Se presentó el MONFIC 2025, y lo hizo de la mano de "La máquina: The Smashing Machine". Andrés Vartabedian

08.10.2025

El pasado jueves 2 de octubre se inauguró la 20a edición del Festival Internacional de Cine de Montevideo (MONFIC). Lo hizo con el clásico brindis y la proyección del filme que parece catapultar a Dwayne "La Roca" Johnson a un nuevo estadio de su carrera, en el que a su fuerza física le suma una impronta dramática sin antecedentes. El filme recibió 15 minutos de ovación en el reciente Festival de Venecia y el reconocimiento a Benny Safdie como mejor director.

Entre el 9 y el 15 de octubre, el Festival Internacional de Cine de Montevideo (MONFIC) celebrará en este 2025 su vigésima edición. Y lo hará con una programación que en el a priori se presenta como realmente atractiva, congregando una serie de filmes que han participado de algunos de los festivales más importantes de la escena cinematográfica internacional: Berlín, Cannes, Venecia, entre otros, y que cuentan ya con aplausos, críticas elogiosas y galardones varios en su haber.

Con proyecciones en las salas Movie del Montevideo Shopping Center, el MONFIC -este festival que, desde su primera edición allá por 2002, ha exhibido más de 800 títulos de todo el mundo para más de 100.000 espectadores- combinará nuevamente cine de autor, producciones independientes y grandes nombres de la escena internacional, junto a estrenos nacionales y algunos homenajes a figuras muy diversas de la cultura contemporánea.

El sentido de un festival en tiempos de sobreabundancia audiovisual sigue siendo el de preservar la experiencia única de ver cine en una sala y el de valorar la calidad de la creación artística, destaca Henry Segura desde la organización. En un contexto dominado por las pantallas pequeñas y la dispersión del consumo cultural, el MONFIC defiende la vivencia cinematográfica colectiva, el poder del sonido envolvente y la "tiranía" de la pantalla grande como espacios insustituibles para la emoción y la reflexión crítica, sostiene Segura desde el editorial de esta edición 2025.

La programación del festival continúa siendo amplia y global. La grilla de este año reúne títulos provenientes de más de 15 países, sin distinción de géneros ni formatos. En el sitio web del festival (monfic.com.uy) se la puede encontrar dividida según "ciclos": Ambiental, Asiático, Estados Unidos, Europeo y Latinoamericano, o "géneros": Animé, Comedia, Documental, Drama y Terror.

Pero también podríamos dividirla de acuerdo al festival de procedencia de esta pluralidad de filmes. Desde Cannes llegan la ganadora de la Palma de Oro, Un simple accidente, del iraní Jafar Panahi (El globo blanco, El círculo, Offside, Esto no es una película, Taxi Teherán), y el Gran Premio del Jurado, Sentimental Value, del danés-noruego Joachim Trier (Reprise. Vivir de nuevo, Oslo, 31 de agosto, El amor es más fuerte que las bombas, La peor persona del mundo). También se exhibirán Mente maestra, de Kelly Reichardt, y Amores compartidos, de Michael Angelo Covino.

Desde Venecia, la famosa Mostra, llegan La grazia, del italiano Paolo Sorrentino (Il divo, La gran belleza, Juventud, Fue la mano de Dios, Parthenope. Los amores de Nápoles), premiada por la actuación de Toni Servillo, y La máquina: The Smashing Machine, del estadounidense Benny Safdie (Go get some rosemary, Heaven knows what, Good time. Viviendo al límite, Diamantes en bruto), reconocida como la mejor dirección de esta edición.

Desde Berlín se presentan La venganza, del sueco Gustav Möller, La hermanastra fea, de la noruega Emilie Blichfeldt, y Dreams: sueños, del mexicano Michel Franco (El último paciente: Chronic, Las hijas de abril, Nuevo orden, Memory).

Completan la selección filmes destacados en otros festivales internacionales, como Gracias por operar con nuestro banco (Londres), de la palestina Laila Abbas, La buena suerte (Málaga), de Gracia Querejeta, El renacer del alma (Shanghái), del chino Yu Yang, distinguida como mejor animación, y Locamente, del italiano Paolo Genovese (director de la exitosa Perfectos desconocidos), reconocida como mejor comedia por la crítica de su país.

En materia de cine nacional, destaca el documental Germán Araújo, de Aldo Novick, que rescata la figura del recordado periodista y político uruguayo (1938-1993) a través de material de archivo y testimonios y análisis de docentes, militantes sindicales, artistas y periodistas.

Los homenajes de esta edición incluyen Springsteen: música de ninguna parte (2025), de Scott Cooper, sobre el proceso creativo de "El Jefe" en torno a su álbum "Nebraska", La princesa Mononoke (1997), del maestro japonés de la animación Hayao Miyazaki, y La sal de la tierra (2014), de Juliano Ribeiro y Wim Wenders, dedicada al fotógrafo Sebastião Salgado, fallecido en mayo de este año.

La sal de la tierra integra la denominada cápsula ambiental del festival, junto a los documentales Agua invadida, de la uruguaya Carolina Sosa, y Coperni: la dupla que revolucionó la moda, del francés Loïc Prigent, obras que dialogan con la preocupación contemporánea por el medio ambiente y la creatividad sustentable.

Para los amantes del cine y los profesionales del sector, el MONFIC 2025 asoma como una cita ineludible. Cita que comenzó el pasado jueves 2 de octubre con la película que inauguró el festival, como avant-première: La máquina: The Smashing Machine, la primera realización escrita y dirigida en solitario por Benny Safdie luego de varios trabajos (algunos ya mencionados) realizados junto a su hermano Josh.

 

"La máquina: The Smashing Machine": golpes de sensibilidad

Las artes marciales mixtas (MMA por su nombre en inglés, Mixed Martial Arts) incorporan técnicas de distintos deportes de combate de diferentes partes del mundo, transformándose en un deporte de combate en sí mismo basado en el contacto, en golpes y agarres.

Mark Kerr (Toledo, Ohio, 1968) fue un luchador estadounidense de esta disciplina, uno de los pioneros de su desarrollo, varias veces campeón en distintas categorías (UFC, Vale Tudo, Pride; también compitió en lucha libre universitaria, en NCAA, en campeonatos panamericanos y del mundo de lucha libre estilo libre, en lucha de sumisión, etcétera), una figura mundialmente reconocida. Su apodo: The Smashing Machine, "la máquina de aplastar" o "la máquina de destrozar", sintetizaba la idea de fuerza y potencia arrolladoras que su físico y su agresiva forma de combatir transmitían.

En 2002, Kerr ya había sido protagonista de un documental de HBO titulado justamente The Smashing Machine, dirigido por John Hyams, el que no solo intentaba reflejar su historia dentro del ring, sino también su lucha contra el abuso de sustancias, la tóxica relación con su entonces novia y luego esposa, los vínculos con varios compañeros de entrenamiento y su gran amistad con otro importante luchador del momento, Mark Coleman (aquí fungiendo las veces de actor, como coprotagonista; un muy sólido coprotagonista).

De algún modo, esta The Smashing Machine 2025 es una relectura dramatizada de aquel documental, con el que dialoga permanentemente, desde el mismo título, y un nuevo acercamiento al hombre detrás del mito y a la fragilidad detrás de los músculos y la idea de invencibilidad. Es notorio que Safdie en ningún momento se propone borrar la herencia del documental, lo que hace es apropiarse de esa historia desde una mirada autoral y permitirle una resonancia más amplia desde la representación a través de un actor como Dwayne Johnson, símbolo de disciplina física y de un cuerpo "perfecto" a lo Hollywood, si se quiere; alguien que ha basado su carrera y su éxito sobre ese culto al físico y al trabajo sobre él que esta sociedad contemporánea parece imponernos.

La idea de desmantelar el mito de Kerr adquiere otra dimensión cuando es La Roca el que lo representa. Al permitirse Dawyne Johnson quebrar la propia imagen que lo sostiene, una imagen a su vez creada por la industria del espectáculo, al igual que Kerr había sido creado como figura del espectáculo de aquella otra industria en ascenso, la de los combates, ello nos permite a nosotros, espectadores, sentir más cercana la vulnerabilidad del ser humano detrás del ícono. Nadie es indestructible, parece decirnos The Smashing Machine; la roca también puede tornarse materia orgánica.

En este filme, Benny Safdie (Nueva York, 1986) concentra su historia, la historia de este luchador multicampeón, entre los años 1997 y 2000, años en los que Mark Kerr colaboró con el desarrollo de PRIDE (Pride FC, Pride Fighting Championships), una empresa japonesa de promoción de las artes marciales mixtas, organizadora de más de 60 eventos vinculados a la disciplina durante sus 10 años de existencia, que se transmitieron a unos 40 países de todo el mundo, y que celebró su gala inaugural en Tokyo el 11 de octubre de 1997. En su momento, una de las organizaciones de combates de MMA más populares del mundo entero, la que lideró de alguna manera el desarrollo del naciente deporte.

El enfoque de Pride estaba vinculado al espectáculo y el entretenimiento, con ceremonias de apertura y luchadores que elaboraban sus ingresos al ring, dotándolos de estilo propio, o con torneos como el Grand Prix, en el que existía la eliminación simple de una sola noche entre múltiples deportistas. Sus reglas, incluso, eran más permisivas que las Reglas Unificadas de MMA y -ya de acuerdo al filme- podían sufrir modificaciones constantes en función básicamente del show.

Mark Kerr parecía una fuerza arrolladora de la naturaleza, con su cuerpo moldeado y su violencia "destructora", una figura que resultaba ideal para este nuevo entretenimiento de masas. Sin embargo, este hombre-máquina, este ser "invencible", de alguna manera acabaría siendo aplastado por el propio engranaje que lo produjo.

En The Smashing Machine, Safdie traslada su interés por ciertos personajes autodestructivos al universo de las MMA, y lo hace con un tono más melancólico que épico o frenético. Aquí no encontraremos un thriller ni una historia de redención, tampoco una biopic deportiva tradicional. The Smashing Machine será más bien un melodrama trágico o un drama netamente humanista.

Aquí encontraremos que la máscara de la fortaleza física y anímica puede caerse, que la idea de la productividad extrema puede desestabilizar cualquier andamio, que el sacrificio corporal y emocional puede acarrear más angustia que alegrías, que los cuerpos se consumen como cualquier otro producto y pueden ser desechados tan pronto como no brinden lo que de ellos se espera... El sistema fabrica, el sistema descarta. Dwayne Johnson, desde su figura construida en base a fortaleza a prueba de obstáculos, músculos trabajados y sonrisa de superproducción, aporta a la construcción de esta idea al permitirse él mismo la fragilidad y la grieta, el llanto y los silencios; de algún modo, se permite la deconstrucción de su propia imagen y no solo la de Kerr o las vinculadas al universo de la violencia controlada transformada en espectáculo. Esto también deviene en la deconstrucción de cierta idea de masculinidad asociada a esos cuerpos y esos comportamientos.

El personaje de Mark Kerr oscilará entre la introspección y la catarsis, luchará contra la presión del rendimiento pero se alimentará de los destellos de la gloria, lidiará con sus problemas emocionales, con el deterioro de su vínculo amoroso, también construido en base a su figura de atleta exitoso, pero no podrá desprenderse de él como no podrá desprenderse de los análgesicos para sobrellevar el dolor -un dolor que también es mercancía televisiva-; en determinado momento, se hallará tan invadido por la toxicidad como por el dinero y la fama. Será la conciencia de la fugacidad de todo ello la que lo llevará a tomar decisiones, para bien o para mal pero en búsqueda de respuestas, en búsqueda de salidas. El gran luchador intentará quebrar las dependencias; una más de sus peleas. La cámara estará cerca pero respetará su intimidad. Esto no será óbice para que comprobemos el temblor de la duda en Kerr/Johnson.

El cuadrilátero, filmado con lentes de gran apertura, se transformará al mismo tiempo en escenario y prisión; el ruido del público se confundirá con el zumbido de un motor que nunca se detiene. Aquí hombre y atleta se confunden, no se disocian, el uno y el otro aplastan y son aplastados, lo que le otorga al filme una dimensión humana que vale la pena destacar, más allá de carencias en el arco dramático de los personajes o la falta de asunción de riesgos creativos reales por parte de Safdie. Para Kerr, su propio cuerpo se transformará en un ring.

De aquel pasado del que se nutre el filme no queda únicamente el eco. En el presente, la cultura de la imagen y el rendimiento, la sobreexplotación de los cuerpos, la ansiedad del reconocimiento y la búsqueda de visibilidad a toda costa se han agudizado. De allí que en La máquina: The Smashing Machine, la violencia física conviva con la fragilidad emocional y las preguntas se impongan a las respuestas. Detrás de cada máquina aún hay un ser humano buscando no romperse del todo.

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Ficha técnica

Título original: The Smashing Machine

EE. UU./Japón/Canadá, 2025, 123 min.

Dirección: Benny Safdie

Producción: Benny Safdie, Dwayne Johnson, Eli Bush, Dany García, Hiram García, David Koplan

Guion: Benny Safdie

Fotografía: Maceo Bishop

Música: Nala Sinephro

Edición: Benny Safdie

Elenco: Dwayne Johnson (Mark Kerr), Emily Blunt (Dawn Staples), Ryan Bader (Mark Coleman), Bas Rutten (él mismo), Oleksandr Usyk (Igor Vovchanchyn)

 

Andrés Vartabedian

Columnistas
2025-10-08T10:40:00

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