Estas son mujeres!!! Stefano Casini
18.04.2025
Cuando en las redes vemos videitos banales sobre feminismo o machismo, deberíamos callar a muchos. El Feminismo, que se mezcla de forma muy triste con derechos humanos, igualdad de género, victimismo crónico y otras yerbas, se vuelve una realidad concreta en una de las guerras más largas de la actualidad.
Ese Putin que el 22 de febrero de 2022, advirtió que en menos de una semana Ucrania estaría a sus pies, debe lidiar hoy con una amenaza mucho más peligrosa que las tropas o los drones de Zelensky: LAS MUJERES UCRANIANAS.
Cuanta más información se produce y se emite sobre un determinado evento, más aparecen grises, más allá que se hace realidad ese viejo dicho rioplatense que dice: No aclares que oscurece.
En estos tiempos plagados de banalidades, pensamientos débiles, dogmatismos fanáticos y el insistente dominio de la post verdad, las emociones reemplazan la razón y los únicos colores que pueden ver más nítidos son los de los sentimientos patrióticos y las banderas.
Una guerra se construye antes de que se tire la primera bala y el desarrollo de las operaciones se debe ajustar a las exigencias de un guión escrito mucho tiempo antes por los actores elegidos para interpretarlo. Si vamos a la lógica pura, cualquier analista bélico, diría que, hacer una operación por parte de Rusia, al estilo Hitler o Napoleón, en 2022, podría significar un suicidio. Subestimar una potencia como Ucrania, a pesar que Putin tenía y sigue teniendo otros mecanismos mucho más efectivos para doblegar su archi enemigo cosaco, fue un error. El Zar prefirió la entrada triunfal, desplegando cientos de miles de soldados, miles de tanques y cañones. Con los 64 Km de longitud de la columna invasora "soviética", Putin quiso decirle a Zelensky, su pueblo y al mundo que, con él no se juega y que invadir Ucrania era simplemente un trámite. Este error estratégico tan infantil, mostró una falta de criterio que invitó los altos mandos militares ucranianos, a realizar la primera operación exitosa: destruir los últimos 10 km de la caravana invasora, donde se guardaban los insumos, la comida, el agua o la gasolina para los medios de transporte. Después de más de 3 años, según el UCDP (Uppsala Conflict Data Program) entre 174.000 y 420.000 personas murieron en los 3 años de guerra entre Rusia y Ucraniah. Entre 2014 y 2022, la guerra en Dombás había costado las vidas de más de 10 000 separatistas, rusos y soldados ucranianos, así como las de 3000 civiles, a pesar que la lucha debía ser ralentizada a un conflicto prolongado y solo habían muerto 350 civiles desde 2016.
En la aceptación de la densidad moral de víctimas y verdugos, no es fácil asignar el rol convencional de vencedores o vencidos. Las cifras "oficiales" de bajas son ridículas pero nos pueden dar una pauta del problema. Habría habido 80.000 soldados ucranianos muertos, contra casi 280.000 soldados rusos. Hay estadísticas que hablan de 42 muertos civiles ucranianos por día. Sin dudas, aunque podría ser válida la proporción, los números, de seguro, son mucho mayores.
Comenzando con la mujer ucraniana, esta misma sigue siendo, quizás, el arma más efectiva de su país. Contra la "cosificación" global de la mujer y echando un vistazo a la literatura sobre las últimas guerras, se confirma la tesis de la posición de la mujer en los escenarios bélicos, su instrumentalización y toda la desconsideración omisiva en los tribunales y en los análisis post conflicto. El rol de la mujer es algo secundario, pero, en la realidad, es absolutamente primario, por lo menos en esta guerra eterna. Las mujeres ucranianas que hoy están envueltas en la invasión rusa de Ucrania eran, hasta unos pocos años, madres, hermanas, hijas, nietas, periodistas, profesoras, cantantes, funcionarias públicas o privadas, cinéfilas, veganas, cosmopolitas, hippies, punks, pobres, ricas, trans o lo que les ocurra. Muchas de ellas eran estudiantes preguntonas o de esas silenciosas al final del aula, las que pueden hacer preguntas ingenuas, liberales, progresistas o de las odian la política. Sin embargo, mujeres con una identidad plena y determinada, compuestas de muchos elementos vitales, proyectos y sueños cumplidos o en ejecución, pero, la mayoría con proyectos que quedaron truncos por un tiempo o para siempre. También hay muchas ucranianas que se fueron y se van, alejándose de pensamientos colectivos o de rendición o resistencia hasta la muerte. Todo lo que se logró hay que abandonarlo si te casas con la defensa de tu territorio, dando paso a grandes sufrimientos y sentimientos como el miedo, el trauma, la pérdida, el horror en forma de violaciones continuadas, prostitución forzada o abusos de toda clase. El tiempo va pasando y se aleja la posibilidad de volver a ser lo que fueron antes de ese fatídico 22.2.22. Muchas mujeres que se fueron para salvar a sus hijos, ya se están dando cuenta que eso supuso entrar en el mundo de la ACNUR (Alto Comisionado Naciones Unidas para Refugiados), el dramático mundo de los refugiados, de los desesperanzados. Mientras tanto, esta guerra sigue matando otros: sus hijos, maridos, padres y madres. Las que decidieron quedarse sabiendo que había que dejar estudio, trabajo o familia, ven de cerca la tortura y la muerte. La historia nos sigue enseñando que el papel de la mujer sería muy inferior al del hombre: ¿Cuantas mujeres son las que se sientan en las mesas de negociación, donde se deciden bloqueos, aumento de armamento o estrategias de invasión? Ante algunos ojos aparecen víctimas, algunas sometidas a sufrimientos específicos de su género, como ya ocurrió en tantos conflictos. Las mujeres ucranianas, como en el resto del mundo, tienen muy poco espacio en las decisiones finales. No son, ni negociadoras, ni mediadoras, ni firmantes. De todos modos, en esta guerra larga, agotadora, que aniquila gente y recursos, las mujeres ucranianas fueron esas piezas fundamentales para que el sentido patriótico siga teniendo algún valor en la humanidad. Cerca de estas heroínas ucranianas hay un referente relevante que se llama la Coalición de Mujeres por la Paz. Atraviesa todas las barreras y divisiones estatales, nacionales y étnicas. Son mujeres albano-kosovares y serbias que hacen algo que nadie es capaz de hacer en sus países: trabajan juntas. Todo nació cuando, en una aldea kosovar, hubo una horrenda masacre en 1999, cuando murieron casi todos los hombres. En un país en el que menos del 10% de las mujeres son la principal fuente de ingresos de sus familias, una mujer pasó de vender adobos por las ferias a ser la Directora de la más importante Cooperativa Agrícola de su estado, gestionada sólo por mujeres. Las mujeres ucranianas de hoy son las que pueden repetir lo que Hannah Arendt, conocida filosofa norteamericana escribió en 1943:
"Perdimos nuestro hogar, es decir, la cotidianeidad de nuestra vida familiar. Perdimos nuestra ocupación, es decir, la confianza de ser útiles en este mundo. Perdimos nuestra lengua, es decir, la naturalidad de las reacciones, la simplicidad de los gestos, la sencilla expresión de los sentimientos... Nos hemos convertido en testigos y víctimas de terrores peores que la muerte".
Todo esto en medio de un sepulcral silencio jurídico y una total desconsideración política, una verdad palpable de las mujeres en guerra. No estoy tan convencido que esta ola femenina y feminista luchando por géneros, derechos que ya consiguieron, ninguneo u odio a los hombres, manifestaciones violentas o pintadas a iglesias, sean mucho más útiles que UNA MUJER UCRANIANA.
Stefano Casini es periodista. Empezó en Radio Clarín, su primer noticiero en 1968. Después continuó por L'Eco D'Italia, L'Ora D'Italia, Guía Financiera, suplementos en El País, El Observador, La República, fue 23 años Corresponsal de RAI, Gente dItalia, 5 años de Radio TV Suiza Internacional y 2 años de CNN.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias