Invertir con propósito. Federico Rodríguez Aguiar
07.08.2025
Durante décadas, la atracción de inversión extranjera en América Latina y el Caribe se midió principalmente por su volumen y la capacidad de generar empleo en el corto plazo.
Sin embargo, en el contexto actual de desafíos globales y conciencia social creciente, el foco se ha desplazado hacia la calidad y el impacto de esas inversiones. Hoy, más que nunca, se impone una pregunta clave: ¿qué tipo de desarrollo se está promoviendo?
Recientes estudios señalan a los proyectos que incorporan criterios ambientales, sociales y de gobernanza, ganando protagonismo en la región. Esta tendencia responde a una nueva lógica: atraer capital que no solo genere rentabilidad financiera, sino que también contribuya activamente al bienestar social, a la innovación y a la sostenibilidad ambiental.
En palabras del economista José Luis Fernández, "invertir con propósito es apostar a largo plazo, integrando la economía con la sociedad y el medio ambiente." Esta visión se refleja en sectores estratégicos como las energías renovables, la biotecnología, la agroindustria sostenible y la economía digital. Inversiones en estas áreas no sólo dinamizan los mercados locales, sino que generan empleos de calidad, promueven el uso responsable de los recursos naturales y aportan soluciones a problemas estructurales.
En esa misma línea, Mariana Mazzucato, en su libro El valor de las cosas (2018), reflexiona sobre qué actividades realmente generan valor para la sociedad y plantea que las inversiones deben orientarse hacia sectores que crean bienestar colectivo, no solo rentabilidad financiera.
Este cambio de paradigma no ocurre en el vacío. En varios países de la región se observan avances concretos en la creación de marcos regulatorios que promueven la transparencia y la simplificación de trámites. Estas mejoras fortalecen la confianza del inversionista y generan condiciones más propicias para el desarrollo de proyectos con impacto positivo. A su vez, incentivan la participación activa de la ciudadanía y mejoran la gobernanza.
Otro elemento clave para consolidar este modelo es la colaboración entre gobiernos y el sector privado. Centros de investigación aplicada, incubadoras de empresas y redes de emprendimiento están actuando como puentes entre el conocimiento y la inversión. Estos espacios permiten que los beneficios del crecimiento económico lleguen a más personas y que las comunidades se conviertan en protagonistas del cambio.
Invertir con propósito implica, en definitiva, repensar el rol del capital como motor del desarrollo. Es una invitación a orientar recursos hacia iniciativas que respeten los derechos laborales, protejan el medio ambiente y fortalezcan el tejido productivo local. No se trata solo de cifras, sino de construir un futuro más justo.
La región tiene potencial, talento y oportunidades. Lo que se necesita es un compromiso firme con una visión de largo plazo, en la que cada inversión sume valor no solo económico, sino también humano y ambiental. Ese es el verdadero sentido de invertir con propósito.
Federico Rodríguez Aguiar. Analista en Marketing, egresado de la Universidad ORT-Uruguay, con sólida formación en estrategias comerciales y desarrollo económico. Su trayectoria académica está complementada por diversas certificaciones y cursos internacionales en áreas clave como la gestión pública, cooperación internacional, y liderazgo.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias