Ocho años de solidaridad, todos los días. La brigada del PCU en Angola
Esteban Valenti
23.11.2015
Reportaje al doctor Fernando Rama.
Este es un largo reportaje a uno de los integrantes de la Brigada solidaria del PCU con Angola. Una de las páginas más nobles, más exigentes que vivieron los uruguayos en el exilio. A la lejanía de la Patria, de las familias, de los amigos y compañeros, se sumaban las muy difíciles condiciones de vida. Fernando las relativiza, asi nos las relata.
Al principio eran realmente muy duras. Había que ser solidarios, cumpliendo con pasión e inteligencia las funciones profesionales, pero además tratando de conseguir comida, transporte, agua y todo lo necesario para vivir. Y todo se hacía más difícil con varios niños a cargo. Y lo hicieron.
Durante un buen tiempo ir a trabajar, comer todos los días, mantener la poca ropa disponible y hacerlo sin ningún sueldo o remuneración era solidaridad en serio. Sin declamaciones. Y lo siguió siendo cuando mejoraron en algo las condiciones.
Voy a relatar una anécdota. Muchos años después, en 1995 o 1996 viajé a Luanda para tratar de instalar el TIPS un programa de nuevas tecnologías e información de los países del sur, desarrollado por las Naciones Unidas. Y visité la oficina de la ONU en Luanda, y cuando le anuncié a una funcionaria que era uruguayo, se puso a llorar incontenible. Me quedé paralizado. Me preguntó entre sollozos si conocía a los doctores Fernando Rama y Eduardo Seguí. Acentuando la pronunciación en la palabra "doctor". Obviamente los conocía.
Me abrazó y me pidió que cuando los viera los abrazara de parte de María Asunción y su familia, porque le debían mucho, muchísimo. Uno había atendido a su padre con una patología siquiátrica seria y el otro había atendido, como odontólogo a sus hijos cuando eran pequeños. Se hizo una rueda de funcionarios y varios recordaban a "Uruguai un povo en luta", la audición de la brigada.
Podría contar una infinidad de anécdotas maravillosas o dolorosas de esa gente, de esos compañeros y compañeras que se jugaron en serio por la solidaridad.
Durante la visita del Presidente Jorge Batlle a Luanda, la primera en la historia de un mandatario uruguayo a África, lo recordó en su discurso principal, con grandeza y generosidad. Y las autoridades angoleñas lo recibieron a la altura del prestigio que tiene Uruguay en ese país.
¿Usted integró la brigada de uruguayos en Angola?
En efecto, integré la Brigada del PCU que trabajó en la entonces llamada República Popular de Angola, desde su origen en febrero de 1977 hasta 1985, cuando la mayoría de sus integrantes regresamos a Uruguay en función de la recuperación de la democracia. Fueron en total ocho años de intenso trabajo llevado a cabo en diferentes circunstancias. En principio fuimos unos 20 o 21 compañeros que permanecimos un año integrados en lo que dio en llamarse la Misión Civil Cubana en Angola. Luego se fueron incorporando nuevos camaradas hasta totalizar alrededor de 40 militantes. El núcleo inicial partió de Cuba y llegamos a Luanda con una escala en Guinea Conakry. En los años subsiguientes se fueron incorporando compañeros provenientes de diferentes países: Hungría, Checoeslovaquia, Suecia, la República Democrática Alemana, la Unión Soviética.
¿Qué edad tenía y en qué sector debía aportar Ud.?
Tenía 33 años y mi compañera, Beatriz Sienra 32. En ese entonces teníamos cuatro hijos y como en el inicio de la misión internacionalista que integramos no había condiciones para llevar niños fui sólo. Posteriormente, al año siguiente, es decir en 1978, la Embajada de Cuba instaló una escuela primaria y entonces fue posible incorporar a nuestros hijos que tenían 9,7, 5 y 3 años.
Cuando partimos de Cuba los primeros integrantes teníamos diferentes profesiones o destrezas. En mi caso yo tenía una carrera como docente universitario. Había ganado por concurso cargos en la Facultad de Medicina primero y luego en las Facultades de Veterinaria y en la de Humanidades y Ciencias. Eso implicaba trece años de experiencia en la enseñanza en una de las disciplinas básicas que se dictaban en esas Facultades. Al mismo tiempo, en el año 1969, había ingresado en el Instituto de Profesores Artigas al haber aprobado el correspondiente examen de ingreso que ese año tuvo como tema prefijado el análisis de la generación española del 98. Me había recibido de profesor de Literatura en 1974, cuando militaba desde 1971 en el sector universitario del P.C.U., en tareas de organización. Ya en ese entonces la militancia era una especie de semiclandestinidad, al menos en mi caso, debido a las funciones que desempeñaba en el Frente de Organización. Al producirse la intervención de la Universidad por parte de la dictadura yo y todos los militantes comunistas de la Universidad sabíamos que seríamos destituidos, cosa que indefectiblemente ocurrió cuando masivamente nos negamos a firmar el llamado certificado de fé democrática. También sabía que sería excluido como profesor de enseñanza secundaria donde llegué a dar clases en el horario nocturno del Liceo 17, cerca del Palacio Legislativo. La conciencia de ese ineluctable destino me llevó a inscribirme, en virtud de una especie de vocación postergada, en el post-grado de Psiquiatría en 1973, post-grado que tuve que interrumpir en octubre de 1975 cuando se desató la llamada operación Morgan contra el P:C.U.
Cuando partimos para Angola no tenía ni idea de en qué sector podría hacer un aporte. Afortunadamente, una vez instalados en Luanda resultó que el gobierno del M.P.L.A. (Movimiento para la Liberación de Angola) estaba pensando en reabrir los cursos universitarios y fue allí que pude integrarme inicialmente.
A su vez mi compañera Beatriz había concluido sus estudios en la Facultad de Química y se había recibido de Ingeniera Química y al mismo tiempo iniciaba su carrera como docente de Química Inorgánica. Ella también militaba en el P.C.U. y fue destituida. Cuando se incorporó a los trabajos de la Brigada también se desempeñó como docente en la Facultad de Ingeniería y por un par de años también en la Facultad de Ciencias.
En la Brigada había médicos generalistas y pediatras, maestras, asistentes sociales, mecánicos calificados, panaderos y compañeros con otras calificaciones. Todos íbamos con la misma expectativa: trabajar en lo hiciera falta para la reconstrucción de un país destruido por la guerra.
¿En qué condiciones económicas fueron?
En los primeros tiempos, durante un año o más, no percibíamos salario alguno. Estábamos integrados en la Misión Civil Cubana que nos proporcionaba alojamiento y comida. Posteriormente se realizó un acuerdo con el gobierno del MPLA en virtud del cual se nos contrató como "cooperantes", es decir como técnicos que recibíamos un sueldo en dólares que pagaba el gobierno de Angola. Ese salario era igual para todos y con independencia de la tarea que hiciéramos. Según Beatriz el monto percibido era de U$S 200 mensuales. Pero la mayor parte de ese sueldo estaba destinada a ser enviada a Uruguay a los efectos de subvencionar los gastos del PCU en la clandestinidad. Los montos de los sueldos fueron variando con el tiempo. Inicialmente viajamos con un pasaporte emitido por el gobierno cubano y luego de un tiempo el gobierno de Angola nos proporcionó un pasaporte angoleño. Según las circunstancias utilizábamos uno u otro pasaporte. Debido a que nosotros no recibíamos el salario en forma directa seguíamos dependiendo para obtener los insumos indispensables de la Misión Civil Cubana. Posteriormente, cuando pasamos a tener el estatuto de "cooperantes" tuvimos acceso a una tienda especial donde podíamos adquirir suministros importados de diferentes partes del mundo.
Es necesario aclarar que durante toda nuestra estadía en Angola las condiciones políticas y militares impidieron el desarrollo de un mercado ya que la relación del campo y la ciudad estaba cortada. Con el tiempo se fue desarrollando un mercado donde existían algunos productos, principalmente importados. También fue una característica de ese período la masiva emigración de campesinos a la ciudad, lo que generaba diversos problemas de abastecimiento. La UNITA de Jonas Savimbi, apoyada por Estados Unidos y el régimen de apartheid cortaban sistemáticamente, mediante atentados de extrema violencia, el suministro de agua y electricidad a la ciudad de Luanda, lo que ocasionaba las principales dificultades de nuestro diario vivir. Con el tiempo nos fuimos acostumbrando a tener agua durante dos o tres horas al día y a soportar apagones que a veces duraban varios días. Tal vez el atentado que produjo mayores trastornos fue la explosión perpetrada por la UNITA en la refinería de petróleo de Luanda.
En el caso de nuestra familia, la Universidad nos asignó una casa de su propiedad, que era bastante grande y donde solíamos reunirnos para tratar los asuntos de la Brigada y para planificar la multitud de tareas que teníamos que llevar a cabo en forma colectiva, más allá del trabajo particular de cada integrante de la Brigada.
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Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).