El difícil arte de gobernar. Esteban Valenti
24.11.2025

"Gobernar siempre quiere decir hacer descontentos."
Anatole France
Gobernar no es una técnica, no es tampoco el solo ejercicio de la política, es mucho más complejo, por eso la he llamado arte. Además de producir realidades, concretas, leyes, normas, instituciones, presupuestos, debe impactar en el alma de la gente, en su sensibilidad, mejor dicho de las diferentes sensibilidades y debe combinarse, como parte inseparable, con una comunicación, de un contacto con su pueblo, en este caso, los uruguayos muy buena, seria, profunda y nunca contradictoria.
No todos los gobernantes llegan a próceres, pero pueden contribuir a construir, a fortalecer una identidad nacional, un clima social, económico y político que impulse a cada uno a en sus diversas responsabilidades a aportar más y mejor. La Patria somos todos, en sus virtudes y sus defectos y debilidades.
Hacer autocrítica de algún acto de gobierno, no quiere decir ser contradictorios, sino coherentes. "Como te digo una cosa te digo la otra" No sirve.
Gobernar, es el arte supremo de la política, supera ampliamente el concepto del arte de lo posible, al contrario, es hacer posible lo necesario, lo urgente, lo importante para el pueblo, para la nación y en algunos casos lo que parecía imposible.. Nunca puede ser el equilibrio de lo posible, del menor esfuerzo y menos aún de la explicación de las cosas, como algo inconmovible.
Para gobernar hay que tener experiencia, saber analizar los datos de la realidad en toda su complejidad, los nacionales, los regionales, los internacionales y hay que tener un rumbo programático y estratégico claro y comprensible, en lo general y en los principales temas del país en este tiempo.
Una condición fundamental es que hay que ser honesto, estructuralmente y profundamente honesto, para manejar los bienes de todos e, intelectualmente honestos para que la mentira no sea un arma del gobierno y una peste para la gente.
Que fácil es escribirlo y que difícil es levantarse todas las mañanas y gobernar.
Hay otros elementos muy importantes, todos encadenados, inseparables: hay que manejar las prioridades y los tiempos, nadie puede obviarlo. Este es un elemento clave, las buenas intenciones, todas juntas, desordenadas y sin plazos, no sirven para gobernar.
No se puede gobernar mirando principalmente las encuestas de opinión pública, pero no se puede gobernar desentendiéndose totalmente de ellas, incluso de sus aspectos más finos, donde están las principales debilidades y aciertos, como se expresan los diferentes sectores y naturalmente los propios y ajenos. Aunque un gobernante lo es de todos los uruguayos, también debe tener un ojo y un oído atento a los que lo votaron, sobre todo sin son el 52% de los ciudadanos y en particular si es de izquierda y progresista.
Gobernar es también controlar, asegurarse que todos en el Estado reman con la misma fuerza, o al menos con el mismo empeño y hacia exactamente el mismo lado. Nosotros tuvimos experiencias desastrosas de carteras ministeriales en disputa y compartidas. ¿Las recuerdan?
La comunicación, la relación con la gente es fundamental, para todos en un gobierno, por ello se debe ser muy exigente, tampoco es una técnica periodística, es sobre todo una capacidad política especializada.
Otro aspecto complejo y difícil para gobernar es conocer y prever los frentes de ataque de los adversarios y de los enemigos feroces. No siempre se resuelven con gestos de manos tendidas, porque hay casos que lo que está en juego no son principalmente las próximas elecciones, sino los próximos tribunales y la historia nacional.
Gobernar sin mayorías parlamentarias, sufridas entre otras cosas por importantes errores en la campaña electoral, es mucho más complejo, pero también aguza el ingenio político, ayuda a no cortar todo con el mismo racero y manejarse con mucha más sutileza. Siempre y cuando la sutileza no sea flotación.
Un gobierno serio, con visión del presente y el futuro, sabe que tiene un papel fundamental en la batalla cultural, por la vida, contra la muerte, contra la violencia, a favor de la libertad y la democracia sin renunciar a la justicia social. Digo, un gobierno de izquierda. Los otros tienen otras bases para su batalla cultural perpetua aun con sus matices entre diversos sectores.
Hay que asumir el nivel de los cuadros con los que se cuenta en un gobierno y es uno de los puntos clave para no perpetuarse en las debilidades y los errores. Asumamos que las generaciones actuales no tienen ni la experiencia, ni el nivel político de las anteriores. Pero hay límites y hay tiempos para comprobarlo.
Un gobierno serio y sólido no es el que se aferra de cualquier manera a los cargos, al contrario, el que prioriza la marcha, los resultados a los sillones. Tenemos experiencias nefastas, aquí y en otros países.
Cambiar a tiempo no puede ser una tragedia, es tener claro cuales son las prioridades y quienes pueden cumplir esas difíciles tareas.
Todos coincidimos, al menos espero, que hemos tenido en la izquierda en todo el mundo, incluyendo Uruguay una rebaja ideológica, cultural muy importante y los partidos no tienen el clima y el nivel de debate y elaboración para ayudar a esa formación intelectual y política, por ello el "carguismo", ha crecido exponencialmente en la izquierda y es más peligroso que nunca y es un mal bicho que se alimenta de si mismo.
Nadie se siente afectado por ese mal, pero sus manifestaciones son evidentes. Hay compañeros que ocupan un sillón y cambian radicalmente sus relaciones con los demás, hacen del poder un pequeño y minúsculo trono. Incluso y en particular con otros compañeros. Es muy peligroso, es una brecha que desmorona a la izquierda y sus valores.
Siempre teniendo en cuenta el mayor peligro, que no es meter la pata (hasta cierto límite), es meter la mano (sin ninguna justificación posible). Tendríamos que haber aprendido.
Para dar la batalla por la moralidad pública, contra la peor forma de apropiación, contra las bandas narcos, necesitamos gobernantes y cuadros inmaculados, de lo contrario la cola de paja no nos deja caminar y los narcos la pisan y se aprovechan.
No se trata solo de un estado de ánimo, sino algo mucho más profundo: una derrota interior frente a una de las perversidades del sistema, la bandas organizadas para el promover el vicio y la apropiación indebida.
El tiempo ese tirano al que todos estamos encadenados y marca nuestras vidas y hasta nuestra muerte y la de todos, es implacable. Hay que trazarse planes donde el uso del tiempo esté de acuerdo con nuestro proyecto. El sentido del tiempo ha cambiado radicalmente, por las nuevas tecnologías, los medios de transporte, la globalidad de los espectáculos y la comunicación, la sensación que tenemos del mundo, y gobernar es acompañar esas nuevas exigencias. El concepto de las "Calendas griegas" cambió radicalmente.
Gobernar es realmente muy difícil, no es un calendario armado por un aparato, es manejar los resortes principales del poder directamente y saber delegar en los otros niveles. No hay recetas, porque además existe la personalidad de cada uno y pretender uniformizar a todos son resabios de pecados que voltearon el socialismo real.
Las principales señales, los momentos y los temas de inflexión, las prioridades deben ser armas poderosas en las manos principales.
Ahora que están cada día mas de moda los chinos, quiero recordar una frase de Confucio: "En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza."
Esa es una diferencia absolutamente fundamental, es nuestra identidad.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).