José W. Legaspi
24.09.2024
Qué hacer este octubre: “Decir lo que se piensa y hacer lo que se dice”
Voté al Frente Amplio desde 1984, ininterrumpidamente hasta las elecciones de 2014. En 2019 anulé el voto asqueado del manejo político que llevó adelante la izquierda desde el gobierno de Mujica hasta el segundo de Vázquez inclusive. El asco duró hasta las municipales, obvio.
Ese año 2019 apelé a construir otro espacio de izquierda con Navegantes y otros que fracasó no bien vio la luz. Para colmo, los plazos no nos permitieron presentarnos con lista propia, al decir de un viejo y querido amigo, "el barco encalló no bien salió de puerto".
Sigo teniendo la misma bronca, esa que mueve montañas; sigo respetando y siendo fiel a la dignidad de una familia, la Legaspi, que sin importar su diversidad ideológica y política, abrazó esa dignidad hasta la muerte y más allá; sigo y seguiré remando, contra la corriente si es necesario, para derrotar y desterrar la calma chicha, la mentira y la cobardía, que como dijera ese viejo y querido amigo, el Tano Valenti, son "plantas venenosas que hay que combatir siempre".
Ya no sé si eso quiere decir "ser de izquierda". No me preocupa la etiqueta. ¿Cómo podría preocuparme u ocuparme cuando izquierda y derecha hacen esfuerzos por parecerse cada vez más? Hasta entrado este siglo XXI la derecha utilizaba el clientelismo político, el reparto de cargos entre "los amigos", el nepotismo en la administración pública y el acceso a esta para ascender socialmente... Desde que llegó al gobierno, la izquierda travestida en "progresista", ha hecho exactamente lo mismo. Sin entrar a analizar temas más trascendentes para la República como la entrega del uso y abuso de los recursos naturales a multinacionales, las "enemigas" de antaño, hoy aliadas para "generar empleos" (caso UPM) aunque sean efímeros. Lo más reciente el regalo del agua dulce del acuífero Guaraní, que yace bajo nuestro suelo a dudosos proyectos de "energía alternativa" (llámese Hidrógeno Verde) que se apropian del recurso sin control ninguno y sin pagar prácticamente nada a cambio.
En fin, para los que siguen aferrados a esa dicotomía "derecha-izquierda", desde esta última, les recuerdo que dejaron de ser revolucionarios y antisistema cuando compraron la agenda de Davos completa, Bill Gates y Georges Soros mediante, para justificar el realismo capitalista que los ganó cuando se derrumbó el muro y el fracasado proyecto de realismo socialista. Si hasta abandonaron la utopía, de la que ya ni hablan, además de abrazarse a gobiernos francamente antidemocráticos y para nada revolucionarios como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En fin, podría seguir hablando de estos temas y terminaría arrepintiéndome de lo que me comprometí a hacer este octubre, ante la memoria de mis antepasados y ante los valores aprendidos. Dejemos estos temas para próximas columnas.
Motiva esta qué hacer (perdón querido Vladimir por el recurso discursivo) en octubre, nada más y nada menos. Y créanme, es mucho.
Lacalle Pou prometió TODO lo que pudo antes de asumir en marzo de 2020, NO iba a subir las tarifas, NO nos iba a mentir, los uruguayos íbamos a mejorar nuestra calidad de vida, gracias al fuerte apoyo que daría a los "malla oro" como dinamizadores de la economía y generadores de empleo genuino. Llegó a lanzar un anuncio temerario... Iban a ser los mejores 5 años de nuestras vidas.
¿Y qué nos deja?
El sueldo de la mayoría de los uruguayos sigue siendo vergonzoso: $ 25.000. Ni hablar de las jubilaciones y pensiones. El crecimiento del déficit fiscal y el aumento del endeudamiento que pasó del 66% del PBI en el 2019 al 72% del PBI en 2024. Eso sí, muestra sus prioridades claramente: Gastó 100 millones de dólares en 6 cazas turbohélice, Tucano.
Nosotros agradecidos, obvio.
Nos deja también los escándalos, las inmoralidades sumadas una tras otra de estos cuatro años. Para muestra un botón o botonazo: la entrega por 60 años del puerto de Montevideo a privados (Katoen Natie), un verdadero atentado contra la producción y el progreso nacional, constituido en el mayor acto de entrega de nuestra soberanía, precipitando nuestro único puerto de aguas profundas entre los 5 peores del mundo por definición del Banco Mundial.
Acumuló el mayor nivel de escándalos e inmoralidades de la historia política nacional, por su sucesión ininterrumpida y por la profundidad de los mismos y las mismas, hasta erigir al propio gobierno en una verdadera asociación para delinquir: pasaporte exprés a un connotado narcotraficante uruguayo, Sebastián Marset; la venta de pasaportes a ciudadanos rusos que el jefe de la custodia presidencial Alejandro Astesiano hacía desde la misma Torre Ejecutiva; el seguimiento y espionaje ordenado contra senadores de la oposición; el apoyo directo con investigaciones paralelas al senador Gustavo Penadés del Partido Nacional, formalizado por múltiples delitos sexuales, son algunos eslabones de una interminable cadena de escándalos.
¿Y qué ha hecho el presidente Lacalle Pou ante eso? Surfear.
Lacalle Pou, uno de esos personajes uruguayos que parecen de teflón, surfea sobre la realidad, sobre las denuncias comprobadas, sobre la mala gestión, sobre las consecuencias económicas, sociales y políticas de sus decisiones, de la mano de la "buena imagen" generada por la excelente comunicación que llegó a ostentar, según registran todas las encuestas. Esa mala fotocopia borroneada que es Álvaro Delgado absorberá, sin dudas, el costo político de su líder y mentor, que se mantendrá activo, hiperactivo, aguardando 2029 para tratar de volver a conducir el país.
Queda más que claro que le dejará al próximo gobierno una muy compleja situación fiscal y el fracaso estrepitoso de todas sus promesas financieras y económicas.
Ante este panorama he decidido no anular otra vez mi voto, sabiendo, sospechando, POR TODO LO ESCRITO en este texto que me veré empujado, tal vez de nuevo, a la frustración más ignominiosa posible. Claro, llevo acumulada en mis 60 años una experiencia frondosa al respecto. Podría decir que estoy inmunizado, así que correré el riesgo.
Votaré aquello que me representa, en parte, desde los valores y desde mi historia personal, de la que no renegaré jamás.
"Decir lo que se piensa y hacer lo que se dice" nos enseñó el General Líber Seregni y vaya que lo hizo al pie de la letra. Recuerdo cuando no recibió a un ignoto Hugo Chávez que quería conocerlo y le respondió que no se reunía con militares golpistas, de eso se trata también derrotar y desterrar la calma chicha, la mentira y la cobardía.
Votaré la lista 95 Seregnistas, de Mario Bergara, allí donde están fuerte y únicamente representados los valores del General, democráticos y republicanos, y una parte irrenunciable de mi vida: los amigos y hermanos del combate al fascismo y al neoliberalismo.
Entre otras cosas, debo decirlo sino no sería yo mismo, voto esta lista para reivindicar a un hombre falsamente acusado de abuso contra una mujer, como fue el diputado Gustavo "Tato" Olmos, uno de los mejores parlamentarios que tuvo la izquierda y que debe seguir trabajando en ese ámbito.
Soy consciente de que me expongo gratuita y graciosamente al escarnio de los odiadores y mediocres de turno en las redes sociales. Nunca me importó, ni me importará, si se trata de ser coherente: decir lo que se piensa y hacer lo que se dice ha marcado, marca y marcará mi vida hasta el final.
Por eso asumo públicamente este paso que doy en plena consciencia de que la frustración, esa maldita, estará rondándome a la espera de un nuevo golpe.
Yamandú Orsi tendrá, como han tenido todos, el tiempo necesario para demostrar su buena fe y voluntad de hacer lo que prometa, que convengamos, ha sido tibio, en una de las peores campañas electorales que he visto en 50 años.
No hace falta aclarar que me tendrá desde esta tribuna defendiendo aquello que favorezca al país y los uruguayos, así como también para señalar aquello que atente contra los intereses de los mencionados.
Un agregado de último momento
Este lunes, a la tarde, se confirmó que el Economista Gabriel Oddone será el ministro de Economía del gobierno de Orsi. Una primera reflexión, la primera reacción que se desprende de sus palabras: "Un Ministerio de Economía de un gobierno de izquierda, y en particular del Frente Amplio, tiene en el centro de la atención la calidad de vida de las personas, en particular los más humildes, y concretamente a los asalariados". Esto alcanza para que me genere una sana expectativa. Reafirmo lo antes escrito. Votaré al FA, lista 95, con el fantasma de la frustración sobrevolando.
Profesor Yamandú Orsi, ya que mi voto probablemente lo ponga en el despacho presidencial. le deseo, por el bien de todos sus compatriotas, la mejor gestión posible.
José W. Legaspi