De cómo van a imponer el modelo chino al mundo
Marcelo Marchese
18.10.2020
Si el lector piensa por un instante, repitiendo las verdades que vomitan los grandes medios, que China es comunista, tengo un secreto para revelarle: si hay algo en este mundo que no tiene nada de comunista, eso es China, la economía más capitalista que el más fantasioso de los capitalistas haya podido fantasear.
Lo que confunde al pobre lector confundido, es el gobierno del Partido Comunista Chino, pero los partidos, y las personas, no se definen por los nombres que adoptan, sino por lo que hacen, y lo que hace el Partido Comunista Chino, es garantizar al inversor extranjero en China, que el trabajador chino trabajará como un chino y no hará ni un segundo de huelga o paro en toda su vida de chino, en caso contrario, al instante, será colgado de los testículos.
De hecho, el peso del sector estatal en la economía de China, es menor que el peso de otros sectores estatales en otras economías, lo que descartaría de plano cualesquiera calificación de socialista, y ni que hablar, cualesquiera calificación de comunista.
El capitalismo chino tiene un punto de inflexión, aunque otros dirían de "nacimiento", en los años setenta, cuando Kissinger, Rockefeller y otros sujetos, negociaron con Mao el desembarco de capitales de origen "occidental" en China. Pensamos en la economía china, y en el impresionante y sostenido crecimiento de la economía china, pero normalmente no pensamos en quiénes han invertido en China y por lo tanto, quiénes han venido creciendo continuada y persistentemente hasta cubrir al mundo con sus mercaderías: el encendedor que encontraremos herrumbrado en una playa de Rocha será de origen chino, como serán de origen chino las cámaras de vigilancia en una catedral de Milán.
Hace unos cuantos años que China vive un sostenido crecimiento económico de un 9% anual. Esto, para las magnitudes de aquel País, es crecimiento de verdad. Lo curioso es que este 2020 de la cuarentena, el PBI chino también crecerá, se supone, un 8,5%, mientras las economías del resto del mundo se derrumban de manera estrepitosa. En este segundo trimestre, comparado con el segundo trimestre del año pasado, el PBI de la India bajó un 25%, el de Inglaterra un 20%, el de Argentina un 19%, superando a la caída de la época del Corralito, y el de Uruguay un 10%. El chino, sin embargo, subió un 11,5%.
¿Cómo se explica este fenómeno? Es bien sencillo: los chinos, que no son nabos, sólo aplicaron una cuarentena como para iniciar la histeria y nada más. Acuarentenaron a un 4% de su población y por dos meses y medio, mientras el gobierno criminal de la Argentina y todos los demás, encerraban y encierran a sus poblaciones, paso previo a solicitar, como solicitaron, renegociaciones de sus deudas y nuevos préstamos, amén de prepararse a entregar cuantiosos recursos.
Es muy curioso. Todos sabemos del terrible régimen chino, y todos sabemos que Francia, y en particular, París, es la cuna de la libertad, "La ciudad luz". Lo triste y lamentable es que la ciudad luz hoy está a oscuras, pues el toque de queda se cierne sobre los incautos parisinos, antaño tan revolucionarios ¿Y los chalecos amarillos? ¿Y la intelectualidad francesa ante la cual se prosterna la intelectualidad de izquierda latinoamericana, que viaja a la Mecaparís para rejuvenecer su penosa fe sudaca? A los chalecos amarillos se los tragó, literal, la tierra. Una lástima. Pues si en algún momento podían decir algo interesante, o se necesitaba que dijeran algo interesante, ese momento era éste, el inicio de la dictadura mundial, pero no, deben estar escondidos en sus cuevas, protegidos con sus tapabocas y releyendo algún texto inextricable y banal. En cuanto a la intelectualidad francesa, no se la escucha decir ni pío. Salvo dos o tres tipos, está esperando que todo se calme para pontificar sobre la leche derramada de manera inextricable y banal.
Así que tenemos que mientras París es la ciudad oscura, y Londres algo parecido, y Europa, en suma, se derrumba en una nueva oleada de pánico, el capitalismo chino sigue lo más campante, lo que implica que los que están detrás del capitalismo chino siguen lo más campante, y han pensado, que si el modelo chino de capitalismo chino con Partido Comunista Chino que te cuelga de los testículos si decís pío, es tan eficiente ¿Por que no aplicarlo al resto del mundo?
Una idea genial. Trabajar y trabajar y nunca objetar, da ganancias espectaculares. Fijate, aumentan un sostenido 9% anual. El control sobre aquella gente supera las calenturientas fantasías de Orwell, Bradbury y Huxley (y Baudelaire y Schopenhauer y Nietzsche)
En sus vidas digitalizadas, nada escapa al control y uno va sumando puntos, o perdiendo puntos. Si come tal cosa o no fuma tal cosa, sube puntos. Si come, sin embargo, otra cosa, o fuma tal cosa, pierde puntos. Ni te cuento si objetás alguna cosa. Ahí perdés muchos puntos. Esos puntos son importantes a la hora de disfrutar de la vida, o a la hora de la vida, así que hay que esforzarse para ganar esos puntos establecidos por el Partido que se encuentra al servicio de los capitales extranjeros en China.
Un profesor amigo me contaba que al llegar le daban una tarjetita y con esa tarjetita se movía para aquí y para allá, y compraba esto y lo otro y le servía para dar clases. Todas las camaritas resumían su información en su tarjetita de esta manera: si la metodología de enseñanza no era la correcta y los estudiantes se aburrían, la tarjetita le advertía que cambiara la metodología, pues se había detectado que un 20% bostezaba, o se rascaba el pelo, y así la cosa no marchaba.
Hace rato que los chinos, con la excusa de la contaminación, usan tapabocas. En rigor, hace varias décadas que Mao les puso un tapabocas, pero bien, el asunto es que hace un tiempito que compiten por el uso del tapabocas más sexi, igual que los japoneses. Salen a mercado unos modelitos que son un primor, que parecen un corpiño y por el cual, se arrancan entre sí de los pelos para obtenerlos antes que se agoten.
La geografía es una manifestación del tiempo. Lo que sucede en China, luego sucederá en Europa, y más tarde, de manera inevitable, sucederá en nuestros países atrasados. "Tu futuro es metal" decía el genial autor de Tetsuo. Nuestro futuro es metal, pues nuestro futuro es un tapabocas. Nuestro futuro es una pérdida absoluta de la capacidad de criar ganado, pues la carne será creada en laboratorios, y por eso tenemos la campaña anti carne y anticalentamiento global que se descarga en una intensa diarrea sobre nosotros. Nuestro futuro es una tarjeta de crédito controlando cada uno de nuestros pasos y controlando nuestro dinero, que no es otra cosa que tiempo, espacio y hombre concentrados. Nuestro futuro es una cámara de seguridad que con toda certeza exigiremos, pediremos y clamaremos, pues será la solución a este tema terrible de la inseguridad rampante, una inseguridad que deviene, con toda evidencia, de nuestra derrota económica, que significa nuestra derrota cultural.
En China subsisten 292 idiomas. Sin embargo, se premia el idioma oficial, el idioma que intentan hablar aquellos que hablan esas 292 lenguas, pues la idea es eliminar a 291 de esas lenguas y que quede una sóla lengua en China. Luego, acaso, vengan por todas las demás, o casi todas las demás, pues no debemos olvidar a quienes invirtieron e invierten en China, los mismos que Trump quiere obligar a que inviertan en EEUU, motivo por el cual lo quieren voltear y han llevado a cabo una campaña como pocas veces se ha visto para voltear a alguien.
Dejando de momento a Trump, Bolsonaro y todos esos diablillos de lado, y concentrándonos en Satán, debemos pensar en lo que significará la pérdida de miles de lenguas. Significará un reseteo de la memoria humana, pues la lengua es la guardiana de la memoria.
¿Qué serías, lector, sin memoria? El modelo chino te impondrá su mascarilla y te borrará tu memoria de manera ineluctable. Luego serás una pieza ciega de la máquina.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias