La democracia ateniense y nuestra democracia

Marcelo Marchese

13.12.2022

En uno de esos posteos falsos reproducidos por miles en las redes sociales, el ubicuo Carl Sagan hablaba de la esclavitud y de la importancia de la lectura para liberar las mentes.

En uno de esos posteos falsos reproducidos por miles en las redes sociales, el ubicuo Carl Sagan hablaba de la esclavitud y de la importancia de la lectura para liberar las mentes.

Citando a un esclavo que aprendió a leer a escondidas, pero en contra de profusa documentación y de la mera lógica, Sagan decía que estaba penado enseñar a leer a los esclavos, ya que la lectura libera. Aunque el lector no esté familiarizado con la historia o la literatura, podrá colegir que si había esclavos que trabajaban en las minas de Laurión o en una plantación de tabaco, algún otro esclavo debía estar encargado de contabilizar los kilos de plata y de tabaco extraídos o cosechados, algún otro debía escribir los contratos, y con certeza, algún otro empuñaría el látigo. Hay de todo en la viña del Señor. Platón, por un tiempo, fue esclavo, y hay algunos filósofos clásicos que fueron esclavos toda su vida. Con respecto a los africanos secuestrados para esclavizarlos en América, cosa que Sagan, si hubiera vivido en aquel tiempo, presumiblemente hubiera aplaudido, pues "la ciencia" validaba la inferioridad de la raza negra, había mucha variedad, y en general, los venidos del mundo musulmán eran los mejor formados, por lo que ocupaban el lugar de contadores o escribas. A la hora de la rebelión, muchas veces estos esclavos musulmanes actuaban como líderes. Tal fue la incidencia de los musulmanes lectores y escritores, que hoy día tienen gran influencia en la comunidad negra norteamericana, de lo cual Malcom X fue el principal exponente.

Así que estaba prohibido que ciertos esclavos aprendieran a leer y al mismo tiempo se pagaba buen precio por los esclavos que supieran leer, y se castigaba que hablaran su lengua, no fuera cosa que tramaran rebeliones sangrientas donde se vengaran de todas las humillaciones sufridas. Esto nos lleva a la segunda parte del mensaje de Sagan, que es la que importa. Luego de afirmar que estaba prohibido enseñar a leer a los esclavos, dice así: "Ésta era la razón por la que los esclavistas tienen que controlar lo que oyen, ven y piensan los esclavos, ésta es la razón por la que la lectura y el pensamiento crítico son peligrosos, ciertamente subversivos en una sociedad injusta".

Tenemos que Sagan se amparó en una falsedad para afirmar la gran falsedad: el pensamiento crítico sería resultado de la alfabetización. La pura verdad es que la historia de la escritura niega radicalmente esta afirmación alfabetizacionista y libresca: la escritura nació para acabar con el espíritu crítico, para acabar con el libre pensamiento, y en particular, para liquidar la enseñanza de los maestros. Jesucristo, Buda, Mahoma, no confiaban en la engañadora palabra escrita. Le hablaban a la gente, y la gente, luego, iba y contaba a la gente lo esencial del mensaje del maestro. Los textos sagrados nacen precisamente para aniquilar la libertad ínsita al mensaje oral. Desde el momento en que se mata en un libro "la voz del maestro" por parte de un escriba a sueldo, se establece el dogma. No hay Iglesia sin libro.

Esto no quiere decir que Marcelo Marchese se oponga a la escritura. Cuantos más recursos pueda manejar un hombre libre, mejor, ahora ¿qué es ser libre? Si ser libre significa abarrotarse de papers y de textos ridículos o sabios, para hacerse una licuadora ideológica en la mente, y luego no saber dónde está la nariz, prefiero ser esclavo. Algunas personas deberían dejar de leer por un año, así ordenan sus ideas, cosa que hizo Borges cuando quedó ciego, una desventaja que le permitió esa sabiduría que a todos sorprende: Borges, dotado de una sensibilidad inaudita, tuvo suficiente tiempo para ordenar sus ideas y para escucharse a sí mismo, algo que el hombre contemporáneo ha perdido.

Esto nos lleva a las desventajas del progreso, un progreso que para afirmarse, debe desvirtuar la Historia, ya que la idea del progreso es que avanzamos, cuando la realidad es precisamente la opuesta: retrocedemos, descendemos, nos rebajamos, somos unos enanos raquíticos con respecto a los gigantes del pasado. Veamos un ejemplo, justo en uno de los puntos fuertes de la crítica del progreso al pasado: la democracia esclavista griega.

La democracia ateniense fue impuesta por los artesanos y campesinos contra los nobles, motivo por el cual los esclavos, dependientes de los nobles, no podían participar en las asambleas. La democracia ateniense debió sufrir rebeliones de los nobles, y a la postre, fue liquidada por un rey extranjero. Ahora, que en las asambleas no pudieran participar los niños, los esclavos, las mujeres y los extranjeros, no implica que los excluidos no incidieran en la forma de pensar de los que hablaban y votaban en las asambleas. No son pocas las veces que en nuestra vida, logramos que otra persona diga lo que nosotros queremos que diga, y en parte, la política no es otra cosa que eso.

La clave de la democracia ateniense es el poder de la palabra, de la palabra hablada, precisamente en contra de la idea de Sagan. La palabra hablada no sólo se proyectaba en las asambleas, sino también en el teatro y la poesía. Nosotros, que hemos abandonado el teatro, un teatro que se ha convertido en una actividad rutinaria que poco aporta a la problemática humana, no podemos entender la importancia que tuvo el teatro en la democracia griega. Arribamos al problema de la argumentación, de la utilización de todos los recursos retóricos disponibles para convencer al otro, por lo que el poder se manifestaba no por coerción, sino por convicción. No es poco, es crucial y es lo que define de una vez y para siempre aquel sistema político: el arte de convencer. Resulta que no sólo debemos considerar el poder retórico del orador en la asamblea, sino también el poder de uno que operaba sin asistir a la asamblea: el autor de la obra teatral, que no sólo convencía por sus ideas, sino por los caracteres de los personajes en pugna, pues una idea corresponde a un carácter, y más que nada y fundamental, porque el autor presentaba ideas asociadas a luchas y emociones: el autor lograba imponer una idea a través de una conmoción emocional.

Así que tenemos que un porcentaje de la población asistía a resolver las cuestiones principales de la comunidad, como la guerra, la paz y las leyes, y estos que acudían, expresaban las ideas que estaban en el ambiente, un ambiente creado por la comunidad, un ambiente en que la palabra tenía un valor que el progreso olvidó. El jurado elegido en una asamblea, se juramentaba, por lo que el juramento era cosa grave: dar la palabra y no cumplirla, para aquella gente, podía traer consecuencias en este mundo y en el otro. Por lo demás, aquellos que no podían acudir al teatro, situado en la ladera de un monte, podían acudir al monte, por lo que también veían la representación, y si no pudieran acudir, bien que se enteraban de los argumentos presentados en las obras, argumentos que luego se discutían en las calles y en el mercado, y se discutían en profundidad, con pasión. No en vano aquella democracia generó una escuela inusualmente libre como la de los sofistas, aunque para ser más preciso, hay que decir que hubo una simbiosis entre escuelas como la de los sofistas y la democracia griega.

Llega la hora de hacer la triste comparación con nuestra democracia.

Lo primero que debemos destacar, es que a diferencia de aquella democracia directa, es representativa, cuando los representados, luego de votar, se olvidan de vigilar a los representantes, unos representantes que se encuentran vigilados por los que detentan el poder. Precisamente, para ahondar aún más los defectos de nuestra democracia, se está implantando una reforma educativa que generará seres infradotados.

Otra característica de nuestra democracia es especializarse en hacer ruido con la boca, en no hablar de lo esencial. No son Sófocles, Eurípides y el vivillo de Esquilo los que marcan la Agenda, sino los medios de comunicación propiedad del capital financiero, y eventualmente, los intelectuales a sueldo del capital financiero, cuyas voces son amplificadas por los medios de comunicación propiedad del capital financiero. La oligarquía griega es inexistente comparada con esta oligarquía. Un ejemplo de la nada que se habla es el caso Astesiano, que debería llamarse el caso Anestesiano.

Luego, el nivel intelectual de nuestro debate, y me refiero al mundo occidental, no tiene la menor oportunidad de competir con el nivel de debate de la democracia griega, que a diferencia nuestra, abordaba los temas que importan, sino que además abordaba los temas con más nivel y con la valoración que corresponde a la palabra.

Somos víctimas del engaño del progreso. Nuestra democracia es penosa, pero la solución, no será eliminar los partidos ni la forma de gobierno, sino elevar el nivel de consciencia de los ciudadanos, pues eso repercutirá en los partidos, sindicatos, asociaciones civiles y gobiernos. Precisamente, hay un deliberado plan contra los partidos y los gobiernos: se pretende sustituirlos con una dictadura científica global. Esa es la contradicción política fundamental de la humanidad, nuestras débiles democracias peligran, y las socavan seres muy astutos y otros que sin darse cuenta, adoptan una política suicida.

 

Marcelo Marchese
2022-12-13T10:00:00

Marcelo Marchese

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