Internet, redes sociales, IA: tiempos en que pensar se convierte en lujo. François Graña

29.10.2025

Un informe reciente muestra que las puntuaciones en la medición del cociente intelectual, que venía en aumento desde hace muchas décadas, han comenzado a nivelarse y a descender en lo que va de nuestro siglo (1).

 

Esta caída se correlaciona con un aumento continuo del uso de internet: la proporción de adultos que la utilizan, pasó del 76% en 2012 al 93% en 2023; las encuestas muestran que se verifica también en los niños una alfabetización decreciente (2). Muchos atribuyen este fenómeno a una cultura post alfabetizada en que las personas se informan a través de los celulares y evitan los textos densos en favor de las imágenes y los videos. Asimismo, se ha asociado el "déficit de atención e hiperactividad" en adolescentes (TDAH) con el uso de celulares, y una cuarta parte de los adultos estadounidenses podrían padecer esa condición (3).

La tecnología está alterando nuestra capacidad de concentración y de razonamiento, y ya ha determinado un retroceso considerable en los hábitos de lectura. Otro efecto no tan evidente, es la emergencia de una nueva forma de desigualdad. La analogía con lo que sucede en la esfera de la alimentación, es muy tentadora.  A medida que la comida industrial ultraprocesada se vuelve más accesible y adictiva, se ahonda la brecha entre quienes gozan de recursos socioculturales y económicos para mantener un estilo de vida sano y quienes son más vulnerables a la alimentación barata obesogénica. En todo el Occidente desarrollado, la obesidad se correlaciona fuertemente con la pobreza. Todo indica que lo mismo irá pasando con la marea de la post alfabetización.

El entorno digital, concebido para la distracción, lleva a una competencia incesante por la captura de la atención.  El éxito de las plataformas depende de su habilidad para generar adicción; los "bocados de discurso" son cuidadosamente diseñados para un consumo compulsivo que adormezca el razonamiento reflexivo. Esta incitación al consumo de contenidos habitúa nuestro cerebro a hojear, a reconocer patrones y a saltar distraídamente de un texto a otro. Esto se ve acrecentado cuando utilizamos nuestros teléfonos para leer (4).

Leer se vuelve cada vez más prescindible: ¿para qué, si Tik Tok o YouTube ofrecen cantidades industriales de videos que te lo cuentan brevemente y en animado lenguaje audiovisual...? Si agregamos los memes visuales, las noticias falsas, los ciberanzuelos y un torrente de contenido basura generado con IA, resulta un entorno mediático que representa el equivalente cognitivo a las coloridas góndolas de comida basura a las que es tan difícil resistirse.    

Al igual que los efectos negativos sobre la salud del consumo excesivo de comida basura, los daños cognitivos de los medios digitales serán más pronunciados en la parte inferior de la escala socioeconómica. Ya sabemos que los niños pobres pasan más tiempo al día frente a las pantallas que los ricos. Un estudio muestra que los preadolescentes y adolescentes estadounidenses cuyas familias ganan menos de 35.000 dólares al año, dedican a las pantallas cerca de dos horas más al día, en comparación con sus compañeros cuyos ingresos familiares superan los 100.000 dólares anuales. Los niños que utilizan pantallas más de dos horas al día tienen peor memoria de trabajo, bajos niveles de atención y habilidades lingüísticas disminuidas en relación a sus pares que están menos tiempo conectados.

En una cultura saturada de formas de entretenimiento más accesibles y absorbentes, la alfabetización prolongada amenaza con convertirse en asunto de élites; estas ya están adoptando limitaciones al uso de la tecnología. Entre 2019 y 2023, se abrieron en Estados Unidos más de 250 nuevas escuelas clásicas centradas en la alfabetización de "grandes libros" de formato largo. Entre ellas figuran las escuelas Waldorf, donde los dispositivos electrónicos están prohibidos o fuertemente restringidos. Todas estas escuelas son bastante más caras que las corrientes. Figuras notables de la tecnología como Bill Gates y Evan Spiegel se han pronunciado públicamente a favor de limitaciones en el uso de pantallas a sus hijos. En numerosos Estados de los EE.UU. -entre ellos California- están restringiendo el uso de celulares por parte de los alumnos.

De esta manera, el enfoque ascético de la "salud cognitiva" se concentra entre los más pudientes. A medida que las nuevas generaciones lleguen a la edad adulta sin haber vivido nunca en un mundo sin celulares, es altamente probable que la cultura se estratifique cada vez más. Un grupo relativamente pequeño de personas gozará de capacidad de concentración y de razonamiento superiores a los de la población en general. 

Un mundo post alfabetizado favorecerá a demagogos diestros en las redes sociales. Una población mayoritariamente "post alfabeta" estará más expuesta a la manipulación por parte de las élites de poder. La clase gobernante podrá adaptarse pragmáticamente al declive colectivo de la capacidad racional de la ciudadanía conservando los rituales de la democracia de masas pero manteniendo fuera del alcance de la ciudadanía las áreas claves de toma de decisiones.  

François Graña es doctor en Ciencias Sociales.

Notas

(1) Mary Harrington: "Pensar se está convirtiendo en un lujo". New York Times, 30/7/2025

(2) OCDE (2024): "¿Tienen los adultos las habilidades que necesitan para prosperar en un mundo cambiante?"; OCDE (2023): "Resultados de PISA 2022 (Volumen I)"

(3) Chaelin K. et al. (2028): "Asociación del uso de medios digitales con síntomas posteriores de trastorno por déficit de atención e hiperactividad entre adolescentes". Journal of the American Medical Association

(4) Carl Newport (2022): CÉNTRATE (DEEP WORK). Barcelona: Edic. Península

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2025-10-29T04:24:00

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