La revolución laboral. Esteban Valenti

15.12.2025

La izquierda, muy afecta a la palabra Revolución, ha ido rodando en su utilización, desde una definición integral, económica, social, política y profundamente cultural, a utilizar el término con diversas acepciones, una más neutra que la otra.

No hay dudas que la revolución laboral debería estar obligatoriamente en su agenda en primeras posiciones. Importa mucho que contenido se le dé al concepto. Todos sabemos que la base de la identidad de la izquierda, es el trabajo en su relación con muchas otras cosas, como el capital, la explotación humana, el progreso y el desarrollo, la protección ambiental. Es un perno central de su identidad.

La "Revolución Laboral" es la transformación radical y acelerada de los procesos, prácticas y estructuras del trabajo impulsada principalmente por la revolución tecnológica, la digitalización y la Cuarta Revolución Industrial (Industria 4.0). Pero también, como influye todo esto en la cultura del trabajo y su relación con la economía política.

Es un cambio de paradigma que afecta tanto a los empleados como a las empresas y al mercado laboral global.

Los elementos de la Revolución Laboral, el Avance Tecnológico y Digitalización (Revolución 4.0), la automatización: El uso de la Inteligencia Artificial (IA), la robótica y el aprendizaje automático para automatizar tareas repetitivas y algunas tareas cognitivas.

Esto produce creación y destrucción de empleo, la automatización elimina puestos de trabajo tradicionales, pero al mismo tiempo crea una gran cantidad de nuevos empleos en tecnología, análisis de datos, ciberseguridad e IA. Se demanda personal super cualificado con alto valor añadido, enfocado en tareas "de cerebro" más estratégicas y creativas.

Habrá, o mejor dicho ya hay cambios en muchos aspectos, en particular en la necesidad del aprendizaje permanente, porque el conocimiento será un factor fundamental del trabajo y de la producción.

El impacto de esta revolución es desigual. Mientras que en los países desarrollados el enfoque está en la adaptación a la tecnología y el empleo de alto valor, en regiones como América Latina los desafíos son mayores, incluyendo la alta informalidad, bajos salarios y la necesidad urgente de inversión en capacitación y desarrollo productivo.

En resumen, la revolución laboral está redefiniendo el qué, el cómo, el dónde y el porqué trabajamos, exigiendo a personas y organizaciones una adaptación constante y una visión a futuro centrada en el conocimiento y la flexibilidad.

Me voy a referir a un aspecto específico, concreto e incómodo: el empeño, el esfuerzo, la disciplina del trabajo. En la izquierda cuesta mucho hablar de este tema, existe una suerte de justificación, de que todo lo que reduce, disminuye, el nivel del trabajo, está justificado, es una conquista social. Y eso es profundamente falso y deformante.

No funciona solo en el empleo público, también en la actividad privada y a veces de manera muy visible. Genéricamente se le llama la productividad.

Hace pocos días la Ministra de Transporte Obras Públicas, Lucia Etcheverry anunció que  el puente en los accesos a Montevideo había terminado su importante reparación quince días antes de lo previsto. No fue una casualidad, fue el uso del trabajo de manera más intensa, mejor. Era una obra que lo quería. Imaginemos el caso del metrobus metropolitano, con una extensa obra subterránea. En buena medida depende de la productividad.

El viaducto sobre la Avenida Agraciada, conocido popularmente como el Viaducto de Paso Molino, se demoró aproximadamente 10 años. La construcción comenzó en 1961 y fue inaugurado el 19 de junio de 1970...

El Estadio Centenario de Montevideo fue construido en un tiempo récord de aproximadamente seis a ocho meses.

La piedra fundamental del Estadio Centenario se colocó el 21 de julio de 1929, el inicio de las obras comenzó en agosto-septiembre de 1929 (excavación de 160.000 metros cúbicos de tierra). Las obras de hormigón armado, la parte más visible de la construcción, comenzaron el 1° de febrero de 1930. Fue inaugurado el 18 de julio de 1930, con el partido entre Uruguay y Perú, cinco días después del inicio oficial del Mundial.

En un tiempo con maquinaría mucho más básica que en los años 60 y ni que hablar de la actualidad. Y fue en el mismo país.

En cuanto al puente en los accesos me llamó la atención y no creó haber sido el único. Lo habitual es que las obras se prolonguen más allá de lo planificado. Otro ejemplo concreto, la reparación de una cuadra en la calle Andes, frente al SODRE, pasó una semana y todo está en casi las mismas condiciones. La reparación de una cuadra en pleno centro debería realizarse en un tiempo razonable y rápido.

Otra situación es el dragado del Puerto de Montevideo marcado para una progresiva profundización para mejorar la competitividad regional. Actualmente el proyecto más ambicioso es llevar el Canal de Acceso del Puerto de Montevideo a 14 metros de los 13 metros actuales y enfrenta demoras importantes.

Las obras de apertura del canal a 14 metros han sido postergadas. Se estima que el inicio de estas obras de gran envergadura no se concretaría hasta 2027 o 2028.

El proyecto implica una inversión significativa (estimada entre US$ 200 y 300 millones), y existe un debate sobre la mejor forma de financiar y asegurar el mantenimiento de la profundidad a largo plazo (si a través de reasignación presupuestaria o nuevos contratos).

Dragado con la flota de la ANP, la draga de succión D11 "21 de Julio" de la ANP ha estado trabajando en tramos del canal de acceso (específicamente entre el Km 0 y el Km 6) con el objetivo de alcanzar los 14 metros de profundidad en esos segmentos.

También debemos considerar que de acuerdo a un reciente informe se ha dado un diagnóstico crítico sobre la flota de dragado de la ANP, señalando que hasta el 70% de los equipos podrían estar fuera de servicio debido a antigüedad y falta de inversión en mantenimiento, lo que amenaza la capacidad de mantener las vías navegables en las profundidades adecuadas.

Aún con elementos diferentes, el tema de la productividad, es decir del rendimiento del trabajo y los recursos para alcanzar determinados resultados, es decir la eficiencia está presente en muchas obras y procesos productivos.

Obviamente la utilización de equipos, herramientas y tecnología adecuada es un factor fundamental. Pero a eso se debe sumar el nivel del trabajo humano, la capacitación del personal, la planificación de los procesos y también el liderazgo, la organización y la actitud del conjunto de los trabajadores empeñados en una tarea.

En el contexto individual, se trata de lograr los objetivos más importantes con el mínimo esfuerzo, tiempo o recursos, priorizando la eficacia sobre la simple ocupación.

Tenemos, y es necesario reconocerlo, áreas de una productividad muy baja y esto afecta toda planificación, a veces una baja productividad asumida como un derecho laboral, con justificaciones sobre el nivel de los sueldos, sobre la duración del empleo.

Esa es una expresión de un profundo atraso en la conciencia de clase y en el sentido del trabajo, de su cultura, de su calidad como parte del avance del conjunto de la sociedad.

Existen técnicas de organización, como por ejemplo la matriz Eisenhower, de clasificar las tareas en función de su urgencia e importancia, para trabajar primero en lo esencial. Pero lo fundamental es el empeño, el esfuerzo, el compromiso con el trabajo de parte de los trabajadores y de toda la cadena de producción.

Asumamos qué a nivel de la cultura laboral, del empeño, el interés y el aporte personal son irrenunciables, no hay manera de sustituirlas con tecnología, hace falta integrarlas a las tecnologías.

Un país, nuestro país, depende y dependerá de esa cultura de la calidad del empeño laboral para su progreso. No existen ejemplos de naciones que han progresado en un clima de indolencia, de baja productividad. La cultura del trabajo, es un capital fundamental de una nación pujante y con perspectivas.

Tenemos áreas donde estamos muy lejos de alcanzar ese empeño, la extrema burocratización es un enemigo central de esa cultura de la calidad y de los resultados del trabajo.

Eso no se resuelve con invocaciones, sino asumiendo que debemos tener una calidad en la cultura del trabajo, en el cumplimiento de las obligaciones, en valorar el aporte fundamental para nuestro progreso. Naturalmente que eso debe incluir la lucha y la conquista de aumentos de salarios reales en forma constante, mejoras en las condiciones laborales y en el descanso, la salud, la seguridad laboral e incluso en la redistribución de la riqueza en nuestra sociedad. Todo esto no puede sustituirse por la falta de empeño y esfuerzo en el trabajo.

¿Estamos dando esa batalla cultural, ideológica y política?

Esteban Valenti
2025-12-15T07:00:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).