La nueva arquitectura de defensa en Europa. Jorge Jouroff

02.12.2025

Mientras Estados Unidos continúa con su nueva (y a veces errática) política exterior, y ahora reanudando la anterior política de desarrollo de armas atómicas, los aliados europeos se preguntan hacia donde conduce la actual situación mundial.

Empantanados en Ucrania, con la posibilidad cierta de una derrota, con escándalos de corrupción de Zelensky y su equipo, asumen que Estados Unidos ya no es el otrora aliado confiable  y emprenden su propia política de defensa en medio de una carrera armamentista. Podría decirse que los buenos tiempos quedaron atrás y se aproximan nubarrones en el horizonte.

 

La nueva política de defensa

Las medidas impuestas por Trump en lo referente a la financiación de la defensa europea y su colaboración con  la OTAN terminaron por dar frutos. Los europeos están obligados a invertir más en el sector si quieren continuar jugando en el tablero mundial.

Como veremos más adelante, este hecho clave tiene repercusiones sobre toda la política, en particular sobre la economía y las ilusiones socialdemócratas de bienestar social universal, ahora que están obligados a aumentar considerablemente el gasto en defensa.

Desde el fin de la segunda guerra mundial, la estrategia norteamericana tuvo como uno de sus postulados el atlantismo,  que supone la alianza estable y permanente de Estados Unidos con Europa, a través de sus dos instrumentos base, el Plan Marshall (la ayuda económica) y su soporte militar, la OTAN. El que Estados Unidos asumiera el grueso del gasto de defensa, permitió a las potencias europeas intentar construir su modelo socialdemócrata, pero también las subordinó a la política exterior norteamericana.

En los hechos, pasaron a ser potencias de segundo orden. La expansión del sistema capitalista bajo la forma de la mundialización, y la emergencia de China ya no solamente como rival, sino como  potencia con aspiraciones  propias, y con capacidad de impulsar un modelo de desarrollo y de alternativa civilizatoria, dejó a Estados Unidos sin una estrategia clara.

La gran potencia de otrora ya no disfrutaba de la supremacía tecnológica y, tan relevante como lo anterior, su élite no poseía una única visión de la situación. De ahí los vaivenes en su estrategia, y por tanto en su política exterior y en la elección de sus aliados. Del atlantismo se pasó al "américa first", con muchos vaivenes y sin una estrategia definida. 

Ya desde el primer gobierno de Trump, en la conferencia europea defensa, la conferencia de Munich, se declaro que los Estados Unidos "no constituían un aliado fiable". A partir de ese momento, las viejas potencias imperialistas devenidas socialdemócratas comenzaron a elaborar su estrategia de defensa. Ella se expresa, además de las resoluciones de las conferencias de la OTAN que las implican en el libro blanco de la defensa y su instrumentación reciente, la llamada nueva hoja de ruta. Por supuesto, implican el rearme acelerado de Europa.

 

Las claves de la hoja de ruta 

El pasado 16 de octubre, la Comisión Europea publicó una comunicación conjunta sobre la hoja de ruta a seguir para alcanzar los objetivos establecidos en el Libro Blanco de Defensa que se acordó en el mes de marzo. El documento denominado Preservando la paz, Hoja de ruta 2030 (en inglés: Preserving Peace - Defence Readiness Roadmap 2030) presenta los consensos entre los estados miembros.

El concepto rector es la intención de que la Unión Europea "esté preparada para la guerra" hacia finales de la década, en respuesta "a la persistente amenaza de una Rusia militarizada y a la incertidumbre sobre el futuro apoyo de Estados Unidos" bajo una eventual presidencia de Donald Trump.

Además de las elevadas inversiones en defensa de los últimos años, se prevé invertir hasta ochocientos mil millones de euros en inversión adicional durante los próximos cinco años.

La primer medida es una evaluación cuantitativa de las carencias en capacidades a todo lo  largo del espectro  de las operaciones militares, incluida la defensa territorial. Esta tarea la realizará el Estado Mayor de la Unión en base a las capacidades y objetivos de los Estados Miembros.

A partir de esta información, la Comisión y el Alto Representante presentarán un informe anual sobre el estado de preparación en defensa. El documento propone que se formen coaliciones de capacidad de los Estados Miembros

El plan se estructura en cuatro puntos, o pilares, como les gusta decir a los europeos, a saber: la iniciativa europea contra drones, la vigilancia del flanco oriental, el escudo aéreo europeo y el escudo espacial europeo.

I) La iniciativa europea de defensa contra drones.  Es la pieza clave y la  estratégicamente relevante de la nueva arquitectura europea de defensa.  Es también la más urgente, pues se trata de la vigilancia del flanco oriental, siendo básicamente un sistema de vigilancia hipertecnológico destinado a proteger la frontera este de la Unión. El plan contempla "la integración de sistemas de defensa terrestre con sistemas de defensa aérea y antidrones, creando una barrera tecnológica a lo largo de las fronteras con Rusia y Bielorrusia."

Según lo proyectado, debería alcanzar su capacidad operativa inicial a finales de 2026 y estar plenamente operativa en 2028.

 

II) La vigilancia del flanco oriental.  Paralelamente, la iniciativa europea de defensa contra drones representa la respuesta de la UE a la revolución que estos aparatos han supuesto para la guerra moderna, como demuestra el conflicto en Ucrania.

En efecto, los avances tecnológicos y, en consecuencia, las nuevas tácticas de batalla, la denominada guerra de mosaico y el uso de drones, han cambiado por completo la dinámica del campo de batalla. El proyecto pretende entonces crear una red continental de detección y neutralización de aeronaves no tripuladas, capaz de identificar y derribar drones antes de que puedan penetrar en el espacio aéreo europeo. Se prevé que tenga una capacidad inicial a finales del próximo año y esté plenamente operativa un año después, es decir, en 2027 o inicios de 2028.

 

III) El escudo aéreo europeo.  El escudo aéreo europeo es el tercer pilar, concebido como un sistema de defensa aérea multicapa diseñado para proteger el continente de misiles balísticos, misiles de crucero y otras amenazas aéreas. Al ser concebido como europeo, "estará integrado con las estructuras de mando y control de la OTAN para garantizar la interoperabilidad entre las fuerzas europeas y atlánticas."

 

IV) El escudo espacial europeo.  Con el mismo concepto anterior, el escudo espacial de defensa protegerá los activos y servicios espaciales europeos, cada vez más importantes para las comunicaciones militares y civiles, la navegación por satélite y los sistemas de inteligencia. Cabe señalar que estos sistemas estarán interconectados , ya que desde su diseño fueron concebidos como sistema para proteger el espacio aéreo, terrestre y orbital de la Unión Europea.

 

El significado político del rearme

El siglo XX conoció dos guerras mundiales, con un enorme costo en vidas. Por más nobles motivos que se pregonasen, las potencias europeas estaban resolviendo sus conflictos por las colonias y la supremacía mundial a través de la guerra, igual que pretenden hacerlo ahora. Naturalmente, siempre iniciaron las guerras invocando la paz.

En la historia, las guerras han sido una forma de resolver las crisis sistémicas del sistema capitalista; y hoy como ayer, la industria bélica se convierte en uno de los principales motores de desarrollo económico y tecnológico, permitiendo una reproducción ampliada de capital y la salida momentánea de la crisis, al menos hasta la próxima. Sin embargo, no necesariamente se tienen que resolver los problemas por la guerra; en algunos casos se logra una paz negociada entre las grandes potencias en juego si fueren posible acuerdos sobre un nuevo orden mundial.

Hoy, esas potencias son Estados Unidos, China y, en una escala menor pero potencialmente desequilibrante, Rusia. Las negociaciones directas de Trump con Rusia demuestran por un lado, que Estados Unidos  busca algún tipo de arreglo y seguramente la conformación de esferas de influencia que eviten la confrontación bélica en este momento.

Por otro, evidencian que no considera a Europa como un aliado semejante, sino subordinado, como lo estuvo siempre, a la política exterior norteamericana. Y, en última instancia, que está dispuesto a reordenar esa alianza por un bien mayor. Ese es también el significado de "América first", la gran consigna de Trump que coloca a Europa como potencia de segundo orden. Lavrov, el canciller ruso, lo expreso con palabras más directas: Europa es una vieja decrépita que no comprende que su tiempo de gloria ha pasado.

Por ello, una vez más, se han lanzado a la carrera armamentista, con la meta explícita de estar en condiciones de librar una guerra para el fin de la década, y por ello siguen atizando y sabotean todos los intentos de paz en Ucrania. No conciben la formación de un nuevo orden mundial sin ellos liderando de alguna manera. Y por ese lugar, están dispuestos a prepararse para una guerra. Lo que no hace sino demostrar la vitalidad de la definición de Clausewitz, de que la guerra no es más que la continuación de la  política por otros medios.

Jorge Jouroff
2025-12-02T11:26:00

Jorge Jouroff