La diversidad nos enriquece
Juan Manuel Romero
29.09.2023
En el contexto de una nueva celebración de la diversidad, bien vale tener presente que la única receta para la empatía es nutrirse de lo diferente. Entender que, en el acto de comprenderse a uno mismo, invariablemente nace el acto de comprender a los demás.
A su vez, se tiende a ver como un disfraz a aquellas expresiones de género que no encajan con los parámetros concebidos como normales dentro de la sociedad, la cual se ve afectada por las costumbres culturales que potencian la fobia hacia lo diferente. La expresión de la identidad de género no es un disfraz. Y no se debe confundir superficialidad con libertad de expresión.
¿La concepción de lo estético en la sociedad debe ser igual para todos, o cada quien debe encontrar belleza en sus propios gustos? La consecuencia natural de objetivizar lo estético es que se pierde la capacidad de aprender de nuestro entorno. Si así fuese, no existiría la diversidad, que, por ejemplo, tanto arte nos ha dado, que tantas perspectivas ha admitido, que tanto nos enriquece.
El ser humano es, por naturaleza, auténtico. Pero la autenticidad no es más que una caricia a la propia esencia, aprendiendo de los demás.
Ética, justicia, libertad, estética e identidad de género. Construyendo nuestras miradas desde estos conceptos, muchos de los problemas que actualmente suceden en la sociedad disminuirían, ya que son herramientas de reflexión fundamentales para desembocar, en definitiva, en una conclusión de carácter ético. Sin embargo, parece que en la educación se prioriza formar trabajadores antes que formar ciudadanos pertenecientes a una sociedad. Y no solo quitan horas de asignaturas reflexivas, sino que sucede cuando, en muchos casos, todavía nos atraviesan pensamientos fóbicos que llevan a que la bola de nieve machista y homofóbica siga haciéndose cada vez más grande, y menos gente pueda gozar de la libertad y los derechos que merecen.
¿Es realmente productivo enfrentar a aquellos adultos que tienen tales actitudes? Manteniendo la idea principal, la de desarrollar un sentido empático, es óptimo también pensar en las circunstancias que llevaron a aquellos adultos a pensar de esa forma. Se remontará, en definitiva, al ambiente al que fueron sometidos en su educación y que, de cierta forma, es una venda en los ojos, muy difícil de sacar. Y en muchos casos, una imposición totalmente externa a ellos.
¿Entonces quiénes deben cambiarlo? Dadas las circunstancias actuales, no se trata de una persona, sino de un colectivo. Se trata de una unión, de un cambio en conjunto a través del movimiento y la reflexión.
¿A quiénes debemos culpar? ¿Es una solución culparnos entre nosotros? Quizás la respuesta radique en no culpar a nadie, en asumir que es la cultura que tenemos y que muchas personas son manipuladas por la misma y sometidas a una específica forma de pensar desde temprana edad. La solución no es culpar, es hacer reflexionar, es educar, es preguntarse por las cosas, como colectivo, sabiendo empatizar también con aquellos y aquellas que no gozan de herramientas reflexivas para cambiar su forma de actuar y de pensar.
Estaremos en el camino correcto si alimentamos la faceta cultural de cada sociedad de forma sana, fomentando el respeto y la diversidad, estableciendo valores éticos claros, que comprendan la diversidad y eviten cualquier tipo de rechazo al diferente. La educación es esencial, tanto la educación académica como la educación familiar. Se debe formar ciudadanos, personas con criterio moral y principios éticos, valores establecidos con el fin de que cuando el niño se enfrente al mundo logre actuar no solo para su bien sino también para el de los demás. La cultura debe resguardar tal esencia, abandonando aquellas creencias y costumbres que impulsan la discriminación que este sistema fomenta. Sistema en el cual es más importante el emprendedurismo que la filosofía. Sistema en donde una adolescente tiene que poner tres denuncias y salir en los medios para poder ser escuchada. Sistema en el cual, la mayoría de las veces, no sos escuchado/a a tiempo.
La lucha colectiva debe prevalecer ante los intereses de grupos que se aprovechan de la inocencia de la gente. Debemos generar reflexión y pensamiento, poner un grano de arena para que la educación y la cultura salgan a flote con el fin de formar personas. Y soñemos algún día, con una sociedad libre de machismo, de homofobia, de racismo.
Soñemos con respetarnos entre todos y que las próximas generaciones se enfrenten a una realidad social sana, en donde cada persona pueda ser libre. Incluso si parece difícil que nos hagan caso. A veces es más importante dar el ejemplo de luchar que lograr el objetivo de la lucha. Inspiremos a los demás para dar la batalla por el bien de la cultura Eso es lo importante, que la sociedad vea que existe unión por un fin solidario, independiente de si somos escuchados o no. A veces es más importante escucharnos entre nosotros.
Juan Manuel Romero - Estudiante de bachillerato. Ajedrecista.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias