere, conviene echar el ojo al lugar de donde venimos, y en cuanto a las profecías, adolecen de un problema: el futuro está en movimiento con cada paso que damos.
¿Rescataremos un ritual milenario de renovación? ¿Daremos espacio al absurdo en nuestra vida para que nos revele sin piedad el absurdo de nuestra vida? ¿Volverá la risa sanadora que genera alteraciones violentas? ¿Surgirá la Musa a pesar de las amenazas del poder? ¿Irrumpirá el bufón a riesgo de terminar en la hoguera? ¿La murga será la voz del pueblo que clama por la justicia e igualdad de un tiempo perdido?
No lo sé y no sé quién lo sabe. Sólo sé que mi aporte es este texto vital y caótico como el carnaval, y mi aspiración, es que no lo haya escrito yo, sino que el Carnaval lo haya escrito a través de mí.
¡Salud!
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias