La contribución de la salud de la población en la economía de un país
Homero Bagnulo y Carlos Vivas
29.05.2018
A punto de partida de los trabajos pioneros de Michael Marmot y de las reuniones propiciadas por la Organización Mundial de la Salud el impacto de los determinantes sociales y económicos en la salud de las personas ha adquirido una relevancia trascendente.
Las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen, determinan en gran parte las afecciones que desarrollarán. Las posibilidades que las personas gocen de bienestar y una buena salud empieza mucho antes de que requieran cuidados sanitarios. Por tanto, la responsabilidad por la salud pública va mucho más allá de la atención sanitaria y de los sistemas sociales de cuidados, si bien estos también inciden en el desarrollo de una buena salud. Una buena salud va mucho más allá de la ausencia de enfermedad. Concebida así, una persona saludable es alguien que tiene la oportunidad de desarrollar un trabajo valioso, dispone de una vivienda apropiada, relaciones estables, adecuada autoestima y que mantiene comportamientos saludables.
Sobre esta visión de la salud que se ha desarrollado fundamentalmente a lo largo de los últimos 25 años disponemos de información abundante y detallada. Por el contrario, se dispone de muy pocos datos sobre la contribución que una población saludable determina en la economía de las naciones. Es infrecuente que se reconozca la situación inversa, o sea, que una buena salud es un elemento esencial en el bienestar de la sociedad y en el avance de su economía. Un reciente trabajo de Louise Marshall publicado en The Health Foundation el pasado 30 de abril insiste en la necesidad de desarrollar proyectos que permitan medir con la mayor precisión posible la magnitud del impacto que las condiciones sanitarias y la mejora que las mismas tendrían en las finanzas públicas. Según dicha autora, si fallamos en mejorar y mantener una buena atención sanitaria los resultados económicos se deteriorarán. Hay múltiples ejemplos de como se pueden obtener mejoras económicas por medio de acciones que mejoren la salud de la población, muy especialmente actuando en edades tempranas. Así un niño que habite una vivienda saludable, tendrá menos enfermedades respiratorias, por tanto obtendrá un mejor rendimiento escolar que le permitirá acceder a mayores niveles educativos y superiores rendimientos económicos a futuro. También la buena salud mental de un adulto, le permitirá una mejor inserción el mercado laboral, obteniendo así mayores ganancias en su desempeño que se derramarán en la comunidad en que habita. Michele Obama divulgó hace unos años el concepto de "desierto alimentario" para definir así la ausencia de comidas saludables (frutas y verduras frescas), en los barrios carenciados de Chicago. La peor alimentación y la falta de ejercicio son factores determinantes de enfermedades cardiovasculares con aparición más temprana y que por tanto pueden ser determinantes en afecciones precoces y muertes tempranas que disminuyen los aportes económicos de los individuos a la sociedad. Posiblemente se puedan determinar aún relaciones más complejas entre el estado sanitario de una población y el impacto que esto tiene en la economía de dichas comunidades, ya que se vuelve difícil establecer los nexos causales.
Intervenciones múltiples que actúen simultáneamente pueden resultar en cambios que determinen mejoras significativas. Es imprescindible que tanto las inversiones como los resultados en las estrategias de mejoras sean cuantificadas a efectos de evaluar cuales son más costo-eficientes. Las dificultades que se le están presentando a los investigadores estriba en la duración prolongada de los proyectos. Dichos resultados pueden demorar décadas en hacerse visibles: una mejor vivienda puede determinar un menor ausentismo escolar, lo que a su vez mejore el rendimiento educativo y habilite mejores oportunidades de empleo.Pero para visibilizarlo y cuantificarlo se requeriran decadas. Aun asi es necesario medir las estrategias que se implemente.
Es ineludible llamar la atención a las autoridades gubernamentales que tienen dentro de sus fines lograr un desarrollo humano sustentable y sostenible. La sustentabilidad depende de que los investigadores tengan acceso a información actualizada, sin sesgos y relevante. El acúmulo de indicadores débiles, esto es, fácil de asignarle diferentes significancias no solo es un gasto inútil sino que arriesga la puesta en marcha de proyectos que de antemano están destinados a fracasar. Por otra parte, las políticas que tienden a un mayor nivel de bienestar social requieren ser sostenibles en el tiempo por lo que no solo deben contar con recursos sino estar en armonía con el patrón cultural de cada sociedad.
Diferentes humanistas han destacado el manejo del concepto "tiempo" como una de las cualidades de la sociedad postmoderna. Los agentes políticos, sindicales, educadores, empresarios y demás actores sociales deben asumir su responsabilidad en iniciar y sostener estrategias de desarrollo humano cuyos resultados solo se verán a largo plazo. Es necesario tener valor para sembrar semillas que darán frutos luego que finalice su periodo de actuación pública, no todo lo que impacta en los más necesitados se puede exhibir dentro de un período de gobierno. De su inteligencia, compromiso y valor depende el futuro de la sociedad a la que pertenecen y a la cual deben sus cargos.
Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas