El premio Nobel de la Paz Carl en varias oportunidades ha sido silenciado por los poderes de turno. Hebert Abimorad
11.12.2025
Se destaca Carl von Ossietzky, Nobel de la Paz 1935, en su desafío al Tercer Reich.
Carl von Ossietzky (1889-1938) fue una persona central en el periodismo y el pacifismo alemán en la República de Weimar, como editor de "Die Weltbühne". Fue una voz audaz y crítica, siempre denunciando los peligros del nacionalismo extremo, ese militarismo escondido y el rearme secreto alemán, que violaba el Tratado de Versalles. Aquella labor de vigilancia y crítica le trajo muchos problemas con las fuerzas conservadoras, y al final, lo condenaron, por "alta traición y espionaje" en 1931, pasando un tiempo en prisión.
El ascenso de Adolf Hitler cambió su futuro. Después del incendio del Reichstag, en febrero de 1933, Ossietzky fue arrestado, en una redada contra los opositores. Esta vez, lo mandaron a distintos campos de concentración, como el de Esterwegen. El periodista, ya muy débil, sufrió torturas, y malos tratos, en condiciones inhumanas, que le arruinaron la salud. Su encarcelamiento no era solo un castigo, fue un plan del Tercer Reich para callar a una de las mentes morales más importantes del país.
Carl von Ossietzky (1889-1938) fue una persona central en el periodismo y el pacifismo alemán en la República de Weimar, como editor de "Die Weltbühne". Fue una voz audaz y crítica, siempre denunciando los peligros del nacionalismo extremo, ese militarismo escondido y el rearme secreto alemán, que violaba el Tratado de Versalles. Aquella labor de vigilancia y crítica le trajo muchos problemas con las fuerzas conservadoras, y al final, lo condenaron, por "alta traición y espionaje" en 1931, pasando un tiempo en prisión.
Un grito por la libertad desde el cautiverio
La difícil situación de Ossietzky pronto captó la atención internacional. Intelectuales, activistas y figuras públicas de renombre mundial, como Albert Einstein y el escritor francés Romain Rolland, lanzaron una campaña global para su liberación y su nominación al Premio Nobel de la Paz. Para estos defensores, galardonar a Ossietzky no era solo un reconocimiento a su incansable labor pacifista, sino un acto político poderoso: convertir a un prisionero moribundo en un símbolo de la lucha universal contra el totalitarismo y la opresión.
La nominación se convirtió en un referéndum moral sobre el nazismo. La esperanza era que el prestigio del Nobel forzaría al régimen a liberarlo, o al menos a mejorar sus condiciones. Aunque la campaña por la nominación de 1935 fue intensa, el Comité Nobel Noruego decidió, en un acto que muchos consideraron pusilánime en su momento, no otorgar el premio ese año, alegando que "un gesto de paz no parecía apropiado" dada la inestabilidad global. Esta decisión inicial fue interpretada como una victoria para la presión nazi.
La concesión retroactiva y la furia de Hitler
La Academia Noruega se redimió al año siguiente. Bajo una presión moral y mediática sostenida, y con el firme apoyo de miembros valientes, se tomó la histórica decisión de otorgar a Carl von Ossietzky el Premio Nobel de la Paz de 1935 de forma retroactiva, anunciándolo en noviembre de 1936. El Comité elogió a Ossietzky por su compromiso con la libertad de expresión y por servir como un poderoso "símbolo de paz" en tiempos oscuros.
La noticia desató una furia incontenible en Berlín. Adolf Hitler tomó la concesión del premio a un "traidor a la patria" y a un prisionero político como un insulto personal directo al honor de Alemania y a la autoridad de su régimen. La reacción fue inmediata y drástica:
1. Prohibición de Aceptar el Nobel: Hitler decretó inmediatamente una ley que prohibía a cualquier ciudadano alemán aceptar en el futuro el Premio Nobel en cualquiera de sus categorías, forzando a tres científicos alemanes (Richard Kuhn, Adolf Butenandt y Gerhard Domagk) a rechazar el galardón en años posteriores.
2. El trágico final y el legado inmortal
3. Censura: El Estado alemán prohibió a la prensa local mencionar la concesión del premio, intentando silenciar lo que la comunidad internacional celebraba.
4. Restricciones a Ossietzky: Aunque la presión internacional obligó a las autoridades nazis a trasladar a Ossietzky a un hospital-prisión de Berlín (donde recibió la noticia) para recibir atención médica más adecuada, se le negó categóricamente el permiso para viajar a Oslo a recoger su premio. Su silla en la ceremonia de entrega, celebrada el 10 de diciembre de 1936, permaneció simbólicamente vacía.
Ossietzky nunca recuperó su libertad ni su salud. Tras años de confinamiento y malos tratos, la tuberculosis y las complicaciones derivadas de su encarcelamiento habían destruido su organismo. Murió el 4 de mayo de 1938 en el hospital de la policía en Berlín, sin haber podido gozar del dinero del premio (que en parte fue malversado por un abogado) y sin haber podido pronunciar su discurso de aceptación.
La tragedia de Carl von Ossietzky al "no poder recibir" su Premio Nobel de la Paz en libertad lo convirtió en un mártir y en uno de los símbolos más elocuentes de la resistencia intelectual y moral contra el totalitarismo nazi. Su historia resonó y sigue resonando como un recordatorio de que la verdadera paz y la libertad de conciencia a menudo se pagan con el sacrificio personal. El premio, forzado y silenciado, sirvió como un faro de esperanza y un acto de valor por parte del Comité Noruego en un momento en que el mundo se dirigía hacia el abismo de la guerra, demostrando que incluso detrás de los muros de un campo de concentración, la voz de la verdad no puede ser completamente extinguido.
Hebert Abimorad
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias