Shampoo en los ojos
Federico Filippo
07.05.2013
Uso lentes hace bastante tiempo ya. De las primeras cosas que hago no bien me despierto por la mañana es buscar mis anteojos.
Ya no consigo ni ver la hora en el despertador sin su ayuda. Lo que también hago todas las mañana es ducharme. No es práctico ducharse con los lentes puestos. Paula tiene la manía de comprar la misma marca para shampoo que para el acondicionador. Por lo tanto los envases son parecidos. Me salva cuando el acondicionador es de esos que se apoyan con la tapa invertida. Si esto no es así he terminado varias duchas invirtiendo el sentido de lavado. Me acondiciono el pelo para luego lavarlo.
En los hoteles que frecuento la situación es aún peor. Los frascos son mucho menores, no tendría sentido poner un frasco tamaño familiar. Esto hace que las letras sean aún más pequeñas e ilegibles. En el último hotel que estuve el set de baño era toda una serie de frasquitos de L´Occitane. Estaban hermosamente alineados dentro de una ducha cristalizada. Entré a tomar un reconfortante baño luego de 12 interminables horas de vuelo. Como de costumbre entre sin mis lentes. Cuando llegó la hora de lavarme el pelo no sabía si estaba a punto de ponerme el gel para ducha, el acondicionador, la loción de cuerpo o si efectivamente iba a dar con el shampoo.
Molesto con el viaje, con la industria cosmética internacional y con la falta de sensibilidad de los hoteles cinco estrellas, decidí salir chorreando agua por toda la habitación. Llegué hasta mis lentes y volví dejando una estera de agua en la moquette. Parado fuera de la ducha fui agarrando de a uno los frasquitos hasta dar con el shampoo. Dejé todos los demás afuera para no volver a perderme.
Al día siguiente, la buena mucama que todo cinco estrellas tiene, siguió minuciosamente todos los
procedimientos para acomodar la habitación de acuerdo al estándar exigido. Entré a la ducha pensando en la jornada que estaba por iniciarse y suponiendo ese tema resuelto. Ya todo mojado y disfrutando los primeros chorros me di vuelta para agarrar el frasquito de shampoo. Pero ahí estaba compartiendo estante con sus primos y amigos de parranda. Parecían burlarse de mí. Malditos frascos!!!. Decidido a no lavarme la cabeza con loción para el cuerpo volví a deambular por la habitación como recién salido de la playa. L´Occitane son productos caros, Paula los adora. Decidí guardar los tres frasquitos en mi maleta y dejar afuera solo el shampoo.
Esto es lo que te pasa si vas a hoteles buenos. Al día siguiente volvieron a estar los 4 frasquitos ordenadamente alineados dentro de la ducha. Esta vez los vi antes de entrar. ¿Vamos a ver quién aguanta más? Me dije. Y volví a guardarme los tres frasquitos. Con una semana de estadía puedo volver e ir acumulando regalos para la próxima navidad. A la mañana siguiente el Hotel desistió de seguirme obsequiando muestras de lo mejor de la cosmética francesa.
Esa mañana finalmente me pude duchar sin lentes. A la industria del shampoo y del cuidado del pelo, a estas grandes multinacionales que nos lavan el pelo a diario, tengo una importante recomendación para hacerles. O ponen en sus frascos letras grandes que identifiquen cada producto, alcanzaría con un SH y un AC bien destacados, o venden los frascos acompañados de lentes sumergibles y con diferentes graduaciones para los checatos como yo que nos resistimos a ducharnos con anteojos.
Federico Filippo (*)
(*) Como decía mi abuelo, "Cittadino del Mondo"
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias