La vida humana. Esteban Valenti
13.10.2025
"La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida." André Malraux
El valor de la vida humana es el cambio cultural más importante que ha sufrido el Uruguay en las últimas décadas, no puedo calcular exactamente cuándo comenzó.
La vida humana es mucho más que un estado o condición biológica, que se distingue por una serie de procesos como la organización en células, el metabolismo (absorber energía y mantenerse lejos del equilibrio químico), el crecimiento, la respuesta a estímulos, la adaptación y la reproducción.
A la salida de la dictadura, en 1985, cuando emergimos de esos 12 años de terror, de miedos, de falta de libertades y de perder muchas referencias de todo tipo, en particular del derecho paritario de todos a la vida. Porque el régimen militar y civil se atribuyó la potestad criminal de tomar la vida de muchos ciudadanos e incluso de ocultar sus cuerpos. La vida volvió a tener un enorme valor.
La expectativa de vida en el Uruguay ha crecido de manera constante.
La expectativa de vida en Uruguay ha experimentado un cambio significativo y positivo desde 1990 hasta la actualidad. Este aumento refleja mejoras en la salud pública, el acceso a la atención médica y las condiciones de vida en general.
En 1990, la expectativa de vida en Uruguay era de aproximadamente 73 años en promedio. Los hombres 69 años y las mujeres 76 años.
En el 2024 la expectativa de vida total se ubica en aproximadamente 78.3 a 78.7 años en promedio. 75 años en los hombres y 81 años en las mujeres.
La vida con sus enormes contradicciones, en cada uno de nosotros, en los diversos sectores, sociales, culturales e incluso políticos. Por ejemplo, la política fue y sigue siendo actualmente la actividad más pacífica y respetuosa de la vida en nuestro país. No siempre fue así, venimos de "La tierra purpúrea" de W.H. Hudson, de las guerras civiles, las revoluciones, los asesinatos y los duelos, la guerrilla y las dictaduras.
Los que tenemos edad suficiente recordamos que un asesinato, era una excepción, ahora es la norma, vemos o escuchamos los informativos o leemos los medios impresos y estamos seguros que habrá noticias sobre asesinatos, generalmente de gente joven, en un país cada día más envejecido.
Ese incremento exponencial de los delitos, podemos y debemos tratarlo en la crónica policial, pero también demos reflexionar en los aspectos culturales, emocionales, de la sicología social de nuestra sociedad. Tenemos que analizarlo por el impacto en nuestras vidas, nuestros afectos, nuestra familia y nosotros mismos. ¿Cuánto nos hemos acostumbrado y resignado?
Hay una parte de la sociedad, donde la vida a perdido su valor fundamental, porque la muerte forma parte de las herramientas, los instrumentos para la lucha por el control de una zona, una parte del mercado de la droga, aunque sea pequeña, un ajuste de cuentas por deudas y por las más diversas razones.
No solo matan y mueren los pobres, pero la desproporción es abrumadora, las cifras son muy claras, en la zona costera de Montevideo, tenemos un porcentaje de asesinatos por habitantes como en ciudades europeas de países desarrollados, en la zona norte y oeste igualamos las terribles cifras de algunas ciudades latinoamericanas.
La violencia homicida en Montevideo no se distribuye de manera uniforme. Las tasas más altas se localizan en la periferia de la cidad, mientras que la zona costera y los barrios céntricos presentan tasas mucho menores.esar de lo anterior, ha habido un "corrimiento" del delito. Si bien las zonas con mayores índices siguen siendo las de la periferia (como Cerro Norte, con una tasa de 32,5 cada 100.000 habitantes, o Casavalle), han comenzado a aparecer focos delictivos en otras áreas, como Carrasco y Malvín Norte, que anteriormente no tenían un alto índice de homicidios.
En general, Montevideo tiene la tasa de homicidios más alta del país, con 15,8 cada 100.000 habitantes, por encima del promedio nacional que registró 11.1 homicidios cada 100.000 habitantes.
En otros artículos sobre el tema de la inseguridad y para demostrar que no es una fatalidad invencible, utilizo como ejemplo la ciudad de Medellín en Colombia, sede, nada menos que de la banda de Pablo Escobar.
La tasa de homicidios en Medellín ha experimentado una notable y significativa reducción en las últimas décadas. La ciudad ha pasado de ser una de las más violentas del mundo a tener una de las tasas más bajas en su historia reciente.
La tasa de homicidios en Medellín para el año 2024 fue de 11,7 por cada 100.000 habitantes, lo que representa la cifra más baja en más de cuatro décadas. En términos de número de casos, la ciudad registró 319 homicidios en 2024, lo que significa una disminución del 16% en comparación con el año anterior.
La tasa actual contrasta drásticamente con los años 90, cuando la ciudad llegó a tener tasas superiores a los 370 homicidios por cada 100.000 habitantes, un reflejo del auge de la violencia relacionada con el narcotráfico en esa época.
El narcotráfico, tanto por el crecimiento del consumo, el aumento de las personas que hacen uso de estupefacientes, que incluye personas de diversos sectores sociales, pero en la parte del tráfico propiamente dicho se concentra en la periferia pobre, ha sido el factor fundamental para el aumento de los asesinatos. Con una condición, la disminución drástica del valor de la vida es contagiosa, se extiende, al deporte, a las actividades sociales, al tráfico, a las familias. La raíz está en la "normalización" de la muerte.
Vivimos en mundos paralelos y cada día más separados por esa brecha cultural, donde el valor de la vida es más diferente, aunque salpique también del otro lado, la criminalidad, el sicariato está integrado de manera creciente en los sectores sociales, territoriales que conviven con el narcotráfico, pero impulsa el asesinato también por otras causas.
La batalla no puede ser solo policial, aunque es fundamental derrotar el narcotráfico en toda su cadena, asumiendo que sin quebrar la cúspide de la pirámide que caracteriza estas bandas, que en muchos casos ni siquiera está en el Uruguay. Solo cerrando cientos de puntos de venta de drogas, nunca lograremos revertir el actual proceso.
Eso implica que la inteligencia humana y tecnológica combinadas, son instrumentos insustituibles, exigen especialización, actualización permanente y personal altamente comprometido y calificado. La disposición de enormes recursos económicos de parte de los narcos, hace que incluso la inteligencia dentro de las propias fuerzas de seguridad, la inteligencia estratégica y territorial y la batalla cultural deban combinarse con gran rigor y profesionalidad.
El reciente atentado contra la Fiscal de Corte, Mónica Ferrero, muestra como el miedo, o el intento de imponerlo es un elemento muy importante en las practicas del narco delito. Tenemos muchos ejemplos en la región y en nuestro país. El atentado es un aviso de muerte.
El valor de la vida, no sirve solo para derrotar al crimen, sirve para atacar las causas de la violencia en muchas actividades nacionales, como el fútbol, el básquetbol, las fiestas, etc. En resumen en la calidad de la vida en el conjunto de la sociedad, el asesinato es el último escalón, el definitivo e irreversible en la derrota de la vida.
Una sociedad debe medir el nivel de su calidad, de su densidad humana, de su riqueza cultural, en primer lugar por el valor de la vida, como valor supremo, por lo tanto el asesinato por cualquier causa, incluyendo la de la violencia familiar contra mujeres y niños principalmente, debe ser una batalla cultural a todos los niveles.
A nivel de la educación, no con brulotes, sino integrando disciplinas y contenidos a todos los niveles, que eleven el valor de la vida y el rechazo a los crímenes. No es propaganda, es incorporar este tema crucial a nuestras bases educativas.
En la prensa, donde debemos hacernos un profundo examen de conciencia, si el raiting u otras exigencias comprensibles, implican obligaciones del tratamiento de la vida y de la muerte violenta tal como lo hacemos ahora.
La política, el parlamento, el gobierno, la justicia, las intendencias, deberían examinar cual puede y debe ser su contribución a nivel de las instituciones y con tratamiento diferenciado, del narcotráfico, de la violencia intrafamiliar, del deporte, de la convivencia en sus más diversas facetas, del respeto y la exaltación de la vida.
Otro de los frentes es el del consumo de drogas y de alcohol, qué en condiciones diferentes entre sí, tienen una influencia fundamental en este empobrecimiento del valor de la vida, por lo tanto con el aporte de la academia, de especialistas profesionales se requiere transmitir mensajes de calidad, que nunca suenen a prohibicionismo, sino a reflexión. Colocarse del lado de las víctimas, los consumidores y no del poder.
El tiempo es un factor fundamental. Es una batalla contra el tiempo, porque la trama existente trabaja incansablemente en las calles, en las familias, en las cárceles, en todos lados, en contra del valor de la vida, a veces simplemente como un comercio ilícito, otras de manera mucho más sutil. Trabaja sobre las debilidades humanas en un mundo que transmite el desprecio por la vida, con sus múltiples guerras, con el asesinato de miles y miles de inocentes.
La vida es un valor indivisible, reflexionemos sobre ella.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).