Ley de Presupuesto: cuando la frazada es corta. Fernando Gil Díaz

01.09.2025

En un contexto de restricción fiscal que dejó las arcas del Estado en una comprometida situación, el equipo económico se las ingenió para presentar una propuesta que, contradiciendo la realidad heredada, asume la responsabilidad de atender las urgencias y cumplir sus compromisos de campaña.

Tras correrse el velo de las maquilladas cuentas oficiales, las deprimidas cajas públicas dejaron ver el grado de vulnerabilidad fiscal que dejó la pasada administración lo que obliga a enfrentar los desafíos con ingeniosa arquitectura y esperanzada cautela. La frazada es corta pero intentará cubrir las partes más sensibles...

Con varios ejes principales como mojones a considerar, el gobierno presentó la ley madre  en la que se define el futuro de toda su gestión. Un presupuesto con los pies en una tierra que bien podría decirse arrasada, a estar por el histórico déficit fiscal que terminó dejando la administración de Luis Lacalle Pou.

Ganaron la elección en 2019 demonizando un déficit fiscal que tenía su razón de ser en el gasto social y con ese discurso se llevaron puesto al electorado que les creyó. Con un exiguo resultado, es cierto, pero que les alcanzó para asumir el gobierno y dejarnos los peores 5 años de nuestras vidas, sin dudas.

Suspender pagos a proveedores, endeudarse más allá de su gestión y de muchas otras futuras, fue un patrón de gestión que los caracterizó y que dejó la peor huella fiscal con un desfasaje de las cuentas públicas que limita el accionar del nuevo gobierno. Sería muy fácil echar a andar la máquina de imprimir billetes pero con ello la inflación afectaría gravemente los bolsillos de los más sumergidos porque bien sabemos que ese impuesto social lo paga siempre Juan Pueblo.El país se endeudó más y no fue producto de una pandemia como nos quisieron vender, porque hubo un sector privilegiado que no perdió ingresos sino que se benefició de forma deliberada, a costa del esfuerzo de la clase trabajadora y de jubilados y pensionistas que perdimos ingresos que nunca recuperaremos. Ese costo social lo pagó la inmensa mayoría del pueblo uruguayo y se traduce hoy en la restricción fiscal que impone un presupuesto austero y enfocado en las urgencias a costa de muchos sectores que quedarán esperando su recuperación.

De todos modos, genera confianza saber que hay espacio fiscal para el crecimiento, no en los términos que todos esperábamos pero que invita a creer en el rumbo que impone el equipo económico. 

Es cierto que la expectativa era mucha, pero también es cierto que las cuentas públicas fueron manipuladas y recién asumido el gobierno se conocieron las cifras reales. El nivel de endeudamiento es muy elevado aunque manejable según dijo el ministro Oddone, pero obligó a replantear las prioridades y atender las urgencias en primer término.

Para gobernar hace falta dinero y en un país como el nuestro si no crecemos nuestra economía, si no apostamos al desarrollo genuino aportando valor a nuestros productos, seguirermos siendo exportadores de materias primas sin valor agregado. 

Ordenando las cuentas

Con tributos al capital como premisa, la orientación presupuestal marca un rumbo claro inspirado en un principio de justicia tributaria de que pague más el que tenga más. Que no sea el trabajo el que rinda tributo sino el capital. 

Crecer para reducir la desigualdad; fortalecer la protección social y mejorar la seguridad pública hacen parte de una manera responsable de gestionar la economía y generar recursos para cubrir las necesidades de los uruguayos.

La atención a la primera infancia marca un punto irrenunciable para esta administración, porque allí se concentra el futuro de nuestra Nación. La atención primaria de la niñez hace parte principal del desarrollo social y abarca todo el entorno familiar donde se crían los ciudadanos del futuro. Cada peso que se invierta en nuestros niños es una inversión que el país necesita para su existencia y desarrollo.

Como los recursos son escasos y están más que comprometidos, el nivel de exigencia al momento de definir las prioridades es mucho mayor. De ahí que el equipo de Oddone haya definido claramente sus ejes principales de acción basándose en los compromisos asumidos en campaña, muchos de los cuales ya están en fase de cumplimiento.

La seguridad es otra de las problemáticas que requiere atención y en la que esta ley pone sus énfasis, con un incremento presupuestal mesurado y direccionado -en buena parte- a la reforma penitenciaria que no admite demora. Un sistema colapsado que no rehabilita y que está al borde de su implosión, necesita urgente atención para cambiar su lógica meramente represiva y poner los énfasis en la rehabilitación y reinserción de la población privada de su libertad.

La atención de la salud es otro de los puntos a contemplar para una sociedad que fue sometida a un vaciamiento y precarización de los servicios de salud pública. Hoy los remedios empiezan a volver a las farmacias de ASSE y las demoras de consulta pasan a ser motivo de atención principal en la gestión sanitaria de la población.

La educación es otro de los puntos controversiales de todo presupuesto, sin dejar de reconocer que la mejor plata que se puede invertir sea la destinada a educar a las nuevas generaciones, hoy la urgencia tiene también en el foco la recuperación de una población que abandona las aulas. En tal sentido ya se han dado claras señales al respecto y la atención personalizada ha permitido la recuperación de más de cinco mil voluntades que volvieron al ruedo educativo y eso implica un esfuerzo que bien puede valer algún punto presupuestal encubierto.

En definitiva, el país tiene que crecer para poder distribuir mejor el fruto de ese crecimiento. Solo un gobierno del Frente Amplio nos puede garantizar que esa premisa se cumpla y que el reparto se derrame entre la masa popular y no termine en el bolsillo de los "malla oro". La historia reciente no deja lugar a ninguna duda, y si bien es cierto que en el último gobierno frenteamplista no se avanzó como se debía, bastaron cinco años de un gobierno de derecha para demostrar que solo el Frente Amplio reparte la riqueza que genera el país. Y para ello, como decía el querido Pepe Mujica, no hay mejor instrumento que el salario. Por eso es que durante los gobiernos frenteamplistas, el salario fue una variable de ajuste al alza que permite calificar positivamente a sus administraciones.

Los recursos son finitos, la torta tiene sus porciones definidas, pero aún con esas limitantes es posible repartir mejor y establecer el orden de prioridades.

La frazada podrá ser corta, pero se puede elegir que rincón del cuerpo tapar primero...

 

el hombre tironeaba el jergón,

el perro ladraba pidiendo cobijo...

Felipe Michelini
2025-09-01T17:47:00

Fernando Gil Díaz