DESPACITO Y POR LAS PIEDRAS
Enrique Pintado
19.02.2013
Estos son tiempos en que los partidos políticos reinician sus debates programáticos que a la postre se sintetizaran en las propuestas que les presentarán a la ciudadanía en las elecciones nacionales de 2014.
El Frente Amplio también continuará con su elaboración programática y lo deberá hacer no solo preocupado por los contenidos sino también por las formas en que se debatirán las distintas ideas y se dirimirán las diferencias.
Las posturas de los sectores se expresan en los ámbitos internos y también en las posiciones publicas sostenidas ante distintos temas de la vida nacional.
En cualquier caso debemos hacer realidad la enseñanza del General Líber Seregni, respecto a enmarcar el debate pensando siempre en la mañana siguiente.
Lo que estamos discutiendo para poner a consideración del pueblo es el camino a recorrer para seguir el rumbo de las transformaciones estructurales del Uruguay todo, iniciado en 2005.
Está en discusión - nada más ni nada menos- que la elaboración del proyecto nacional que nos conduzca al desarrollo de la sociedad, no solo pensando en la matriz productiva y la justicia social sino fundamentalmente en los valores y la cultura dominantes.
El FA ganó dos veces el gobierno, avanza en el cambio estructural del país, pero no ha logrado la hegemonía cultural, que en definitiva es la única válida a la hora de consolidar el proyecto nacional de desarrollo de la izquierda.
En síntesis se trata de avanzar en el terreno donde tenemos más retrasos, que es lograr que nuestra sociedad razone y actué con los valores de la izquierda en un escenario radicalmente democrático. Basta estudiar las reflexiones de la izquierda chilena sobre su último fracaso electoral para entender que el cambio radical de cabezas no se logra solo con mejoras de ingresos y accesibilidad de nuevos colectivos a la oferta del mercado.
Las formas que adopte el debate tienen que orientarse a convencer más que a vencer a quienes tienen propuestas diferentes. En el acuerdo o en la discrepancia compartimos el mismo proyecto político. Sobre como dar la discusión los fundadores del FA siguen siendo ejemplo. Debatían con fervor y convicción ideológica pero la fraternidad y el afecto facilitaban consensos y aseguraban que los “perdedores” aceptasen alinearse todos juntos tras la propuesta mayoritaria.
Para reforzar mi convicción quiero compartir una experiencia que me dejó enormes enseñanzas.
En 1971 participábamos de una asamblea estudiantil en el liceo de Las Piedras. La discusión refería a alguna de las tantas reivindicaciones estudiantiles de aquel momento. Las distintas mociones expresaban los distintos caminos de lucha para llevar adelante la protesta y obtener el objetivo. Como en todo debate de aquella época, las mociones se respaldaban teóricamente con citas a los distintos referentes de la izquierda local e internacional, con los que cada orador simpatizaba.
Lo menos importante era la moción. Lo más relevante era discutir acerca de reforma o revolución, la insurgencia juvenil, la lucha de clases, las masas o el atajo, marxismo o guevarismo.
En dicha asamblea eran mayoría quienes sostenían que el camino a recorrer para el acceso al gobierno y al poder debía ser junto a las masas, con la gente y por la vía democrática. En minoría estaban los defensores del foquismo y la urgencia del atajo.
La historia demostró que los que en esa asamblea eran mayoría tenían razón pero en aquel momento ninguno de nosotros lo sabía.
Aquella mayoría del liceo pedrense tenía buenos oradores. Estudiosos, militantes, y astutos en el debate, iban dejando a la minoría argumentalmente acorralada. Se venía la votación y el resultado era inminente y previsible. Entonces un compañero de la minoría se paró y grito bien alto “vivan los
nuestros Uds. no sirven….”. No pudo terminar de hablar.
En fracciones de segundo el virtuoso intercambio de ideas dio un giro y muchos de los oradores apelaron a instrumentos como las trompadas, palazos y cadenazos para que las ideas que se debatían entraran en la cabeza de los discrepantes a pura fuerza bruta.
La batahola se trasladó a la calle, vino la policía y repartió palos a granel sin distinción de mayorías y minorías y muchos terminamos siendo conducidos a la comisaria. No nos convencimos de nada y lo peor de todo es que la que ganó fue la policía.
Muchos años después algunos aprendimos que la forma como se discute es tan o más importante que los propios contenidos de la discusión.
Si la preocupación pasa porque en vez de buscar caminos de entendimiento nos erigimos en jueces supremos respecto de quien es o no de izquierda, quienes estamos con los explotados y quienes con los explotadores, y otras cuestiones por el estilo; el resultado será el mismo de la asamblea del liceo, quienes van a vencer son los conservadores cuyo único propósito es la vuelta al Uruguay del pasado.
Quiero expresarlo claramente, el debate de ideas y argumentos sustantivos fortalece la unidad. Lo que la lesiona es la apelación al adjetivo y la etiqueta reduccionista.
La unidad debe ser una tarea de todos y no solo de quienes nos sentimos responsables de que el debate ocurra en los parámetros que nos permitan efectivamente ponerle freno a la restauración.
Nadie tiene asegurado el triunfo de antemano. Hay que construirlo y trabajar duro con la gente para lograrlo y fundamentalmente hay que desarrollar mucho la fraternidad como el sistema nervioso de la unidad. El triunfo es con todos o no es. Nadie es imprescindible pero todos somos indispensables.
El camino siempre fue largo y la tentación de los atajos siempre nos dejó retrocesos inmensos.
Como bien dice Lula hay que dar pasos cortos y seguros, o como repite siempre sabiamente nuestro pueblo, despacito y por las piedras.
Enrique Pintado
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias