La estrategia global de Trump. Marco Rubio, Europa y Ucrania. Jorge Jouroff
11.03.2025
Las dos últimas semanas han sido ricas en acontecimientos que nos ayudan a comprender la estrategia de Trump, no solamente frente a Europa y la OTAN, sino mucho más allá en su postura global, y que implica un viraje en la jerarquía de las alianzas que Estados Unidos mantiene desde la segunda guerra mundial.
Estados Unidos está redefiniendo su estrategia y su principal adversario, y es en función de ello que debemos ver los últimos acontecimientos.
Desde su asunción, y con la experiencia de su primer mandato a cuestas, el Presidente Trump y su equipo no han cesado de hacer movimientos en varias direcciones. Con su estilo histriónico, a veces patotero y a veces fanfarrón pero siempre confrontativo, ha anunciado medidas económicas, como la imposición de aranceles a varios países, sin importar si son aliados o adversarios, como en los casos de México, Canadá y China, ha presionado para integrar otros, como Groenlandia, que según anunció en su Discurso a la Nación "será de una forma u otra, porque es de interés nacional", su actitud de "recuperar" el Canal de Panamá" y hasta, con su clásico estilo, digamos teatral, ha cambiado el nombre del golfo de México sin ninguna potestad para hacerlo salvo su voluntad. Como la otra faz de la guerra arancelaria, lo más resonante es el viraje en la estrategia en la guerra de Ucrania: buscó desde el primer momento, como lo había anunciado ya antes de triunfar, un acuerdo con Rusia para poner fin a la guerra. De esta forma admitía que la guerra no era de Rusia contra Ucrania, sino un enfrentamiento entre la OTAN y Rusia, tal como sostenemos desde el inicio. Ucrania también se transformó así en un símbolo de la unidad de Estados Unidos con Europa a través de la OTAN, tanto que amenazó con llegar a una guerra mundial. Cabe preguntarse cuál es el hilo rojo que enhebra todos estos anuncios, que veremos si llegan a una estrategia o no son más que una suerte de rumbo, una serie de ideas fuerza para su mandato.
Viejos enemigos y nuevas alianzas
Las alianzas se definen en base a un análisis donde básicamente se aprecia la situación, no ideológicamente sino en base a las capacidades reales (económicas, militares, etc.) de un país. Como las situaciones cambian, es lógico que también cambien la apreciación y con ello las alianzas, tanto políticas como limitares. Trump no es sólo Trump, sino que expresa la voluntad de un bloque de poder con diferente apreciación de la realidad que sus rivales, y que guste o no, ganó las elecciones. Más allá de su estilo patotero, sus desmanes y sus insultos, y todo ese aire desquiciado del que a veces hace gala, hay una serie de conceptos sobre el desarrollo de Estados Unidos y el momento actual del sistema capitalista, en etapa de redefinición. Como expresara en su anterior mandato a través de las directivas de Seguridad Nacional, el primer objetivo es mantener y consolidar la supremacía estadounidense, hoy en tela de juicio, expresada a través de la consigna "América first", objetivo en el que está de acuerdo toda la clase dominante norteamericana. El problema es el cómo.
El Secretario de Estado Marco Rubio esbozó, en una entrevista, una serie de ideas fuerza que vale la pena enumerar: la primera es la definición del adversario principal, que es China, y no Rusia. La segunda, que hay que impedir que la alianza de China y Rusia sea estable. Es por esa razón que buscan mejorar las relaciones con Rusia, aunque para ello tengan que perder posiciones en Europa. Retomando la vieja tradición de la diplomacia americana desde los tiempos de Kissinger, quien no tuvo empacho en restablecer las relaciones con China para sacar partido en du enfrentamiento con la otrora Unión Soviética, ahora, definida China como principal adversario comprenden que es necesario debilitar esa alianza. Trump demuestra así que, pese a la propaganda y el griterío de los demócratas, su equipo no es ningún improvisado y apuesta fuerte. Demuestra también, que el acercamiento no tiene fundamentos ideológicos sino pragmáticos, y que, como siempre, priman los intereses y el cálculo de capacidades antes que los discursos. En tercer lugar, se está pensando en las alianzas porque se piensa en la gobernanza global, en las relaciones entre las tres grandes potencias: Estados Unidos, China y Rusia. Por ello ven como un error continuar la guerra de Ucrania (que ellos mismos provocaron) y no tienen empacho en terminarla, al costo que sea necesario. Europa deviene entonces en un socio menor en este juego, y por más declaraciones que haga, no posee ahora la capacidad necesaria para cambiarlo.
Una entrevista reveladora
Marco Rubio fue entrevistado por la cadena Breitbart News, de la cual es propietario Steve Bannon, el estratega de Trump en las elecciones pasadas, y figura prominente de la nueva derecha norteamericana. Bannon es además uno de los "ingenieros del caos" y propugna la revolución cultural de la derecha en Estados Unidos y Europa, el "asalto cultural", como le gusta decir. En esa entrevista, Marco Rubio se explayó así: "la gran historia del siglo XXI va a ser la de las relaciones entre Estados Unidos y China." Y, con realismo, añadió que "si Rusia se convierte en un socio menor permanente de China a largo plazo, ahora estamos hablando de dos potencias nucleares alineadas contra Estados Unidos, e incluso dentro de diez o cinco años, si esta tendencia continúa, podríamos encontrarnos en una situación en la que, independientemente de que Rusia quiera mejorar sus relaciones con Estados Unidos o no, no pueda porque se ha vuelto completamente dependiente de los chinos porque los hemos cortado. No sé si ese es un buen resultado para nosotros. Lo que es mejor para nosotros es tener una relación. Vamos a tener competencia y tal vez incluso una confrontación directa -no militar, espero, pero sí en otros aspectos- con los chinos porque están haciendo todo tipo de trampas y robos en lo que respecta al comercio y la economía. Vamos a tener desacuerdos con los rusos, pero tenemos que tener una relación con ambos. Son países grandes y poderosos con arsenales nucleares. Pueden proyectar poder a nivel global." Por ello, la guerra de Ucrania y las relaciones con Europa deben redefinirse, pasando ésta última a un segundo plano. Estados Unidos comprende perfectamente que el viejo orden mundial se está acabando y que las alianzas que se definan ahora definirán los rasgos fundamentales del nuevo.
Refiriéndose a la relación entre Rusia y China, expresó que "no sé si alguna vez lograremos desvincularlos por completo de su relación con los chinos", pero "tampoco creo que tener a China y Rusia enemistadas sea bueno para la estabilidad global porque ambas son potencias nucleares, pero sí creo que ahora estamos en una situación en la que los rusos se han vuelto cada vez más dependientes de los chinos y eso tampoco es un buen resultado, si lo piensas". El Secretario de Estado remató su pensamiento con esta frase: "creo que una situación en la que los rusos sean permanentemente un socio menor de China, teniendo que hacer lo que China les diga porque dependen de ellos, no creo que sea un buen resultado para Rusia y no es un buen resultado para Estados Unidos, ni para Europa ni para el mundo."
El escenario de fondo
En este momento histórico estamos presenciando una crisis del capitalismo donde aparecen nuevos actores disputando la hegemonía y por tanto pretendiendo redefinir el orden mundial, o al menos la jerarquía de las potencias dentro de él. Estados Unidos considera que el juego más relevante es entre ellos y China, con Rusia como otro actor nada desdeñable y Europa perdiendo jerarquía y pasando a ser un actor de segunda categoría en este juego, pero eso no está definido aún. Los europeos comenzaron a reunirse y algunos pretenden realizar las inversiones necesarias, sobre todo en defensa, para seguir en él. Claramente tendrán que sacrificar recursos que el estado destinaba a otros rubros, afectando el modelo tal como funciona ahora. No sabemos si podrán, y, sobre todo, si llegarán a tiempo. Pero el telón de fondo sigue siendo el desarrollo de un nuevo modelo de capitalismo, que incorpore las nuevas tecnologías y aumente la producción, al mismo tiempo que la revoluciona. Y ahí sí, es entre China y Estados Unidos. Por ello Trump está apoyado por las multinacionales que hacen punta en tecnología y está dispuesto a asumir costos sociales para una mayor escala de acumulación. Y también por ello, le interesan más las tierras raras de Ucrania que el desarrollo de la guerra. Solo para mencionarlo, en el paquete está incluida la transformación del viejo sistema democrático tal como lo conocemos. Es en ese sentido que se habla de revolución cultural. La manipulación de datos, el big data, el uso de las redes sociales, las consignas sin mucho fundamento, en definitiva, el surgimiento de una nueva forma de hacer política moldeada por internet y las nuevas tecnologías. Todo va en el sentido de hacerse con el poder. No sabemos si eso es realizable, pero el capitalismo real sólo avanza y supera sus contradicciones de esa forma: expandiéndose, sea por paz o sea por guerra.
Jorge Jouroff