La inmoralidad que daña. Esteban Valenti
23.06.2025
En medio de las tragedias que sacuden al mundo y de los peligros que nos asechan, tratar ciertos temas domésticos es difícil. Pero si somos implacables con los delitos, las amoralidades, las coimas, los negociados, los acomodos a nivel del anterior gobierno nacional y de varias intendencias, tenemos que ser igualmente implacables con nosotros mismos. No valen dos códigos y dos medidas. Es el sumo de la inmoralidad.
La izquierda en todo el mundo y en el Uruguay específicamente, debió aprender que la inmoralidad se paga muy caro y en muchas cuotas. Se paga como negación de uno de los valores fundamentales de la propia izquierda, una distribución más justa de la riqueza producida por la sociedad. Los delitos públicos y privados y combinados, son la manera más miserable de robarle la plata a la gente, de negarnos a nosotros mismos. Y no hay justificación posible.
En segundo lugar, nos debilita terriblemente en la lucha permanente por combatir los delitos de cuello blanco, nos genera una enorme cola de paja y reduce nuestra voz, su firmeza y su autoridad en la batalla política y cultural. Ya lo vivimos.
En tercer lugar, el virus de la corrupción no se detiene en cada episodio individual, se extiende, corrompe otros órganos y personas, debilita terriblemente la formación de cuadros, el clima de militancia, de esfuerzo, de sacrificio y de limpieza necesaria para construir proyectos auténticamente nacionales y progresistas, que no surgen solo de aspectos legales, administrativos o materiales, tienen siempre una fuerte componente ideal, moral. Necesitan alma. Y la corrupción es el virus más destructivo del alma.
Hay una cuarta cuota muy salada, una de las batallas más importantes de la actualidad en nuestros países de América Latina es contra el delito organizado, contra el narcotráfico y todas sus derivaciones y la corrupción pública y privada es un gran aliando del delito organizado, lo vimos durante el anterior gobierno.
Quinta, la corrupción es una de las principales entregas, derrotas ante la derecha, que nos ha mostrado su potente capacidad de utilizarla durante años para golpearnos políticamente, pero donde más duele, en el alma, en los ideales de la izquierda. Y nunca lo hemos resuelto con el silencio, barriendo la mugre bajo la alfombra y mucho menos descargando las culpas en los peones. Siempre llega a las piezas principales.
En estos momentos, un tema sacude a la izquierda uruguaya y en particular a uno de sus principales componentes históricas, el movimiento sindical, la corrupción en el SUNCA y en los Fondos para la Construcción de Viviendas de los trabajadores de esta rama, para el que aportan todos los meses directamente de sus sueldos.
Ya no son especulaciones, ya hay pronunciamientos de la justicia con condenas de tres dirigentes sindicales, más de una decena de expulsados del SUNCA y un proceso fiscal y judicial que sigue y que tiene entre sus imputados a los más destacados ex dirigentes sindicales y ahora parlamentarios del Frente, Oscar Andrade y Daniel Diverio y a otros dirigentes, como la secretaria de finanzas del SUNCA y del Partido Comunista Laura Alberti.
El proceso no ha terminado y no creo que haya que apresurarse, aunque considerar que las declaraciones de los tres condenados y otros imputados como sin importancia, es totalmente absurdo. ¿De dónde van a venir las pruebas de todo este proceso?
Comencemos por lo básico, en la larga historia del movimiento sindical y político uruguayo, nunca la Secretaria de Finanzas de un sindicato, de un gran sindicato, fue la misma persona que la de un partido político. Ni que hablar que nunca en el caso del PCU. Hubiera sido un escándalo de proporciones, además de ser una violación muy clara de los estatutos del propio sindicato. Y que alguien lo desmienta.
Las maniobras de distinto tipo, en particular en el Fondo de la Construcción de Viviendas que dirigen el SUNCA y la Cámara de la Construcción tiene muchos meses y que sin contar con el manejo de los fondos propiamente del SUNCA, sobre los que hay serios reclamos de que se rindan cuentas serias y creíbles, suman más de 1 millón y medio de dólares. Las cifras importan y los tiempos también.
Si en el SUNCA, un sindicato prestigioso con miles de afiliados, con una estructura importante en todo el país, con actividades solidarias que lo han prestigiado a lo largo de los años, durante meses y meses se roban, desaparecen cientos de miles de dólares, hay solo dos posibilidades.
Una, los dirigentes principales y los directamente relacionados a las finanzas fueron unos incapaces totales, que no merecían ocupar esos cargos por el grave perjuicio a los trabajadores y al conjunto del movimiento sindical. Esto afecta la imagen de todos los sindicatos.
Disculpen que tenga una pequeña duda, estamos hablando de gente inteligente y capaz y no de recién llegados a la labor de dirección sindical, así como dudo totalmente que los inculpados sean unos "perejiles" que actuaron para enriquecimiento personal. No descarto que alguno de ellos también haya aprovechado el clima de descontrol y mano abierta y se haya llevado la suya, pero no todos hicieron eso organizada y planificadamente durante todos esos meses.
Eso no se lo cree nadie con dos dedos de frente.
La otra posibilidad, es que funcionaba un esquema dentro del sindicato que robaba los fondos y los dirigía a determinados destinos. El propio esquema organizado da pistas implacables, la Secretaria de Finanzas que actúa simultáneamente en el sindicato y en el PCU, es un dato implacable.
¿Quiénes sabían de ese millonario desvío de fondos, hacia dónde, con qué objetivos?
No existen antecedentes de este tipo en la historia del PCU y a muchos comunistas actuales que no se chupan el dedo debe dolerles realmente mucho, sobre todo porque es más que evidente que casi todos o todos los involucrados en las estafas eran militantes del PCU y respondían directamente a la orientación de Oscar Andrade.
Aclaro que si alguno de los involucrados o sus adjuntos quieren introducir en este debate el tema de los diamantes, como amenazaron en algún momento, estoy plenamente dispuesto a volver sobre esa ridiculez. Adelante.
No sé si al final del proceso judicial se sabrá cuanto del dinero estafado sirvió para enriquecimientos personales, pero estoy absolutamente seguro, como lo está cualquier periodista o ser humano medianamente inteligente, que ese dinero era parte del arma principal de Andrade y su corriente para copar y dirigir al PCU. Eso no se logra con buenas oratorias, con la reiteración de algunos datos y con discursos políticos extremadamente pobres y sin ninguna base ideológica, se necesita suplir esas carencias con aparato, con funcionarios en las departamentales y seccionales y con recursos para las campañas electorales a los diversos niveles. No solo para senadores y diputados sino también para las internas...
Como siempre, sobran los valerosos que prefieren callarse y hablar en los pasillos y dejar que el tiempo haga su obra. Pero ahora estamos en medio de un baile doloroso, que contagia a todo el movimiento sindical y la izquierda sino lo discutimos claramente con los argumentos ideológicos y culturales necesarios.
La superficialidad y la inmoralidad no debería ser lo nuestro.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).