El panorama regional. Esteban Valenti
10.07.2025
Este lunes escribí una columna muy personal sobre mi viaje a Italia y mi visión del país donde nací y de Europa en general, con 24 de los 27 países de la Unión Europea gobernados por la derecha o directamente por la extrema derecha.
Hacer periodismo de opinión es arriesgarse, no dejar que los hechos hablen de acuerdo a su música o a como los colocamos en el pentagrama. En América Latina hoy no existe el mismo panorama que en Europa pero, la pregunta obligada es, ¿Qué sucederá en el futuro?
Me refiero en los próximos años y no a mis deseos y esperanzas, a las tendencias políticas, sociales y culturales.
En la actualidad en Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Colombia y México hay gobiernos de clara orientación progresista y de izquierda y de ninguna manera incluyo a Venezuela y su deriva de trampas y fracaso permanente, ni a Nicaragua en manos de una dinastía, ni a Cuba paralizada en un fracaso del modelo político y sobre todo productivo cada día más evidente. Y lo digo claro, porque es lo que sufren esos pueblos.
Es un cuadro diferente al de Europa y con opciones de integración y de interlocución internacional diversificada y no obligados a la prepotencia y el desorden mental norteamericano. Nunca hubo tantos gobiernos progresistas simultáneamente en América Latina, en un cuadro mundial tan controvertido y tenso.
¿Hacia donde vamos y que responsabilidades tenemos en Uruguay?
Es notorio que en México el prestigio, la agudeza, la valentía y la personalidad de la Presidenta Claudia Sheinbaum y a pesar de Trump tan próximo y desmelenado, permite augurar que en este sexenio se consolidará el liderazgo del Morena, capaz de derrotar a los otros tres ex grandes partidos juntos, el eterno PRI, el PAN de derecha y el PRD sin ningún perfil. Una proeza del progresismo izquierdista mexicano, una segunda revolución en su historia, iniciada por Andrés Manuel López Obrador.
En Brasil la situación se presenta más compleja, a pesar de la personalidad política y moral de Lula, los niveles actuales a su gobierno muestran fluctuaciones preocupantes y debilidades del PT que podremos analizar en las próximas elecciones Estaduales. Es cierto también que la derecha, que sigue apostando al golpista de Bolsonaro, tienen muchas cuentas pendientes con la justicia, pero ese no puede ser el principal argumento. Estamos lejos de ganar la batalla cultural y consolidar el amplio espacio político conquistado por Lula.
En Chile el panorama es incierto, es notorio que el gobierno de Boric fue aprendiendo y mejorando su gestión, el amplio triunfo en las elecciones internas de la candidata comunista Janet Jara, es una clara valoración de sus capacidades, de su papel en el gobierno y en el conjunto de la coalición y además confirma la tendencia a presentarse unidos para enfrentar una derecha fuerte y tenaz, con una sólida base ideológica y social. Renovar un gobierno progresista será una batalla muy dura.
En Colombia, las crisis sucesivas, un rumbo que a veces es difícil de interpretar y de cubrir sus dificultades con la personalidad del presidente Gustavo Preto también vaticinan una batalla muy compleja. Aunque el triunfo por primera vez en la historia de una fórmula de izquierda fue un gran avance.
En Bolivia la irreconciliable división de las fuerzas populares, en su estilo propio y nacional, con una fuerte componente no solo social y política, pero también de sus pueblos originarios hace difícil prever el resultado de las próximas elecciones. Además, en general le prestamos muy poca atención a ese proceso.
Lo muy difícil de explicar es que un gobierno totalmente fallido, en la inseguridad, en la economía, en el deterioro de las condiciones de vida de la población como el de Daniel Noboa haya triunfado nuevamente, en medio de un proceso electoral repleto de denuncia de fraude. Si hubieran sucedido en un país gobernado por la izquierda, todavía seguiríamos escuchando los cañonazos en la gran prensa. Pero esa realidad debemos asumirla y combatirla con inteligencia y sin desmayos. No es una maldición del cielo, es una construcción de los centros del poder del continente, de los países y del mundo.
Ante la idea dominante para mi generación en los años 60 y 70 de que un país gobernado por la izquierda, era territorio conquistado para siempre, este panorama es no solo nuevo, sino un desafío a nuestras capacidades de elaboración ideológica, teórica, política, programática, cultural y de comunicación. En un conjunto que reclama un nivel de cuadros muy importante. ¿se están forjando esos cuadros en esos países y también en los otros, porque la batalla no puede ser solo por mantenernos, sino para avanzar en Perú, en Ecuador, en Paraguay incluso en los países congelados por las dictaduras autoproclamadas de "izquierda" y en Centro América.
Por eso parece muy interesante la convocatoria de una reunión de presidentes de izquierda de la América del Sur y de España realizada por el presidente de Chile Gabriel Boric. No hay modelos, pero hay muchas ideas y experiencias para intercambiar.
Uruguay tiene por delante 4 años y medio de su nuevo gobierno para demostrar que somos realmente diferentes a la derecha, mejores, que logramos que la gente viva mejor, que atacamos problemas estructurales de nuestra producción y de nuestra sociedad y fortalezcamos la calidad y la profundidad de nuestra producción intelectual, tratando de responder las exigentes preguntas del mundo actual, con sentido crítico y no de verdades reveladas.
Tenemos mucho que aportar a la izquierda en el mundo, con nuestra experiencia unitaria, el Frente Amplio, que es una base no solo electoral o una política de alianzas, es mucho más importante, es un enfoque sobre nuestra historia, nuestra sociedad y una gran batalla cultural en permanente desarrollo.
No hay nada que copiar, pero hay mucho para compartir, sobre todo si realmente asumimos nuestra historia de izquierda, tan llena de aventura, de heroísmo, de riesgos, pero también de errores, de paralizaciones teóricas y de retrocesos.
La causa de los pueblos admite los máximos sacrificios, asumidos con alegría y con optimismo aún en estos tiempos oscuros y sobre todo reclama solidaridad, sensibilidad, humanismo y las orejas abiertas para escucharnos.
Existen nuevos medios tecnológicos para escucharnos, para transmitir, hay que saber organizarlos, con la audacia de sus posibilidades y sin asustarnos y replegarnos ante los riesgos. Ser de izquierda debería volver a ser riesgoso, esa es su mayor épica y la fuente de nuestra ética.
Lo que todos deberíamos haber aprendido es que, retrocediendo, cediendo terreno a los adversarios y los enemigos solo logramos la derrota y el repliegue.
La vieja consigna debería ampliarse, pero tiene plena vigencia: "Trabajadores, creadores, educadores, investigadores, luchadores del mundo y por un mundo mejor uníos".
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).