La ingeniera social. Victoria Ideológica. Juan Pedro Ribas
17.06.2025
Es curiosa la efectividad de la ingeniería social, se proyecta en el tiempo y en cada lugar. Voy a empezar contándoles una película, "Django sin cadenas" cuya esencia es develar el síndrome de Stephen Candie. En Misisipi, en una plantación existía un patrón, Leonardo DiCaprio y un negro esclavo, Stephen Candie, Samuel Jackson.
No solo adoraba al patrón, lo defendía, era más importante que todo para él.
Llegan a la plantación, una especie de empresario de la época y un negro asociado, ambos a caballo.
Stephen indignado, horrorizado, le dice a su patrón, ese negro viene a caballo, ¿cómo puede venir a caballo?
-Ah Stephen, no te preocupes, si quieres yo te regalo uno.
-Contesta Stephen, no yo no quiero un caballo, quiero que ese negro no monte un caballo.
La ingeniería social trabajada quirúrgicamente, pergeñada y dirigida por los poderosos, por los dueños de todo ha logrado infinidad de Stephen Candie.
Han convencido a la gente que son clase media y que sus enemigos son los más pobres.
Han convencido al ser humano que si no tiene fortuna es culpa de él.
Han convencido al ser humano que los ricos son héroes, exitosos y admirables.
Han logrado que el ser humano no se pregunte cómo surgieron las fortunas que hacen techos de oro en Europa o el gran nivel de vida que un sector vive en Estados Unidos.
No se preguntan del saqueo y la depredación que han sufrido continentes como América y África.
Stephen Candie es hoy Michael Langley, un negro mayordomo a quien Estados Unidos le ha conferido el título de General, Comandante del cuerpo para África, seguramente para velar por los miles de niños que mueren de hambre y por los planes de salud.
Michael Langley no tiene aspiraciones de ser Presidente de los Estados Unidos, pero no quiere que Ibrahim Traoré sea presidente de Burkina Faso, está preocupado por el oro de ese país, que ya no es propiedad de los empresarios franceses, estadounidenses o belgas.
Y les cuento todo esto para terminar con una anécdota casera que se refiere a unos años atrás, cuando encabezaba grupos de jóvenes de barrios carenciados a repartir folletos por toda la ciudad.
Era una tarea que nos había asignado el BPS, que por unas pocas monedas nos permitía integrar a esos muchachos al circuito laboral y que por supuesto fue cortado, apenas comenzó la Administración de gobierno en el año 2020.
Pero tampoco esta es la anécdota, la anécdota se refiere a que recorríamos barrio por barrio, en Carrasco y en Punta del Este y en las zonas donde el servicio doméstico es requerido.
Los folletos decían e instruían al personal doméstico (las eternas sirvientas) sobre sus derechos laborales y los requerimientos que no debían aceptar (aquellas lesiones a la dignidad humana a la que los empleadores sometieron durante mucho tiempo al trabajador prácticamente indefenso).
En una de esas recorridas, llegue a un domicilio en la calle Blanes Viale, solicitándole a una señora muy elegante para entregarle los folletos a la servidumbre, correcta y simpáticamente me autorizo y los entregué.
Una de las domésticas me acompañó hasta la puerta y al despedirme le dije:
- Señora, procure que los demás lean este folleto informativo.
-Mire, me contestó, perdóneme, ni lo voy a leer yo, porque ustedes son unos comunistas que vienen a alborotar.
Juan Pedro Ribas
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias