La lucha contra el narcotráfico: un nuevo enfoque. Carlos Pérez Pereira

11.08.2025

Es necesario tener una visión global del tema, asumir la necesidad de una política de Estado y cambiar la orientación de las medidas emprendidas hasta ahora por la mayoría de los gobiernos.

Si insistimos en la lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias, sólo con los métodos represivos policiales, llevamos las de perder, a la corta o a la larga. Estos delincuentes nos superan, largamente, en medios y en capacidad operativa. Tienen suficientes recursos para financiar la compra de voluntades en los barrios, en la policía, en las fiscalías, en la política, en el deporte, en los negocios legales o ilegales, etc. Tienen un gran poder económico, suficiente para sostener sus emprendimientos delictivos.

Ante esta situación, de proyección mundial, algunos sociólogos especializados en criminología (citados en llamada), consideran más viable evitar el enfrentamiento directo con las organizaciones delictivas, cuyo poder operativo, en muchos casos, supera la capacidad de reacción de los Estados. La idea es permitir que arreglen sus disputas, en lo posible pacíficamente, repartiéndose los territorios con pactos de no agresión. Los ministerios deberían dejar que actúen libremente en zonas definidas. Este "acuerdo" debe contemplar que las bandas no se maten todos los días y mantengan la tranquilidad en los barrios. Pero esa "paz" también debe servir para la aplicación de medidas profilácticas de los gobiernos, para atacar a fondo el problema del consumo de estupefacientes y evitar que se propague. 

El incremento de la represión de las fuerzas policiales, no ha dado resultados o son efímeras. Pan para hoy y hambre para mañana. Y la escalada punitiva y su dinámica de acción-reacción, ingresan en una espiral de violencia que no tiene retroceso ni final a la vista. Tal mecanismo trae como consecuencia la pérdida de vidas, la desesperación de los gobernantes que no logran victorias significativas y el ingreso de los temas a las campañas políticas, con opositores oportunistas (que, al regresar al gobierno "beberán de su propia medicina"); y lo peor: la inversión de recursos presupuestales que podrían ser orientados a otros temas, como la pobreza infantil, la salud mental, los sistemas de cuidados y mecanismos de rehabilitación de liberados, entre otros.  

El gran negocio de los traficantes y proveedores no es la venta de unos puchos de pasta base a muchachos hambrientos y sin laburo que les compran drogas. Procuran extorsionarlos, endeudándolos, para lograr transportadores del producto (modernas "mulas") a los sitios donde la venta rinde millones. Según esta concepción, el centro del problema no es la droga, sino el consumo elevado en las medias y altas esferas de la sociedad, que gozan de relativa impunidad para el disfrute de los beneficios del comercio ilegal. Y de esto poco se habla en los medios de comunicación. Mientras haya demanda de "merca", habrá mercado, y los productores y vendedores pelearán con todos sus recursos para no perder lo ganado y para aumentar sus réditos. No les interesan las muertes, las peleas de bandas, la intervención de la policía, los escándalos y tiroteos en las calles, las noticias truculentas en los informativos; pretenden tranquilidad para ejecutar sus negocios. La muestra irrefutable de ello, es que, cada vez que la policía con sus acciones represivas directas avanza y recupera espacios, hay más disputas (muertes, secuestros, extorsiones a familias y empleo del sicariato) por los territorios que van quedando. Y, como consecuencia, más violencia y más muertes, más corrupción y más deterioro en la vida barrial, que a veces puede llegar hasta las organizaciones sociales y a las instituciones estatales. Por cierto, si se decide aplicar esta estrategia, el gobierno deberá incrementar políticas educativas y sanitarias para desalentar el consumo de drogas e impedir de tal modo el ingreso de jóvenes a los circuitos del negocio. Habrá que bloquear los factores de corrupción de las FUERZAS POLICIALES Y EMPLEADOS PUBLICOS y sobre todo frenar el LAVADO DE ACTIVOS QUE ES EL NUDO PRINCIPAL DONDE SE LEGALIZAN SUS GANANCIAS. El narcotráfico necesita "lavar" (legalizar o blanquear) sus activos.  De poco o nada le sirve enterrar bolsas de dinero en el fondo de fincas alquiladas en balnearios o en establecimientos de campo disfrazados de emprendimientos agropecuarios, si no se hacen inversiones en negocios que reditúen más, sin el peligro del control fiscal y/o policial.

Hoy se está revelando que lo que hizo BUQUELE en EL SALVADOR fue algo por el estilo. Un acuerdo por el que reprime y aprisiona a miles de integrantes de las maras y deja en libertad de acción a los grupos narcos más fuertes. En Brasil, casi de incógnito, el COMANDO CAPITAL liquidó las guerras de las PANDILLAS, adentro y afuera de las cárceles. No se matan policías, no se matan a los presos, ni entre ellos, y en los barrios donde se prepara la droga para vender a los grandes consumidores todo es tranquilidad.

En Brasil, el COMANDO CAPITAL manda en las cárceles y manipula a los prisioneros nuevos que aparecen, para ingresarlos a sus sistemas. Los protege de sus enemigos, sustenta a las familias de los presidiarios reclutados, y paga buenos abogados para su defensa en estrados judiciales. Salen de allí a trabajar en los barrios con gran eficacia, porque aprenden con los jefes grandes que dirigen su accionar desde el presidio.

No hay alternativa a estos mecanismos, o las mismas no han dado resultado. La droga está pasando a ser el negocio más rentable en todo el planeta. Incluso está invirtiendo en negocios legales y semiilegales como la venta de armas, medicamentos e informática. Y salvo alguna victoria parcial de los represores, el fenómeno se presenta como imparable y sin retroceso. La facilidad que les dan los sistemas financieros (bancos, entidades cambiarias y de prestamistas, zonas francas y otros) que permiten el LAVADO DE ACTIVOS, empuja a empresarios de mucho poder, para que inviertan en ese negocio y alimenten partidos políticos y candidatos en elecciones. Penetran en los gremios, patronales y obreros, y en espacios culturales (teatro, deportes, cultura, editoriales, informática, etc.) En resumen: el gran problema no es éste, sino la gran cantidad de consumidores que aumenta en forma escalofriante en el mundo. En mayor medida en las "sociedades desarrolladas" (EEUU, EUROPA, ALGUNAS DE AMÉRICA LATINA), el consumo de estupefacientes se reproduce sin frenos, sobre todo entre la juventud. Se agrega a esto el consumo de opiáceos y sedantes derivados de plantas tóxicas o compuestos químicos de laboratorio, utilizados para el alivio de dolores físicos y variadas psicopatías. Estos productos integran el sistema y se venden en ferias y locales clandestinos, sin los permisos de las entidades estatales de la salud poblacional.

Resumiendo: el gran problema no es la droga y quienes la venden o la distribuyen, sino el consumo y los consumidores. Sólo con un cambio de sistemas sociales, basado en la solidaridad, en la equidad y en el trato humanitario, en la atención de infancias y vejeces, tanto en lo educativo como en la salud física y mental, podremos acercarnos a una solución. Los sistemas sociales que basan la convivencia en el egoísmo, la inequidad, las ideas supremacistas de género o de raza, y organizan la vida de la gente en base a la competencia de unos contra otros, no ha resuelto estos problemas y, por el contrario, los genera y los incrementa. La búsqueda colectiva del bienestar, evitará que la desesperanza, la angustia, la depresión y otros males provenientes de la ausencia o la pérdida de perspectivas, conduzca a los seres humanos a buscar en drogas alucinantes algunos minutos de falsa felicidad.

Atacar como problema a la droga y no al consumo, es no atreverse a tomar el toro por los cuernos y prenderse, sin intención, de su cola, favoreciendo a que el fenómeno se reproduzca sin un final visible.

 

Este artículo está elaborado en base a lo expuesto en el programa EN LA MIRA, VTV, de Gabriel Pereira, por los sociólogos Marcelo Saín (argentino, ex ministro de Seguridad de Santa Fe) y Benjamín Lessing, estadounidense. Los especialistas aclararon que sus datos y opiniones se basan en estudios realizados en sus respectivos países, sin aludir al Uruguay.

 

Carlos Pérez Pereira. Escritor y analista de la realidad, ex periodista y militante político del FRENTE AMPLIO)

 

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2025-08-11T20:45:00

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