Grado inversor, política económica e instituciones

Fernando Lorenzo

09.04.2012

La política económica y la construcción institucional iniciadas en marzo de 2005 han generado, y generan, junto con el resto de las acciones públicas desplegadas desde entonces, uno de los períodos de crecimiento más largos e intensos que se registre en nuestra historia económica y se traducen en resultados sociales cada vez más alentadores.

De ello dan cuenta los logros en materia de combate a la indigencia, pobreza y desigualdad informados recientemente por el INE. Finalmente, todo ello está encontrando eco en las oficinas de las calificadoras.

Familias y empresas saben muy bien lo que significa estar bien calificados en relación a sus conductas crediticias y, por lo tanto, saben muy bien lo que significa tener un más fácil acceso al financiamiento variado y de bajo costo. El gobierno, a través de las emisiones de su deuda pública, también lo sabe. Y los tres actores institucionales -familias, empresas y gobierno- saben qué es lo que sucede cuando la "calificación" no es buena. Los proyectos, ya sea los individuales como colectivos, los públicos como los privados, se encarecen y las inversiones se postergan. Las potencialidades productivas no se concretan, las "ventanas de oportunidad" se cierran y el bienestar social se resiente.

Comunicar claramente los avances y las fortalezas de la economía fue, y es, una de las tareas del ministerio. No se trata de forzar reconocimientos, recibir palmeadas en la espalda ni de prometer el seguimiento de agendas de terceros. El objetivo siempre fue que las agencias calificadoras reconocieran cabalmente que la economía uruguaya había superado las vulnerabilidades en las cuales la habían sumido anteriores conducciones políticas y económicas, con su inevitable desenlace en la crisis del 2002.

¡Y vaya si eran de envergadura las vulnerabilidades económicas y financieras, además de las sociales y propiamente institucionales, heredadas el 1° de marzo de 2005! La "continuidad" de las políticas económicas y de los formatos regulatorios e institucionales no hubieran permitido, en absoluto, revertir aquel estado de cosas. Todo lo contrario.

Aquel objetivo se concretó en múltiples reuniones y presentaciones públicas destinadas a mostrar el estado de situación y las perspectivas de la economía, explicar el sentido de las opciones de política desplegadas (en particular las desarrolladas en el plano financiero), exhibir los progresos sociales de una sociedad que tiene una marcada preferencia por la equidad y no tolera la exclusión, exponer las características del marco institucional y del conjunto de reglas e incentivos en el cual se desarrolla la actividad productiva y dar cuenta de las tareas pendientes. Y explicar los cómo y porqué de la gestión de deuda realizada.

"Uruguay: instituciones y economía, las claves del éxito" se llamó la última de las presentaciones realizada con este objetivo, el pasado viernes 16 de marzo, en el marco de las jornadas previas a la Asamblea de Gobernadores del BID. Recomiendo enfáticamente la lectura del material preparado para aquella instancia por el equipo de la Unidad de Gestión de Deuda Pública. Su revisión le da sentido y completa con exceso las constataciones realizadas, tardíamente, por Standard&Poor´s. Con la misma tónica, fueron múltiples las reuniones mantenidas durante esos días por el equipo de la Unidad de Gestión de Deuda Pública con operadores del sistema financiero.

La intensa tarea comienza ha dar sus frutos. Que las calificadoras hicieran su trabajo permitiendo, así, que gobierno y empresarios pudieran continuar con el suyo. Ampliar el abanico de potenciales inversores en papeles de deuda pública y en empresas, diferenciar positivamente las emisiones de deudas y consolidar mejores condiciones de financiamiento para el sector privado y el público, dar cuenta sin cortapisas de la confianza que generan la política económica, el marco institucional y el trabajo de los uruguayos son algunas de las consecuencias esperadas del tardío reconocimiento.

La construcción institucional realizada desde marzo de 2005 en el Ministerio de Economía y Finanzas, así como en tantas otras de las instituciones del área económica y financiera, fue otro de los factores clave que explican los resultados obtenidos. El éxito de la política económica también depende y se explica a partir del conjunto de instituciones que la contiene y da cuenta de la calidad de los procesos de toma de decisiones. En este sentido ¡hay que leer el decreto del 26 de diciembre de 2005, y no antes, que crea la Unidad de Gestión de Deuda Pública para tomar conciencia de la magnitud del esfuerzo realizado! Contar con una unidad para el manejo profesional de la deuda parece ser actualmente algo tan obvio como inexplicable lo era su anterior inexistencia. ¡Vaya que fue complejo y costoso el proceso de construcción institucional que hubo que llevar adelante, en éste como en tantos otros temas! La continuidad con las prácticas previas al 1 de marzo de 2005 en este plano, el de las instituciones en el marco de las cuales se gestionan políticas y decisiones relevantes en materia económica, difícilmente hubiera dado lugar a resultado alguno.

El reconocimiento reflejado con la obtención del grado inversor es el reconocimiento a las políticas públicas desplegadas (y a la política económica en particular), a sus resultados y al esfuerzo colectivo desarrollado por gobierno, empresarios y trabajadores. Las recomendaciones contenidas en el informe de S&P no constituyen, para nosotros, una hoja de ruta que de cuenta de ninguna clase de "continuidad" con políticas totalmente superadas y dejadas atrás.

En particular, la política fiscal es y seguirá siendo, el ancla macroeconómica, y no como antes del 2005 cuando era fuente de inestabilidad y, déficits fiscales crecientes mediante, de un agobiante endeudamiento. La regulación y supervisión del sistema financiero seguirán siendo tan estrictas y adaptadas a las necesidades actuales como lo son actualmente, y no se parecerán más a aquel desdichado mecanismo de relojería que estalló en 2002. La política cambiaria seguirá siendo flexible, dejando atrás las "fijezas" que tanto infortunio trajeron. Los niveles de dolarización de la deuda pública son, actualmente, confortables y los records de antaño quedaron definitivamente atrás. La gestión de la deuda pública seguirá con su tarea cotidiana de búsqueda de plazos, monedas, tasas y mercados cada vez, grado inversor mediante, más convenientes, dando vuelta las épocas y costumbres, no tan lejanas, cuando la deuda se convirtió en un problema casi insoluble.

El marco de incentivos que estimula la inversión productiva se mantendrá y mejorará y la apertura comercial y la búsqueda de mercados estables, en la región y el resto del mundo, seguirá siendo una prioridad.

En definitiva, la obtención del grado inversor reconoce algunos de nuestros esfuerzos, progresos y fortalezas y, de acuerdo a las reglas de juego de los mercados financieros, nos facilitará la tarea que tenemos por delante. El compromiso con la agenda construida a nivel del gobierno, con el programa de la fuerza política y con la sociedad toda se mantiene.

Fernando Lorenzo
2012-04-09T14:33:00

Fernando Lorenzo, ministro de Economía y Finanzas

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