El virus del poder. Esteban Valenti
19.05.2025
Existe, se padece y padeció de diferentes formas en los países, civilizaciones y épocas. No vale como coartada para definir todo el poder, ese es el mecanismo que utilizan los que padecen una fuerte fiebre del poder para justificarse. Todos los políticos no son iguales. Es falso y la historia es terminante al respeto.
Con la expresión de virus me estoy refiriendo, a una metáfora que utilizo para describir cómo el acceso y el ejercicio del poder pueden corromper o transformar negativamente a ciertas personas e incluso a direcciones de partidos.
El poder político, que además sabe articular con los otros poderes de la sociedad, el económico, empresarial, las diversas instituciones, sindical, de la prensa, de las iglesias es sin duda alguna, la fuente de la mayor tentación para expandir el virus.
Su fiebre tiene diferentes manifestaciones: aumento del ego y la arrogancia, la sensación de superioridad y la creencia de ser infalible.
La desconexión de la realidad: Perder la perspectiva de la vida cotidiana y las necesidades de los demás, abuso de autoridad, utilizar el poder para beneficio personal y/o para oprimir a otros. Corrupción: Involucrarse en prácticas deshonestas o ilegales para mantener o aumentar el poder o la riqueza. Rodearse de personas que solo dicen lo que el poderoso quiere oír, creando una burbuja de irrealidad. Obsesión por el poder: Priorizar la retención del poder por encima de todo, incluso de los principios o el bienestar común.
Utilizo el concepto del virus, porque es "contagioso" y puede afectar a cualquiera que esté expuesto a él durante un tiempo suficiente y sin las reservas políticas y/o morales necesarias.
A ciertos niveles del mal el virus puede alterar la personalidad y los valores de una persona, de manera similar a cómo un virus modifica una célula.
No todas las personas con poder sucumben a este "virus". Hay muchos líderes que ejercen su autoridad con integridad, humildad y un genuino deseo de servir.
Esa es la virtud principal que en el mundo le reconocen a José Mujica, de vivo y ahora que murió.
La resistencia a este "virus" es posible a través de la rendición de cuentas, la transparencia, la autocrítica, la conexión con la realidad y el rodearse de personas honestas y críticas.
En resumen, "El Virus del Poder" es una forma vívida de describir la tendencia potencial del poder para corromper y alterar negativamente el comportamiento humano. Es una crítica a los excesos de la autoridad y una advertencia sobre los peligros de un poder sin control.
Nosotros en la izquierda uruguaya, con una experiencia única de 54 años del nacimiento del Frente Amplio que nos cambió profundamente a todos, que logró nada menos que terminar con el monopolio del poder de 180 años entre colorados y blancos, estuvimos en el poder nacional durante 15 años y ahora hemos vuelto y van algo más de dos meses que tenemos nuevamente un Presidente de izquierda, hace 35 años que gobernamos Montevideo y 20 años Canelones y por periodos diversos otros departamentos. (Maldonado, Salto, Rocha, Artigas, 33, Paysandú, Río Negro y Florida).
No podemos de ninguna manera argumentar falta de experiencia o de posibilidades de esquivar nuestras responsabilidades. Tuvimos éxitos y derrotas importantes.
No se puede afirmar que las derrotas tuvieron como elemento fundamental el virus de la corrupción y del aprovechamiento del poder, pero influyeron y sobre todo rompieron la virginidad. Ya nunca más podremos ostentar - como lo hacíamos antes - nuestra total lejanía, distancia, vacuna contra el virus. Lo padecimos y en el último gobierno de la derecha, lo vimos actuando como nunca antes en la historia nacional. Tanto a nivel público como a nivel privado, aunque la crisis bancaria del 2002 tuvo dimensiones muy grandes.
Hemos visto que las reacciones de los ciudadanos son diferentes, no son mecánicas, hay gente que repudia de la manera más firme y total cualquier inmoralidad o amoralidad y otra, y no son pocos, que busca cualquier argumento para justificarla.
El virus es siempre infeccioso, pero no tiene siempre la misma gravedad. Y hay que rechazarlo y vacunarse en forma constante pero hay que saber definir bien la gravedad y el peligro de la enfermedad.
Partamos que hay una primera diferenciación, los delitos, establecidos por la Constitución o las leyes y la inmoralidades o amoralidades. No es la justicia el único ámbito en que deben dirimirse, tratarse, discutirse y resolver el virus y sus consecuencias políticas, pero también ideológicas y culturales.
El soborno, implica necesariamente dos actores, uno activo, el privado que paga la coima y el público y pasivo que la recibe. Es grave, afecta muchas cosas importantes y es muy difícil de probar porque las leyes uruguayas culpan de la misma manera y sin excepciones a los dos actores. Hay países, como por ejemplo Italia, que con la Ley de Mani Pulite (Manos limpias) encarceló a decenas de políticos corruptos y terminó con la Primera República.
Obviamente importan los daños al estado, que no son siempre económicos, pueden afectar el medio ambiente, el abastecimiento de agua, las compras militares, la gestión de las empresas públicas. Obviamente no es lo mismo entregar 60 años del puerto de Montevideo, o una licitación de un puente. La lista es infinita.
Los acomodos a dedo en los diversos organismos del Estado también tienen su diferencia, entre los que se practican a mansalva en muchas intendencias del interior del país y que ahora está amenazados por la ley aprobada por la Cámara de Diputados y que pasó al senado. Es un torpedo bajo la línea de flotación de las maquinarías de poder de las intendencias blancas. Sobran los ejemplos. Desbordan.
También en otros ámbitos, por ejemplo en la Comisión Mixta del Río Uruguay (CARU), donde el anterior presidente Carlos Albisu "colocó" a dedo más de 40 funcionarios de su lista electoral del departamento de Salto y ahora es el intendente de ese departamento mientras sus correligionarios siguen instalados cómodamente en sus sillones, a pesar de una resolución unánime del parlamento para que abandonaran sus cargos mal habidos- Un buen número de salteños demostraron que las graves irregularidades de Albisu no les importa. Habrá que ver como aplica esa "moral" en la intendencia.
Otros ejemplos de este tipo o peores, se han dado en Artigas, en Maldonado y en Lavalleja... Vamos mal, muy mal.
También existe n otros episodios recientes, como el abuso de funciones o la acumulación consciente de deudas con el estado a pesar de ocupar cargos importantes o directamente ser las sedes de diversos partidos.
No pretendemos hacer un listado porque la imaginación del virus es ilimitada, jefes de la guardia presidencial, pasaportes express a narcotraficantes, venta de pasaportes, firma de sospechosos contratos a último momento etc., etc., etc.
La izquierda, la verdadera izquierda, con sus diferencias, tuvo desde su nacimiento y trató de mantener entre sus principios fundamentales la lucha contra el virus de la corrupción. No por antojo, ni siquiera por enciclopedismo, o como una moralina, sino por una razón muy elemental y simple, si nuestra base es la justicia social, aún con proyectos diferentes de distribución de la riqueza y la propiedad, asumimos fácilmente que la corrupción es una de las formas más infames de robarle a la gente, de distribuir la riqueza a favor de los poderosos, tanto políticos como sociales. Y por eso la combatimos políticamente, legalmente, institucionalmente, ideológicamente y culturalmente.
Y para ello hay un elemento básico, asumir que el virus está allí agazapado, en el estado nacional, departamental, en los sindicatos, gremios empresariales e incluso en la sociedad civil. A nosotros nos corresponde usar la principal vacuna: el ejemplo y la ideología. Nunca vi, ni leí a nadie teorizando a favor del virus de la corrupción. También para eso hay que estudiar.
Hay y seguirá habiendo muchas izquierdas, y por lo tanto muchas teorías para combar el mundo, pero nunca habrá un reglón de teoría para saquear el mundo con la corrupción. No nos escondamos detrás de la corrupción de otros, de la derecha, de grandes instituciones, el problema y la solución para nosotros sigue están siempre en nosotros mismos.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).