¿Pueden los sindicatos aceptar una rebaja salarial?

Jaime Secco

10.06.2020

El gobierno presentó al Consejo superior de Salarios unas pautas que implican rebaja salarial. ¿Qué debía hacer el PIT-CNT? Esta columna pretende dejar en evidencia de que no es una decisión fácil ni obvia.

Es fácil hacer sonar los tambores de guerra desde afuera. "Que negocien los que salieron a responder, porque parece que tienen tres huevos", dijo en una conversación privada un dirigente sindical. Porque no es imaginable que se consiga un aumento de salarios sin aumentar la desocupación, cuando el PBI baja cuatro puntos. Tampoco es fácil lanzarse a una lucha a ganar o morir, con centenas de miles de trabajadores que no están concentrados en las fábricas, sino en sus casas, en seguro de paro, desocupados o en cuarentena.

Claro, no se trata de decir que sí a cualquier cosa. El Secretariado de la central está reunido cuando se escribe esto. No conocemos su contra-planteo ni se espera que este viernes se termine la negociación. Desde afuera, lo que pretendemos es exponer una serie de factores y criterios que podrían ayudar a comprender el problema.

Gonzalo Pereira, ingeniero agrónomo y economista, recordó en 2007 que "La lucha sindical a brazo partido desde fines de los años 50' hasta el golpe de estado no pudo impedir la caída del salario real. Aprendamos eso, si la economía no funciona no hay lucha capaz de mejorar las condiciones de vida del pueblo. La clave está en el proyecto de Uruguay Productivo." (1) Fueron los años legendarios de las luchas obreras, cuando Uruguay estaba a la cabeza mundial de cantidad de días de huelga.

Hace un par de décadas se produjo un curioso debate entre los italianos de izquierda Antonio Negri y Giovanni Arrighi sobre quién daba mayor peso a las luchas obreras como desencadenantes de la crisis mundial de mediados de los 70, que acabó con los "treinta años gloriosos" de crecimiento del capitalismo.

 

Algunos números

Empecemos por unos números. El Instituto de Estadística acaba de librar datos de marzo y tomados con un método de emergencia por la situación sanitaria, de manera que aclara que sus resultados no pueden compararse con la serie anterior. En la cuarta semana hubo 17,6% de los ocupados que estaban ausentes de su trabajo de manera temporal, por licencia, seguro de paro o cuarentena. En la primera semana habían sido 9,4%. Y la situación no puede haber mejorado mucho en abril y mayo.

La cantidad de trabajadores acogidos al seguro de paro subió de 79 mil a 200 mil, según informó el ministro Pablo Mieres. No se cuentan aquí los empleados en negro ni las unipersonales paralizadas.

Por otra parte, los economistas prevén una caída del PBI del orden del 3% para este año.

No es materialmente posible que las empresas absorban esa caída sin reducir su plantilla. Es decir, sin despidos. La Central tiene un ojo puesto en el salario real, pero otro en no aumentar la desocupación. No es una novedad. Al comenzar la última mega ronda de consejos de salarios el Director Nacional de Trabajo, Juan Castillo, ex sindicalista, afirmó que el empleo sería prioritario. Y desde la central se estuvo de acuerdo.

 

¿Cuál es el límite?

Alguno parece pensar que los sindicatos son organizaciones revolucionarias llamadas a derrocar inexorablemente el orden social. Un pensamiento que no tiene origen en el marxismo sino el anarquismo. Lo cierto es que, luego de ser combatidos a bomba y balazo durante los años salvajes del capitalismo, a principios del siglo XX los sindicatos pasaron a aceptarse como fuerza reguladora del sistema.

Las crisis y abusos llevaron a las primeras regulaciones anti trust. Y en ese marco, a regañadientes, las organizaciones obreras fueron siendo aceptadas y luego protegidas. Dejar todo el poder en manos del empresariado llevaba a desastres.

Hoy, se critica que el peso del ajuste recaiga en los trabajadores. ¿Dónde está el límite? Por supuesto, sería un atrevimiento fijarlo desde afuera. Como vimos, depende de una coyuntura económica y una correlación de fuerzas.

Dirigentes sindicales han adelantado que insistirán en cuatro puntos. Garantías de conservación de puestos de trabajo, mecanismos claros para la recuperación salarial posterior a la crisis, mantenimiento del valor real del salario mínimo nacional y mantenimiento del poder de compra de los salarios sumergidos.

Gonzalo Pereira polemizó en 2011 con el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT sobre si era más importante el aumento global de la masa salarial o el porcentaje del PIB que iba a salarios. (2) Ambos habían crecido durante los primeros años de gobierno del Frente Amplio.

No viene al caso esa polémica, pero solo como ejemplo, podría tomarse en cuenta como criterio que, aunque la masa salarial disminuya, el porcentaje destinado a salarios se mantenga todo lo posible.

No sabemos si esto está en la contra propuesta que elabora el Secretariado luego de haber consultado a las federaciones. Y, por supuesto, la primera contrapropuesta no será el mínimo. Lo que pretendemos mostrar es que no es tan fácil como gritar: "No pasarán".

Gritarlo desde afuera, para primerear en radicalismo es minar a los sindicatos, que quedarán como traidores si se sientan a negociar. Y eso no debe suceder justo en uno de los momentos en que el país más los precisa.

 

 

(1) Gonzalo Pereira, ponencia en las jornadas de reflexión: La izquierda y su proyecto de país organizada por la Comision de Fundadores y Ex Dirigentes del PIT-CNT y la Fundación Vivian Trías. Noviembre de 2007.

(2) https://vadenuevo.com.uy/index.php?option=com_content&view=article&id=2578

Jaime Secco
2020-06-10T21:32:00

Jaime Secco

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