Los límites para la izquierda. Esteban Valenti
11.08.2025
Ya nadie duda que la cantidad de fuerzas de izquierda es altísima y con diferencias importantes entre ellas en todo el mundo. Incluso me gusta como las llaman los españoles: "las izquierdas". Es más preciso y correcto.
Eso sucede en todo el mundo y también en Uruguay, con un hecho casi único y resaltado por quienes lo conocen, la inmensa mayoría de las fuerzas de izquierda constituyeron un Frente desde 1971, resistieron el embate feroz de 11 años de dictadura, cuyo principal objetivo político era precisamente utilizar la represión para destruir el Frente Amplio, la izquierda. Resistió además la división en 1989, incluso una mucho menor en el 2019.
En Uruguay prácticamente ningún partido político quiere llevar la pesada carga de ser de derecha, aunque lo sean ideológica, social, programáticamente y por su influencia de clase. Y por ejercer desde el gobierno políticas claramente de derecha. No de ultra derecha.
Por profundas razones ideológicas y críticas, considero que nadie tiene las atribuciones para establecer la pertenencia o no a la izquierda, eso es parte de un mal pasado.
Pero creo con firmeza, experiencia y convicción que si se pueden y se deben establecer los límites para pertenecer a la izquierda. No es una secta, no es un santuario, no es una cultura "elegida", al contrario, debe ganarse el lugar con esfuerzo, con inteligencia y con firmeza. Y sobre todo con coherencia. La época de las vanguardias indiscutibles y arrogantes se terminó - por suerte - hace un buen tiempo.
Y lo que ha quedado más claro que nunca es que no alcanza con atribuirse la condición de izquierda, hay límites que son insuperables.
No son de izquierda los individuos o las fuerzas políticas y gobiernos, que han empeorado notoriamente la calidad de vida, han amputado libertades fundamentales a sus pueblos o sus partidarios. Eso sucede hoy en países importantes que antes eran y se designaban como ejemplos de la izquierda. No importa su trayecto, esa es solo una parte, si finalmente se transforman en opresores de sus pueblos, no son de izquierda. Aunque lo aúllen a los cuatro vientos y algunos quieran defenderlos o por falta absoluta de sentido crítico o por nostalgia.
La izquierda no puede ser sinónimo de opresión, de emigración masiva de habitantes, de decadencia generalizada de una sociedad. Aunque el pasado haya sido diferente.
Defender a esos regímenes en otros países, no es una garantía de izquierda para nadie. No se puede ser de izquierda costa de la miseria, la desesperanza, la emigración masiva de otros pueblos.
No se puede ser de izquierda si no se respeta tanto a nivel político, como social, sindical etc. una moral y se cometen hechos bochornosos. La izquierda nació también con un poderoso y fundamental mandato moral.
Si se le roba el dinero a los ciudadanos para impulsar un proyecto político, o para beneficio personal o de un partido, se está afuera de los más elementales rasgos de la izquierda. La justicia social, la libertad, la democracia están en las antípodas de la inmoralidad. No se puede luchar por la justicia social y apropiarse inmoralmente de los recursos del pueblo, o de las cooperativas, o de los sindicatos.
Este último aspecto a tomado mucha fuerza en el Uruguay de este tiempo. En el SUNCA no solo se utilizaban los recursos aportados por los trabajadores para sus planes de vivienda, sino que se desviaba parte de los recogido para ayudar a las familias de trabajadores muertos en accidentes de trabajo. Hay un caso documentado, pero sería muy fácil para la rápida fiscalía, comparar la lista de los fallecidos, cuanto recibieron sus familias y cuanto aportaron las diferentes empresas, por aporte de sus trabajadores. Y en poco tiempo se sabría la dura verdad. Hay algo más miserable que lo que denunciaron los parientes de un muchacho de 20 años muerto en Canelones y la diferencia entre lo recaudado y lo entregado. Menos de la mitad.
¿Alguien puede creer con inteligencia básica, que desde 2018, durante 7 años, se estuvieron desviando dineros del Sindicato incluso por el actual secretario general, y nadie se dio cuenta?
Se ensucia un capital fundamental de la izquierda, la imagen, el prestigio de los sindicatos y de un partido de izquierda, que era beneficiario de una parte de esos dineros, que superan el millón de dólares.
La moralidad a todos los niveles de la izquierda, no es un lujo, un objeto de lujo para exhibir en las circunstancias necesarias, es parte fundamental de la identidad de la izquierda. Cuando se pasa esa línea de inmoralidad, no hay retorno posible, ante el pueblo y ante nosotros mismos.
Yo me aguanté durante años que unos pocos desgraciados acusándome de traficar con diamantes africanos, a pesar de haber escrito libros contra esa plaga en Angola, y otras estafas contra el pueblo, a pesar de haber llevado el tema a la Comisión de Control del PCU (15 integrantes) antes de la división y tener una resolución por unanimidad, porque todos sabían cual fue mi contribución económica desde el año 1983 al PCU y porque yo contaba con los recibos correspondientes. Y PORQUE NUNCA HICE UN NEGOCIO CON EL ESTADO Y MENOS CON EL PARTIDO.
Por ello no tuve cola de paja cuando el affaire Sindic, que en realidad se trataba de utilizar los recursos de ANCAP para organizar un grupo político propio a nivel nacional y a costa de los dineros públicos y otras ilegalidades menores. Ni tuve cola de paja al denunciar las enormes amoralidades y coimas del gobierno multicolor.
Naturalmente que hay otros aspectos: denunciar a un compañero de acoso laboral y sexual y que en varias instancias de la justicia se demuestre que es falso, es inaceptable para alguien que dice de ser de izquierda.
Obviamente que también es inaceptable para cualquier hombre o que se quiera llamar "hombre" y maltrate a su compañera o a sus hijos, No son temas privados, son conductas inaceptables y punto.
Hay otros enfoques hoy necesarios, la lucha frontal contra todo tipo de discriminación, nadie debe estar dentro del ropero, NADIE. No se trata de invertir las situaciones.
Los delitos ambientales son otro factor excluyente, a nivel de las conductas sociales, empresariales, gubernamentales pero, también personales. Vivimos un nuevo tiempo con nuevas responsabilidades.
No todas las cosas son directamente relacionadas con el dinero, con su malversación, también las inconductas burocráticas, las irresponsabilidades profesionales, anteponer el interés personal por encima de todo, son conductas reprobables. Y vaya si con el poder bajo las asentaderas, hemos descubierto casos diversos y repudiables. El poder no santifica nada, al contrario, hace todo más exigente.
Las leyes, ni siquiera la Constitución, son un mandato divino, pero son un contrato de diferente importancia para regir una sociedad en cada momento histórico y sin ellas no hay democracia. No todas las izquierdas tenemos la misma visión y valoración de la democracia y eso existió y seguirá existiendo, pero el límite es cuando se superan las normas que marcan valores morales básicos. No robar, no estafar, no aprovecharse de los bienes públicos, no hacer del acomodo un elemento permanente y básico eso es un tipo repudiable de política.
Ser de izquierda tiene otro límite básico y fundamental: no traicionar a la Patria, no entregar su soberanía, no defenderla con todas nuestras fuerzas, especular con los intereses nacionales, públicos y privados para enriquecerse. Me refiero a los muchos ejemplos del gobierno pasado.
Las líneas parecen ser gruesas, pero muchas veces, la capacidad de los seres humanos de auto justificarnos, de colectivizar las responsabilidades, de repartir las tortas entre la corona y nuestros intereses personales, hace las cosas más complejas y sutiles.
No es de izquierda encubrir sus amoralidades con las barbaridades sucesivas de la derecha.
Cuando la izquierda aprueba un plan ambicioso de tocar las puertas de las casas de todo el país, hay algo que no puede olvidarse, hay que llegar con la frente bien alta y con seguridad de una trayectoria impecable.
Aceptar convivir con esas conductas impropias, es una plaga que crece y que lo destruye todo. Lo más preciado que en materia política tiene un pueblo, su izquierda.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).