Esta nena está causando problemas
Gerard Cretenze
14.06.2020
Puedo especular con lo siguiente, Martín Lema no es un hombre perverso con inclinaciones misóginas que anda por la vida molestando mujeres con premeditación y alevosía. Puesto en el microscopio lo que vamos a ver es un varón infectado del mismo virus que la mayoría de la sociedad, incluida las mujeres: nuestra cultura patriarcal. Algunos tenemos más o menos anticuerpos y por tanto más o menos energía para enfrentarlo, pero como es vergonzante todos vamos a negar que estamos enfermos.
Montgomery es una pequeña ciudad ubicada en el sur de los EEUU, capital del estado de Alabama y famosa porque allí se desarrolló el llamado "boicot de los autobuses" en 1955.
Los ciudadanos negros de esa ciudad, principales usuarios de las líneas de buses (tres cuartas partes de sus pasajeros eran afroamericanos) debían ocupar las últimas líneas de asientos pues las primeras eran destinadas a los blancos. En caso de subir un ciudadano blanco toda la primera línea ocupada por negros debía ser liberada para cederle un asiento. Y si el resto del autobús estaba lleno los negros debían viajar parados aunque en esa línea hubiese asientos libres. Los boletos se pagaban en el frente del bus pero la puerta apropiada para los negros era la del fondo porque allí estaban sus asientos. En ocasiones después de pagar debían bajar y recorrer el tramo hacia la puerta trasera por fuera del bus. Era habitual que el chofer arrancara y los dejara en la calle. Eso le ocurrió a Rosa Park cuando el conductor James F. Blake partió sin ella luego de obligarla a bajar para subir por la puerta del fondo.
El boicot tuvo lugar muchos años después, cuando Rosa fue encarcelada por no ceder su asiento a un ciudadano blanco. El chofer también era Blake. Las ordenanzas de la ciudad no exigían la segregación racial pero daban al conductor la potestad de otorgar asientos. ¿Cuánto tiempo había transcurrido entre el día que Blake la abandonó en la calle luego de pagar su boleto y este acto de rebeldía que haría historia? Doce años.
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¿Cuánto tiempo le va a llevar a Martín Lema entender que lo que hizo fue un acto de machismo puro duro? No lo sabemos. Lema, como Blake tiene la potestad de interpretar el reglamento. Lo que hacía Blake y todos los choferes de autobuses de Montgomery era un acto de segregación racial y para ello utilizaban las potestades que les daba un reglamento. Lo que hizo Lema fue dejarse llevar por las neuronas entrenadas en la cultura del patriarcado, utilizar el poder que le da la presidencia de la cámara y agitar el reglamento.
Diez años después de que la valiente Rosa despertara el boicot que, en solidaridad con ella realizaron los negros de Montgomery contra la compañía de autobuses, Estados Unidos seguía sumido en la lucha contra la segregación racial más dramática de su historia, que atravesó toda la década del 60. Para que tengamos idea, apenas un año antes de que el hombre pisara la luna asesinaban a Martin Luther King, en lo que fue uno de los magnicidios más importantes del siglo XX. Martin, no Lema sino King, había construido su liderazgo conduciendo la protesta pacífica por los Derechos Civiles de los negros todo ese tiempo, y una de sus primeras acciones fue dirigir el "boicot de los autobuses de Montgomery". Hoy día, 50 años después, y a juzgar por los acontecimientos que tuvieron lugar en Minneapolis podemos confirmar lo que ya sabíamos, la discriminación y la violencia de tipo racial no ha terminado.
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No es mi intención aquí establecer un paralelismo exacto, ni una analogía perfecta, cada cosmovisión discriminadora instalada por tanto tiempo en la historia tiene su propio sello. Pero es imposible no ver la similitud en la incapacidad y extrema lentitud del "darse cuenta" y la pasmosa reproducción del negacionismo. Porque la verdad, a veces es incómoda. Hacemos "gárgaras" para explicar lo inexplicable: que "no fueron palabras hirientes, fueron expresiones hirientes", que "no fueron hirientes pero estaban fuera del reglamento", que "si yo convalido esa expresión estoy dando por cierto que en ese recinto y por el hecho de ser mujer hay legisladoras a las que no se las está escuchando". Al final no queda claro si al señor presidente de la cámara le parecieron hirientes, o fuera del reglamento, o no las convalida, o todo eso junto. Entonces advertí que era un trabajo titánico buscar el exabrupto en las palabras de la diputada Verónica Mato, porque no existió. Aunque la directora de INMUJERES, Mónica Botero, opina lo contrario. Lo cierto es que Botero, encargada del Instituto del Mides que trata los asuntos de violencia de género, de quien uno puede esperar un fuerte enfoque con ese perfil, decidió respaldar la posición del presidente de la cámara diciendo "Yo no creo que a Graciela Bianchi se la pueda callar fácilmente, quizá a otras que son nuevas y están un poco más inhibidas puede ser". Sus declaraciones tienen un olor muy fuerte a peguémosle a la víctima y no al victimario, cuestión que es muy común cuando se hacen apreciaciones vulgares sobre el abuso patriarcal. Si Verónica Mato no se hace oír porque es nuevita y se inhibe ante el murmullo ninguneador de los legisladores hombres, es porque ese ruido y ese ninguneo existen, y parece que los legisladores hombres no se atreven con las más veteranas como Bianchi. Hay otra explicación que Botero ha soslayado tal vez por la torpeza de sus reflexiones. La senadora Bianchi no despierta la resistencia de los legisladores varones porque es una militante consecuente del antifeminismo en la cámara. Es un compañero más.
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Les propongo un ejercicio. Imaginemos por un instante que estamos en aquel autobús en el que Rosa Park se resistió a dar su asiento. Imaginemos que somos un señor blanco observando a Rosa desde los asientos delanteros. Imaginemos nuestro pensamiento que sería más o menos así: "que se levante ya ésta negra así nos vamos todos a casa de una buena vez". Imaginemos ahora que somos parte de la tribu mayoritaria de la cámara baja, de un Palacio Legislativo que hasta la década del 90 (fines del siglo XX), no tenía baños para mujeres en la zona donde funciona el pleno de los diputados. Que estamos en el primer año de una legislatura donde hay más conservadores que antes. Que no somos ni más ni menos buenos que los habitantes de Montgomery, pero nuestra experiencia vital y cultural es esa y no nos da la cabeza para salirnos de ella. Casualmente estamos en la media hora previa en la que está haciendo uso de la palabra la diputada Verónica Mato. Irritados y de mal humor pensamos "esta nena está causando problemas". Entonces el presidente de la cámara la manda callar. Pudo haberla enviado a los asientos del fondo pero el reglamento no lo dice.
Gerard Cretenze
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias