Los Falsos Relatos. German Mato Alves

10.12.2025

Estamos todos de acuerdo en que la política está en nuestro día a día, ¿verdad?. En lo que consumimos, en lo que vemos y hasta en cómo usamos nuestro tiempo.

 

También coincidimos en que las Clases Sociales más Altas son quienes marcan la "moda" en estos hábitos.
Imponen tendencias a través de su alimentación, su consumo cultural y sus formas de vida, que luego el resto de la sociedad imita.

Hoy vivimos una época curiosa: lejos de la superficialidad que se les atribuía antes, las Clases Altas se encuentran en una fase de consumo responsable, cuidado del medio ambiente y compras con "valor agregado". Ya no compran grandes marcas; muchas veces eligen diseñadores locales, prendas artesanales o productos de economía circular, cooperativas.

Paradójicamente, estas prácticas fueron durante años impulsadas por cooperativistas y defensores de la industria local, sectores tradicionalmente asociados a posiciones de izquierda y contrarios al modelo de producción extranjero.

Podríamos incluso decir -en tono irónico- que en algún barrio privado está escondido nuestro próximo Che Guevara: protector de la industria local, vestido con austeridad y barba prolija.
Pero también podría aparecer allí un libertario moderno, seguidor de las ideas de Milei. Las etiquetas se mezclan y las fronteras ideológicas se vuelven difusas.

La ironía sirve para mostrar cómo ha cambiado la política: lo que antes hacía la clase baja o media, hoy lo adopta la clase alta y viceversa. Un ejemplo claro: la avena. Antes era comida "de pobres". Luego las clases altas comenzaron a consumirla y hoy es considerada un alimento de alto valor nutricional y económico.

Durante siglos era común que la gente muriera por desnutrición. Hoy, gracias a la enorme capacidad productiva del capitalismo -un sistema profundamente injusto y desigual, y donde no existe la empatía, pero extremadamente eficiente-, es más frecuente morir por obesidad que por falta de comida. Esto no es un elogio al capitalismo, sino una observación: estamos viviendo en la etapa de mayor progreso material de la humanidad.

Hoy un ciudadano de Clase Media Baja vive mejor que un rey de la Edad Media: tiene acceso a agua caliente, saneamiento, alimentos variados y cierta comodidad. Claro que también carga con otros problemas creados por el sistema: desigualdad, inseguridad, estrés económico y un largo etcétera.

Si bien existe seguridad alimentaria para gran parte de la población, los desafíos contemporáneos no son menores. Incluso vivimos en una sociedad con índices de suicidio mucho más altos que en épocas anteriores.
En el capitalismo más feroz, estamos expuestos permanentemente a ver lo que el otro tiene. Curiosamente, las clases altas ya no exhiben tanto sus bienes; no muestran ropa cara ni lujos. Quienes sí lo hacen son los consumidores "promedio", los consumidores que publicitan sin saberlo a los productores capitalistas... que hoy llevan vidas sorprendentemente austeras.

Otro factor que dificulta el progreso de las clases bajas es la falta de cooperación entre sus miembros.
El Statu Quo no se preocupa por la ideología del otro; las clases bajas, muchas veces sí, por supuesto que no podemos cometer el error de generalizar. Pero el Status Quo se fija en el negocio, lo racional. Esto es lo que se conoce como Capital Social: redes de vínculos que permiten progresar. Quienes asistieron a los mismos colegios, liceos, universidades o círculos sociales suelen ayudarse mutuamente. Aunque claro, incluso allí hay personas marginadas; pero la cooperación interna existe y funciona.

¿A qué vamos con todo esto?

A que estamos en una época donde el Ascenso Social es más difícil porque hoy es mucho más fácil Construir falsos relatos. La violencia simbólica siempre existió, pero en el siglo XXI su producción, amplificación y legitimación es extremadamente sencilla.

Hoy cualquiera puede grabar una situación con un celular y, recortando apenas unos segundos, hacer quedar mal a alguien. Por ejemplo: una pareja comparte un momento tierno, pero en el final ella se enoja por un chiste y se va sin darle un beso. Solo se filma ese fragmento y circula. El relato es falso -o mejor dicho, verdadero pero completamente descontextualizado- y, al viralizarse, termina imponiéndose como "la realidad", el chico termina siendo visto como un "tonto rechazado".

Esto es más común de lo que se cree: videos manipulados, capturas de chats recortadas, frases sacadas de contexto... la lista es interminable.

Y podemos ir más allá: pensemos en lo que puede hacer hoy la Inteligencia Artificial. Podemos generar contenido falso para desprestigiar a un presidente o a un famoso. Eso sería un escándalo público y sería relativamente fácil demostrar que es falso por su viralizacion.

Pero ¿Qué pasa si la IA se usa contra un ciudadano de a pie, sin visibilidad ni forma de defenderse? La herramienta se vuelve letal. Puede arruinar la reputación de alguien que intenta progresar, estudiar, emprender o ascender socialmente.

La Violencia Simbólica -mecanismo que impide que ciertos sectores avancen en la escala social- encuentra ahora herramientas más sofisticadas. Cuanto más avanza la tecnología, más fácil es bloquear o sabotear el ascenso social de ciertas personas mediante relatos fabricados, identidades suplantadas o historias manipuladas.

Y esto nos muestra algo importante:

El Ascenso Social se está volviendo más complicado, especialmente en un mundo donde ciertos grupos funcionan con fuertes redes de apoyo mutuo. No debemos confundir esto con envidia; es simplemente el funcionamiento real del entramado social.

¿Quienes Ascienden socialmente entonces?

Parecería que no siempre los mejores, esto me hace recordar incluso a un libro de Bukousky que leí hace tiempo cuyo nombre era "Hijo de Satan" en uno de los cuentos aparecía  un relato donde los sector pudiente de la sociedad invitaban a las comidas a los tontos, estos tenían privilegios en la sociedad, pero seguían siendo tontos. Por supuesto, todos sabemos que las clases sociales altas también aceptan y promueven el Ascenso Social, pero lo hacen de forma muy selectiva, lo que queremos hacer entender es que actualmente con la IA (que es muy utilizada por la gente joven) es muy sencillo hacerle creer a una persona "mayor" una conversación falsa o una imagen creada con IA y aseguro que esto no es menor cuando los veteranos son los empleadores y generalmente los dueños del capital.
Siempre que una persona intente progresar, existirán mecanismos -conscientes o inconscientes- para impedir ese ascenso. Parecería entonces que la trascendencia por momentos es un pecado capital.

Si hablamos de relatos falsos sencillos:

Uno puede ser un fumador casual, y otro puede decir, "este es un drogadicto", y es verdad,  porque el cigarro es una droga, pero puede ser mal interpretado, el cigarro es una droga, pero podemos confundir esto con otras drogas duras y generar una especie de condena hacia esta persona.

Una persona puede ir con su pareja del momento a un Telo y alguien puede decir "este tipo paga por sexo" es verdad, no es relato, pero puede ser mal interpretado.

Esto paso siempre, no es mentira, pero es una forma de distorsionar la realidad.

Lo que queremos evidenciar es que hoy en día, por fuera de esto, es que con la IA es mucho más fácil generar falsos relatos y confundir a las personas, incluso suplantando identidades. Y que esta arma puede ser un mecanismo para que los mejores no asciendan socialmente . No es Ciencia Ficción, esta pasando ahora.

"Un relato repetido mil veces termina siendo real" Es que la persona a la que se le inculcó el falso relato tarde o temprano tardara en asumir el falso relato. 

Los Chivos Expiatorios del siglo XXI deberá aprender a defenderse mejor que nunca.

German Mato Alves. Es Licenciado en RRLL y tiene Posgrado en Ciencia Política.

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2025-12-10T05:10:00

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