Columna de Ciencia y Tecnología

Julio Fernández

12.07.2016

El 14 de julio de 2015 la sonda New Horizons de la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) arribó finalmente a Plutón, el objeto más lejano visitado por un artefacto humano, acontecimiento muy celebrado y que cierra una etapa en la exploración del sistema solar.

Pero la historia comienza 9 años antes, y en ella dos docentes de la Facultad de Ciencias tuvimos una participación involuntaria pero decisiva en los acontecimientos posteriores. Vamos a los hechos.

En enero de 2006 la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) lanzó la sonda robótica New Horizons a Plutón, "el último planeta del sistema solar aún no visitado por un artefacto humano" según rezaba la propaganda de la misión. Plutón era además el único planeta del sistema solar descubierto por un norteamericano desde la Antigüedad. Parecía que todo iba a caminar sobre ruedas. Sin embargo un acontecimiento independiente, ocurrido el año anterior, iría a agitar las aguas. Efectivamente, en julio de 2005 los astrónomos norteamericanos Mike Brown, Chad Trujillo y David Rabinowitz anunciaron el descubrimiento de un objeto más allá de Neptuno que parecía ser del tamaño de Plutón, o incluso algo mayor. El objeto se denominó provisoriamente 2003 UB313. El dilema se planteó de inmediato: ¿correspodería considerarlo como el décimo plantea del sistema solar, o en realidad Plutón y 2003 UB313 pertenecían a una categoría numerosa de subplanetas (la mayoría de los cuales estaba aún por descubrirse en los helados confines del sistema solar allende Neptuno)?. Este tema se iría a discutir en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Praga en agosto de 2006, y ahí es donde se daría nuestra contribución al debate.

Un comité de siete miembros presidido por Owen Gingerich, Profesor Emérito de Astronomía e Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard, había trabajado en una propuesta para llevar a la Asamblea General de Praga en que mantenía a Plutón como planeta, y agregaba a la lista de planetas al objeto recién descubierto 2003 UB313, al satélite de Plutón Caronte (Plutón y Caronte pasaban a ser un planeta doble) y a Ceres, el objeto más grande del cinturón de asteroides. Sin duda en el futuro surgirían muchos otros candidatos a planetas a medida que se fueran descubriendo nuevos objetos en la región transneptuniana.

A Praga asistimos Gonzalo Tancredi y yo por Uruguay, ignorando que se iba a plantear allí una nueva definición de planeta. Tanto Gonzalo como yo hemos trabajado bastante en el área de formación planetaria y cuerpos menores del sistema solar. Nos pareció de inmediato que la nueva propuesta de definición era más pensada para mantener a Plutón como planeta (y por ende los objetivos de la misión New Horizons), con el resultado adicional que Caronte y 2003 UB313 se agregaban a la lista de planetas  descubiertos por norteamericanos. La racionalidad de esa definición descansaba en que los objetos definidos como "planetas" deberían tener la masa suficiente para que la autogravedad haya vencido la resistencia interna del material para alcanzar por equilibrio hidrostático una forma esferoidal.  A Gonzalo y a mi nos parecía que un planeta debía cumplir otro requisito de tipo dinámico: debería ser capaz de limpiar una franja adyacente a su órbita de objetos más pequeños por perturbaciones gravitacionales. Este segundo criterio -más estricto- lo cumplían los ocho planetas más masivos desde Mercurio hasta Neptuno, pero no así Ceres, Plutón o 2003 UB313, los cuales se movían en zonas densamente pobladas por objetos de diversos tamaños, en que los más grandes podrían incluso rivalizar en tamaño al de los nuevos "planetas".

La propuesta de definición de 12 planetas se presentaba triunfalmente como hecho consumado, a pesar de que aún no había pasado por la asamblea. A tal punto llegaba la confianza de los proponentes que ya tenían planeado anunciar la nueva definición de planeta en una conferencia de prensa. Muchos de nuestros colegas de las ciencias planetarias presentes en Praga pensaban como nosotros: la definición de planeta debería restringirse a los ocho más grandes "clásicos", creando para los restantes una nueva categoría de subplanetas. Sin embargo en la mayoría de ellos reinaba el pesimismo en cuanto a nuestra capacidad de poder incidir en este tema. Gonzalo y yo aportamos toda nuestra experiencia en debates en múltiples asambleas gremiales y académicas, tan comunes en nuestro país pero extraños en otras latitudes, para aglutinar a los disidentes en un movimiento de rechazo al procedimiento seguido y la exigencia de que el tema fuera suficientemente debatido permitiendo la presentación de propuestas alternativas para la definición de planeta.

Al final logramos que el movimiento para abrir el debate creciera hasta ser mayoría. La definición inicial de los "12 planetas" fue derrotada en Praga por una gran mayoría, y en su lugar se pasó a la definición más estricta de planeta que comprende a los ocho más masivos: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. En cuanto a Plutón, Ceres y 2003 UB313, se los ubicó en una nueva categoría de objetos denominados "planetas enanos". En una resolución posterior, a los planetas enanos transneptunianos se los pasó a denominar también "Plutoides". La moraleja de esta historia es que debemos tener más confianza en nuestras capacidades, y no subestimarnos ni marginarnos en foros internacionales por pertenecer a países periféricos. Este episodio demostró que desde el Sur también es posible incidir en los grandes debates científicos.

Una última anécdota, al objeto 2003 UB313, que había sido el disparador de todo este revuelo con respecto a la definición de planeta, se lo bautizó finalmente con el nombre de Eris, la diosa griega del conflicto y la discordia, nombre que le viene como anillo al dedo.

 

 

Julio Fernández - Profesor grado 5 en el Instituto de Física de la Facultad de Ciencias, e Investigador grado 5 del PEDECIBA. Recientemente fue nombrado Miembro Asociado de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

 

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2016-07-12T10:21:00

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