Los uruguayos que tienen vergüenza de ser uruguayos. Rúben H. Díaz

26.08.2025

La guerra de la Independencia de Estados Unidos no empezó planteando la desvinculación con los ingleses. Fue una protesta por el impuesto al té que dispuso la monarquía.

La revolución francesa no se inició para terminar con la monarquía. Fue para crear una Constitución liberal que conviviera con la monarquía.

El día de la Independencia de la república argentina, lo que se voto fue designar a un Virrey para ser fieles a Fernando VII. Recién en 1816 se decidió desvincularse de España. Mientras tanto los patricios de entonces pensaron en la República y también en un monarca europeo. Y no tiene nada de malo, la República recién aparecía y bien podía considerarse un paso arriesgado. Algo parecido sucedió en toda Iberoamérica por entonces. A partir de la revolución de mayo en Buenos Aires, los futuros países independientes de hoy, empezaron por declarar la lealtad a los reyes de España.

La revolución rusa de 1917, fue un proceso de las grandes ciudades de ese imperio, por darse formas institucionales parecidas a las de Europa. Culmino en lo que todos sabemos. Gracias al genio político y estratégico de Lenin. (ojo, con esto no estoy haciendo ningún homenaje a Lenin, se trata de un hecho objetivo, lo señalo por las dudas algún despistado).

En la hoy tan pequeña como gloriosa República Oriental del Uruguay, hubo un caudillo, que fue el primero en plasmar en un documento, la vocación de romper los vínculos con la monarquía y plantear que la Banda Oriental debía defender la soberanía a la que tenía derecho. No dijo Independencia, pero sí soberanía.

Muchos hablan de las Instrucciones del año XIII, pero pocos las han leído, o interpretado en su propósito final. Ni siquiera Demichele acertó. Aunque fue el que estuvo más cerca. Hablo de Confederación y no de Federación. En lo hechos, las potestades propias de los Estados, se concentraron todas, en las provincias. Lo que se llama el gobierno central, la única responsabilidad que le da es dirigir las relaciones exteriores. Ni siquiera respeta en plenitud esa tarea, porque a partir del artículo 12 de las Instrucciones exige Artigas que se le permita operar en dos puertos de la Banda Oriental a la Marina Inglesa. Y va más allá, anuncia que iba a informar directamente él, esa situación al Comandante de esa armada en la región.

Lo que hace más terminante este propósito, está vinculado a la posibilidad de que el gobierno central pueda tener otras potestades, pero esas solo pueden lograrse si los gobiernos de las provincias lo acuerdan. Todo esto mientras que a las provincias les da, específicamente, nombrando las circunstancias correspondientes, todos los atributos de un país soberano. En lo fundamental: separación de poderes, fuerza propia y emitir moneda.

No contento con eso, puso condiciones para que la Banda Oriental integrara las Provincias Unidas del Río de la Plata. Que la capital no fuera Buenos Aires y que a la Banda Oriental tuviera la potestad de permitir el atraque de la flota inglesa. Lo que demuestra la importancia que le daba a estos dos asuntos.

Esto es lo decisivo. Lo accesorio es que no hablo de Independencia sino de soberanía.

En el Uruguay hay uruguayos que tienen vergüenza de ser uruguayos. Que aparecen cada vez que recordamos la Jura de la Constitución o la Declaratoria de la Independencia. Son muy pocos, pero hacen mucho daño. Se dividen en dos grupos. Los que niegan a Artigas y los que sostienen que Artigas fue traicionado por sus mandos más cercanos. Coinciden si en manifestar que lo importante es que nunca los orientales dijeron que querían ser una nación independiente.

En nuestro camino a la Independencia, tenemos tres grandes documentos. Las Instrucciones del año XIII, la declaratoria de la Independencia y nuestra primera Constitución. En las dos primeras está planteada la Independencia. En la Constitución se consagra la Independencia,

En las Instrucciones del año XIII se presentan dos situaciones que harían imposible integrar las Provincias Unidas. En la Declaratoria, en una forma muy original y diría única, se expresa la soberanía de la provincia y a partir de allí se pide integrar ese conglomerado de provincias. De hecho, en esos dos momentos, no se anunció la independencia, pero si quedo clara esa alternativa.

Hubo también un hecho fáctico que no puede negarse. Llevábamos los orientales más de diez años combatiendo contra todos. Los españoles primero, después los porteños y los portugueses y finalmente los brasileños. Lo cierto que es nunca pudieron con nosotros. Una y otra vez demostramos con coraje e inteligencia plantarnos firmes y vigentes. Pero también era verdad que la región, separada de España en forma irreversible, necesitaba, quería y merecía tener una oportunidad de poder dirigir sus destinos sin una guerra.

¿Cómo puede alguien pensar que la Independencia significo una traición a Artigas? ¿Cómo también qué los lugartenientes del fundador de nuestra nacionalidad, porque tuvieran en determinadas circunstancias distintas posiciones y antagonismos personales, no merecen el reconocimiento a la gran contribución que hicieron a la Patria?

No se puede negar que la gesta por la Independencia, fue ejemplar. Y de una gran coherencia a lo largo de veinte años, del diez al treinta.

A todo ello, es preciso señalar la presencia de los ingleses en la región, en lo fundamental, fue buscar salidas para crear una situación que les permitiera comerciar. Artigas con su cercanía con ellos, señalo un camino que me parece, debemos estudiar y analizar. Es una posición que bien puede tomarse como un legado.

 

Rúben H. Díaz

Columnistas
2025-08-26T10:47:00

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