La historia transcurrida pone en duda la teoría marxista de los cambios sociales. Carlos Pérez Pereira

07.11.2025

(Adhiriéndome al llamado de Esteban Valentí "para reivindicar a la Filosofía como requisito de la acción política", aporto estas ideas).

Las formaciones sociales que en el mundo fueron, como las formaciones morfológicas de los organismos animales (es un símil) fueron productos totalmente pragmáticos, concretos, irrepetibles, singulares, que corresponden a esas circunstancias y no a otras.

Que ellas se asemejen, se copien, se interrelacionen, es otra cosa que no invalida lo dicho. Pueden ocurrir cualquiera de las formaciones sociales que se pretenda, y eso dependerá de muchos factores. Ni la historia ni el sentido común niegan los cambios. Lo pueden negar quienes no los desean. Pero ese también es otro tema.  

Las sociedades humanas no son organismos de desarrollo lógico, cuyos fenómenos pueden ser previstos y comprobables en laboratorios con métodos analíticos y medidores de causas y efectos, sino que están sometidos a contingencias muchas veces imprevistas. Ocurren hechos sociales que suelen ser mucho más determinantes que otros factores, manejados por los ortodoxos de la sociología como factótum del curso de los acontecimientos. Veamos un ejemplo: En su esquema de transformaciones sociales, Marx concibió los cambios de la sociedad capitalista a la socialista como acontecimientos producidos por la acción de la clase obrera. Pero con clase obrera, no sin ella. Marx no previó sucesos tan gravitantes como, por ejemplo, la revolución técnico-científica de las últimas décadas del siglo XX. (¡Bueno fuera! De vez en cuando hay que recordar que murió en 1883.)

Sucede que los actuales cambios tecnológicos no son cualquier cambio: están modificando todas las bases en las que el marxismo edificó su estructura de teórica. Estos cambios están -nada más y nada menos que- liquidando a la misma clase obrera, porque está liquidando al trabajo asalariado. La mano de obra proletaria se sustituye, poco a poco, por la máquina que todo lo hace, y por algo mucho más eficaz, aunque más etéreo y difícil de entender en su dimensión (actual y futura): la INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Los funcionarios administrativos de las empresas serán enviados al seguro de desempleo debido a la eficiencia de las computadoras. Los obreros se irán de las fábricas a sus casas. Quizás a engrosar las saturadas huestes de los marginados (hoy denominados por los modernos economistas como "excedente de mano de obra útil"). O tal vez a encontrar otro tipo de trabajo diferente a aquel. Aunque esto entra en el terreno especulativo y deberá ser un problema para el capitalismo. Quizás una super crisis de sobreproducción que tendrá que resolver, porque habrá muchos productos a la venta y gente con escaso valor adquisitivo para consumirla. Ese es otro tema y vaya a saber cómo el capitalismo (siempre vital y creativo) resuelve esta enésima crisis existencial. No nos apuremos: siempre ha logrado resolver las anteriores. Con guerras, con invasiones, con destrucción de productos, con matanzas directas o indirectas. Habrá que ver, pero sus cartas en la manga deben tener, porque no es bicho de entregarse y morir sin dar la pelea por la supervivencia.

Lo cierto y documentado es que las nuevas condicionantes trastocan todos los términos de las relaciones sociales de producción. Es decir: se modifican los términos en que se planteaban los conflictos de clase. Sí se produce otro problema derivado de la falta de poder adquisitivo de los compradores, eso es harina de otro costal. No impide que aquel fenómeno se produzca. Lo interesante aquí es pensar que, en los términos de la dialéctica marxista, la dicotomía clase obrera- patrón burgués capitalista, tiene un sentido de unidad de contrarios. Uno no existe sin el otro. Cada uno de ellos vive en función del otro. Entonces: ¿qué pasará cuando desparezcan, masivamente, los obreros como dualidad dicotómica (casi un pleonasmo) del binomio principal ¿Qué respuesta tiene la dialéctica marxista? (gran interrogante, sobre la que trabajaron Beaudrilard y Marcuse, entre otros). ¿Qué pasará cuando las nuevas condicionantes de la economía alteren la relación dialéctica que conforma la teoría marxista del valor? Esa teoría es el nudo ontológico del análisis socio-económico de la sociedad capitalista. ¿Qué pasa con que el valor de uso de una mercancía, que equivale al tiempo de trabajo empleado por el trabajador, cuando la ecuación se altera por la desaparición del tiempo de trabajo? ¿Cómo se conforma el valor de cambio? Vaya pregunta para los aferrados a las tesis ortodoxas.

No es una pregunta fácil de responder para cualquier marxista y ni aún para quienes no lo son. Dia más día menos, año más año menos, década más década menos, las relaciones de los hombres entre sí y con respecto a los medios de producción se modificarán. ¿Quién lo duda? Considero que -de ahora en más- deberemos tener muy en cuenta lo que un olvidado sociólogo decía con respecto al tema: la "fuerza contingencial de los hechos" puede llegar a ser mucho más gravitante en la historia que las leyes del desarrollo social" decía el olvidado Norbert Elías. También deberíamos estudiar más los interesantes planteos del malogrado filósofo Walter Benjamín, referidos a la imprevisibilidad de los fenómenos de la historia social y su reclamo para que se tuviera en cuenta su propuesta de lo que denominó como "Historia abierta".

Aquel grado de absolutismo primigenio de la teoría marxista, que le daba categoría ontológica a los sectores vinculados a la generación de la riqueza social (burguesía y proletariado), como esenciales en la contradicción fundamental de la sociedad capitalista (producción social y apropiación privada de la plusvalía), deberá ser reformulado. Y, de hecho, ya se ha estado reformulando (con pocos resultados) desde Rosa Luxemburgo, pasando por Kautski, Trotski, Gramsci, Preobrayenski y otros teóricos socialistas de principios del siglo XX.

En los últimos 60 años, modernos discípulos de Marx, correctores y actualizadores de su pensamiento, como Poulantzas, Althusser, Beaudrilard, Walter Benjamín, Adorno, Marcuse, Tourene, Laclau, Habermas, en cierta medida Darrida, y muchos otros, se han propuesto descubrir cuáles son los nuevos factores de acción social que, en la sociedad moderna, sustituyen a aquellos motores de la historia. Si lograron hacerlo, o si otros lo harán en el futuro, es otra historia.

Pero, como alguien ha dicho, la filosofía y la teoría social, tienen pocos productores. Y los pocos que hay, no son muy escuchados.   

 

Carlos Pérez Pereira

 

 

Columnistas
2025-11-07T10:41:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias