Polonia y un triunfo de la democracia sobre el autoritarismo

Gastón Castillo

17.10.2023

Transcurrida la madrugada del lunes, pocas certezas más allá del tradicional sondeo a pie de urna nos otorgaban algunos datos que, sin ser oficiales, brindaban una oleada de esperanza para toda Europa y, en particular, para Polonia.

Una jornada con una participación histórica ha demostrado la capacidad de los pueblos para revertir aquellos procesos nocivos para sus respectivas naciones. Nadie podría prever, meses antes, resultados de tales características, poco probables con la consolidación de Orban en Hungría y la reciente victoria de Meloni en Italia, que colocaron a la comunidad europea en un estado de alarma sin precedentes.

El avance del populismo conservador dejaba expuesta una nueva cara en cuanto a los avances extremistas en todo el mundo, lo que acongojaba cualquier expectativa de progreso y de integración comunitaria.

La nueva ola conservadora, que tuvo su apogeo contemporáneo con Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos, quedaba atrás para dar paso a un proceso que se consolidaba con una fuerza sin precedentes. La derecha polaca es un ejemplo de ello, con un gobierno consolidado desde 2015 y con el leal apoyo de la Confederación (un partido de extrema derecha que ha respaldado las políticas de Morawiecki). La oposición, por su parte, se encontraba un tanto dividida entre la izquierda, el centro y los partidos liberales de centro-derecha. Ante esto, la noción de un cambio en el gobierno parecía un tanto utópica.

El conservadurismo intentó, además, movilizar el electorado tradicionalista de los partidos de ultraderecha mediante diversas consultas populares junto con las elecciones, lo que resultó en un doble fracaso para un conglomerado que pretendía ganar el gobierno y consolidarse a través de estas consultas.

Desde que Polonia volvió a la senda democrática, no se habían visto tales niveles de participación, augurando una elección sin precedentes. Las colas en los centros de votación se extendían hasta la madrugada europea, causando asombro internacional por la alta participación en el sufragio (especialmente de mujeres y jóvenes).

Tuvimos que esperar hasta la mañana en Occidente para conocer los primeros resultados oficiales que coincidieran con los resultados a pie de urna. El conservadurismo ganó las elecciones, pero no fue suficiente para formar gobierno. Esto demostró una vez más que al populismo conservador y reaccionario se le vence a través de consensos interpartidarios, sin sectarismos y con unidad democrática.

El partido PiS y sus aliados no solo perdieron en el Congreso, sino también en el Senado, donde la oposición obtuvo una mayoría abrumadora, algo rara vez visto.

La coalición cívica enfrenta una tarea histórica que, gracias a su amplitud, deberá abordar. Esta coalición de verdes y liberales tendrá la llave para cambiar el rumbo de la historia de Polonia y posiblemente de Europa. Esto demuestra que la única forma de vencer al populismo es mediante la creación de consensos entre las diversas posturas ideológicas dentro del marco de las libertades y la democracia. Junto a Tercera Vía (Centro Derecha) y Lewica (Centro Izquierda), tienen la posibilidad de formar un gobierno alternativo que hoy está liderado y asediado por la ultraderecha.

Estas oportunidades, otorgadas por el pueblo a través de su voto, no son coincidencias, sino consecuencias del clima de crispación que enfrentan los pueblos de todo el mundo a través de ideas que expanden el odio de forma sistemática, como único método viable para hacer política.

El sentimiento patriota que Polonia puede expresar hoy es el de levantar las banderas de la democracia en busca de la consolidación de un proyecto distinto al que ha ofrecido el extremismo conservador. Esto solo es posible si se escucha la voz del soberano, en particular la de la juventud, que salió a votar en más del 70%.

La voz de Polonia no solo debe ser un amplificador para Europa, sino para el mundo entero. La batalla cultural, ideológica y territorial contra el conservadurismo individualista también se libra en tierras hermanas, donde debemos contribuir desde los proyectos colectivos e integracionistas para vencer a estos pensamientos antipopulares que solo generan más confrontación entre los pueblos.

El deber de los demócratas es contribuir a la consolidación de ideas de progreso y justicia social, con una perspectiva de derechos humanos, igualdad y solidaridad.

El futuro que nos espera a quienes enfrentamos los sesgos retrógrados de autoritarismos populistas debe ser como el polaco, donde prime la integración por encima de lo individual.

 

Gastón Castillo. Presidente del Comité Unidad - Teja "El Capi", Secretario de Juventud de la Coordinadora E del Frente Amplio y Dirigente de Alternativa.

 

 

 

Columnistas
2023-10-17T13:42:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias