La defensa de un vergonzoso ataque. Ramón Fonticiella
15.08.2025
Nadie debería asombrarse de las balaceras en barrios pobres; ni de las bengalas en los estadios; ni que haya que jugar sin público; ni que jóvenes sin trabajo ni educación, busquen armas para robar y conseguir droga. Lo aprenden mirando y leyendo las crónicas políticas.
¡Nada de rasgarse vestiduras por el bullying a un chico gay o simplemente amanerado! Todo lo dicho se desarrolla en actos y discursos políticos de renombrados referentes, hasta ayer gobernantes, o de boca de algún senador de la República, en plena sesión de la Cámara.
Si algo faltaba para chapalear barro y algo más, llegó en la interpelación de Sebastián Da Silva a Alfredo Fratti. Fue una puñalada trapera a la democracia representativa. Las tribunas o los tablones de cualquier cancha, se sonrojarían de vergüenza con el léxico y la actitud de un senador de la oposición. Aunque peor ha sido la decisión de sus pares blancos y colorados, al defenderse con ataques al senador que fue víctima de la villanía. El término futbolero de "la mejor defensa es un buen ataque", se aplicó estrictamente en el Senado. No importan los nombres, los legisladores opositores atacaron en malón a Nicolás Viera del FA en una declaración, como si él hubiera sido el vociferante. Clarito: le pegan en patota, para defender a quien le dio el golpe a la democracia.
Cómo pedir templanza a un hincha fuera de sí, a un rapiñero, a un patotero, si senadores de la República se abroquelan para defender a un representante de la conducta antidemcrática. Insultar soezmente a un legislador en medio de una alocución es intrínsecamente malo, y socialmente peor.¿ Cuál será la postura de quienes en lugar de argumentar políticamente, escupen bajezas a sus pares.? ¿Qué deben pensar los gurises? Seguramente no serán cultores del diálogo; los referentes políticos están para jugar con "la pesada".
Estas elucubraciones no tienen como destinatarios a quienes comparten con la bancada de la CORE, la idea de que hay que "trancar al gobierno". Iluso yo, trato de dirigirme a los miles que creen que todos son iguales. No somos. Hay quienes, sin importar el bando, apelan al argumento aunque este duela, y están quienes a falta de fundamentos "meten la piña".
No se trata sólo de las palabras, su intención ofensiva y su manejo ordinario. Véase la posición del senador verbalmente agresor: no ocupa su banca, está parado casi detrás del hablante. Completa un cuadro de prepotencia, mala educación y menosprecio de la instancia.
No le digan a la barra del barrio que pida permiso y llame a la reflexión, si hay "padres de la Patria" que la juegan de pesado.
Leo que el Frente Amplio podría pedir la aplicación del artículo 115 de la Constitución que sanciona las inconductas. Puede ser un saludo a la bandera, pero debe hacerlo. No tendrá los votos necesarios para sancionar al senador que viola la buena conducta (2/3), pero hay que marcar las diferencias, y enseñar a la población que para reclamar buenas conductas, primero hay que guardarlas.
Dicen que Viera estudia recurrir a la Justicia por supuesto delito de Da Silva, al manifestar homofobia; tema de otra órbita, pero que aumenta el volumen de la violencia registrada en el Senado.
Dejemos de lado las preferencias partidarias; sólo pensemos en los torrentes de palabras que se desgranan por la inconducta en el fútbol, por la agresión a los trabajadores de la educación, al personal médico, a los inspectores de tránsito: lo del Senado es una confirmación indirecta de que hay quienes todo lo arreglan con violencia.
Cómo duele esta situación. No es un caso aislado. Es una muestra de un formato social, que también es practicado precisamente por quienes deben legislar para favorecer la convivencia social. Piden que lleven en cana al gurí que insulta o rompe los vidrios de una casa. ¿Qué hacer si te dice " hice lo mismo que el senador..."?
No sería tan grave si se tratara de un caso aislado. Pero es una forma de hacer política, instalada no hace mucho tiempo, sobre todo por quienes dicen que "hay que trancar y trancar".
Ojalá la gente sencilla pudiera permanecer casi impermeable a este ataque de insania social...
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante
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