El nuevo escenario internacional. Trump y la recuperación del "patio trasero". Carlos Pérez Pereira

18.11.2025

La furibunda reacción de TRUMP, buscando rescatar el patio trasero de su imperio (Latino América) no obedece a un gran desarrollo y apogeo imperial, sino a su pérdida constante de protagonismo en el escenario mundial.

Vivimos un cambio de época, no una época de cambios. La frase es de algún estudioso de estos temas y parece acertada. La sociedad humana planetaria está viviendo cambios radicales, los cuáles, aunque tengan algún rasgo parecido a épocas anteriores, denuncian toda una situación nueva que nos produce gran incertidumbre y perplejidad. La caída del muro de Berlín, la nueva situación en Rusia y su cambio de papel en Eurasia, la franca decadencia de Europa y el resurgimiento del fascismo a cara descubierta, el monumental traslado de masas migratorias hacia los países centrales, desde el norte de África, Oriente Cercano y Latinoamérica, más la irrupción de la potencia china en el escenario mundial, están conmocionando al planeta.

Estos fenómenos, aunque se traten por separado y cada uno de ellos tienen causas múltiples, están íntimamente relacionados. O sea que la globalización, fenómeno que desató el neoliberalismo de los años ochenta y noventa, hoy se exterioriza en otros fenómenos que hacen temblar aquellos paradigmas y lanzan a la historia por itinerarios inimaginables hace treinta años.

En la actual contradicción planetaria, China, el nuevo oponente, no repite los métodos de "coexistencia y emulación de sistemas" que empedró el camino de la derrota de la URSS. Este nuevo adversario acepta las leyes globales del mercado, impuestas por el capitalismo, expande su economía en todos los rubros e introduce en el mundo del consumo, del comercio internacional y de los negocios entre países, a un 20% de la población del planeta, para presionar sobre las apetencias de los países productores. Y no solo consolida una alianza defensiva militar con Rusia (lo que transforma a ambas potencias en una fuerza de cuidado), sino que busca extender su influencia a la India, que la mira de reojo, con una población que en breve superará a la suya (solamente estas dos poblaciones suman 2600 millones de personas).

China cambia las reglas de juego, pateando el tablero de la economía y el comercio del mundo. No intenta la sumisión económica, ni política, ni ideológica, de los países que ingresan en su radio de acción, sino que, por el contrario, favorece y alienta su desarrollo, en silencio y sin inmiscuirse en sus asuntos políticos internos. No intenta, como lo hizo Mao en algún momento, "emulando" a la URSS, ligarse a partidos "pro-chinos "locales, atados por un vínculo de "amistad", sino que se juega a la expansión de su comercio y a ayudar al desarrollo de otros países. Esta conducta, sin aspavientos, silenciosa, mantiene perplejos a los gobernantes de occidente, habituados a tableteos de ametralladoras o aviones de combate para amenazar con intervenciones punitivas o para tumbar gobiernos rebeldes, electos democráticamente o no.

Esta nueva estrategia, llevada al terreno práctico, significa que, además de países asiáticos (Afganistán se agrega ahora con los talibanes), también abre perspectivas para los países africanos y latinoamericanos, en los cuáles las empresas chinas ya ejercen influencias "peligrosas", según el desesperado alerta, lanzado por importantes líderes del capitalismo europeo y estadounidense.

El gigante asiático, que pasa al primer lugar en la producción mundial, una vez resueltos problemas básicos de trabajo y comida para la enorme mayoría de su pueblo (1200 millones), se proyecta internacionalmente y se perfila como el mejor aliado para solucionar grandes temas, como el hambre en países del viejo "Tercer Mundo". China acciona en un terreno inesperado para el imperialismo norteamericano, y difícil de frenar. En términos bélicos, se diría que lleva la guerra al terreno donde el imperio se mueve con dificultades. Y aunque no descuida su defensa militar, se planta con energía en el escenario de la producción y del comercio mundial, elevando la apuesta a un nivel al cual la URSS nunca pudo llegar, y tampoco trató de hacerlo. Y un elemento a tener en cuenta: China tiene cada vez menos contradicciones con el desarrollo de sus propias fuerzas productivas, como tiene el capitalismo occidental, incapaz de evitar sus crisis cíclicas de sobreproducción. El sistema chino permite especular que su potencialidad de desarrollo no tiene límites a la vista, lo cual apresuraría el derrumbe de la economía occidental, si pretende mantenerse con el sistema de hiper concentración actual de la riqueza.

Trump, un digno representante de la decadencia del Imperio (nos recuerda a los emperadores de las épocas de la caída del imperio romano) se desespera, llamando a los estadounidenses a defenderse de China. Y cual león enjaulado, revolea la melena y amenaza y ataca, buscando proteger a sus aliados y a los partidos y gobernantes de occidente contra el peligro chino. Y se enoja porque tal o cual país negocia con China. A propósito: ¿dónde estaba el gran líder latinoamericano, Luis Lacalle Pou, que no veía venir este peligro y un día sí y otro también quería hacer un gran TLC con China? ¿Estaba desubicado? ¿No entendía ese peligro? ¿Tuvo que venir Trump y el trumpismo para reubicarlo en el redil? Un patito que casi se sale de la fila. Es probable que la demora en concretar el famoso tratado del TLC con China, prometido por el lacallismo, tuviera freno de mano impuesto desde "arriba". (También hubo otro indicio significativo en el "trancazo" que tuvo la licitación por dos patrulleras oceánicas, cuando la primera licitación fue ganada por empresas chinas).

El futuro del gran imperio occidental estará en problemas, si muchos países comienzan a sacarse sus botas de encima, y empiezan a apostar al desarrollo de sus propias fuerzas, desbloqueando las trabas al progreso, impuestas por el estatuto de la dependencia.

El imperialismo estadounidense se encuentra ahora con un enemigo que pelea en su propio terreno, con sus armas y cuenta con una ventaja: China para su propio desarrollo, no necesita del atraso o del estancamiento de otros, sino todo lo contrario, estimula y ayuda a los desarrollos locales. Hay indicios de que esta política, que hoy se ve en ciernes, será una constante en los años venideros (entre otros, trenes en las costas pacíficas del Perú y Colombia, transamazónico en Brasil, Bolivia y Chile, canales interoceánicos entre el Atlántico y el Pacífico, apuntalamiento de puertos para grandes naves mercantes e innumerables inversiones en países de África) En tanto EEUU y su aliada, Europa Occidental, al aplicar su esquema de concentración de la riqueza, incrementan la pobreza en el resto del planeta bajo su influencia, el pragmatismo chino no comete el error fundamental de la URSS. Con sabiduría oriental actualizada, China ha incorporado a su desarrollo los avances de la ciencia y la tecnología aplicados a la industria, uno de los factores clave que jugó en contra de la experiencia socialista frustrada. Un gran error que se señala a la URSS fue que no pudo (o no supo) llevar los grandes avances de su ciencia espacial, y sus progresos en informática, a las computadoras hogareñas. Lo que sí supo hacer el capitalismo triunfante, y que ahora también lo hace China, consciente de la fracasada experiencia soviética. Chinito, paciente, mira, analiza, corrige errores elabora estrategia más eficiente.

La furibunda reacción de TRUMP, no obedece a un gran desarrollo y apogeo imperial, sino a su pérdida constante de protagonismo económico, que se transforma en una reacción militarista, violenta, nerviosa, de griterío y amenazas a los gobiernos que quiere tener bajo sus pies. Ayuda a que Milei no entre en debacle y amenaza abiertamente a Venezuela y a Colombia con una invasión territorial.  La excusa es bloquear el ingreso de la droga desde esos países. No dice nada de que la principal causa del comercio de la droga, es la masiva adhesión al consumo de estupefacientes en los EEUU, tema al que no le hinca el diente porque es imparable. Y la demanda sube, lo que equivale a decir que, aunque meta los tanques en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Colombia y haga caer a esos gobiernos, los narcotraficantes recuperarán los mecanismos de ingreso de la droga a ese tremendo mercado, el más grande del mundo, para ese producto.

El capitalismo necesita expansión, necesita masas compradoras, consumo, mercados desregulados. No funciona con restricciones, con regulaciones; los bloqueos funcionarán con dos o tres países pequeños, pero no puede bloquear al mundo. Es un contrasentido, un tiro en el pie, una acción autodestructiva.

Tiene dos válvulas de escape, a las cuales recurrirá para salvarse: una de ellas es la guerra localizada. La industria armamentista dinamiza a la economía, lo que ya se sabe hace décadas y aún le sirve al Imperio. La otra es el narcotráfico: los grandes capitales inversores, que carecen de escrúpulos y Ética, harán acuerdos con los grandes productores de estupefacientes, unirán sus capitales y se beneficiarán ellos también con el comercio de la droga. Que a nadie quepa duda. De algún modo ya lo están haciendo con los bloqueos a las leyes y decretos que limitan los lavados de activos en los países. No quieren limitaciones, cuanto más los narcos puedan invertir en negocios inmobiliarios, empresas agroindustriales, comercio de bienes y servicios; cuanto más se facilite la inversión de esos enormes capitales, mejor para el capitalismo, que sobrevive a su propia caída, por un tiempo más.

Trump es un demagogo, oportunista, un super poderoso empresario que asumió el poder y sabe lo que quiere. No es ningún desquiciado. Es el hombre indicado para llevar adelante la estrategia de recuperación del poder imperial. Los vientos le soplan en contra, y veremos qué podrá hacer. Sus rugidos de león acosado, no son ninguna expresión de estupidez. Obedece a la situación aquella que ya decían los chinos en la época de Mao: EL IMPERIALISMO ES UN TIGRE DE PAPEL, PERO CON GARRAS DE ACERO, que pueden hacer mucho daño.

En poco tiempo se verá hacia donde se orienta el mundo. No demora mucho. Y se verá hasta donde aguantan los pueblos, hasta donde se sostiene Europa en su caída libre, aliada a EEUU y hasta donde puede trabajar la paciencia de los chinos, la que hasta ahora parece inagotable.

 

Carlos Pérez Pereira

 

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2025-11-18T18:24:00

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