Sueño de una noche de verano

Marcelo Marchese

02.01.2023

Terminaba esta obra antes de dormir y pensaba que en la vasta historia de la literatura, ninguna conocería más interpretaciones, prueba irrefutable de la genialidad de Shakespeare.

Esta exuberancia se explica, por un lado, porque la obra enraíza en la irrepetible alma del espectador, y porque está dotada con esa niebla de la sugestión que permite que el espectador la complete. Es la técnica del sfumato. Por otro lado, se explica en el hecho de que el autor está cuestionando de manera radical a la civilización, pues sostiene el poder irracional del amor ante la razón, y ese cuestionamiento es difícil de asimilar.


La obra presenta tres planos entrelazados: la llamada realidad, el arte y la magia. En el plano de la realidad, Teseo, mítico fundador y rey de Atenas, previo a su casamiento con Hipólita, reina de las amazonas, recibe a un padre que quiere casar a la hija con uno que no ama, de lo que surge un doble daño.

Esta muchacha llamada Hermia, enfrenta al poder y huye con su amado Lisandro camino del bosque, y aquí, al dejar Atenas e ingresar al bosque, la magia y la poesía tejen sus hilos en la realidad.

El bosque fue, es y será el reino de las hadas, por un hecho cuya explicación sería morosa, cuando se trata del reino de la sensibilidad, pero consideremos que la civilización espanta a los espíritus que se refugian en lugares inaccesibles, o quizá, en que cada planta y animal están dotados de un espíritu que vive en algarabía en el bosque.

Allí, Oberón, rey de las hadas, está, sin fundamento, como le ocurrirá a Otelo, celoso, y la reina de las hadas, Titania, está furiosa con él porque también está celosa. Desde ya, y como ves, hasta la locura del amor gobierna a los espíritus, pero dejemos que Shakespeare nos describa por boca de Oberón este sitio: “Sé de un lindero donde crece el tomillo silvestre, donde se balancean las violetas y las primuláceas, doselado completamente por olorosas madreselvas, por fragantes rosas de almizcle y lindos escaramujos. Allí duerme Titania una parte de la noche, reclinada al arrullo de esas flores, entre danzas y regocijos, y allí se despoja la serpiente su piel de esmalte, de medida suficiente para envolver un hada”.

Aquí ensayan los actores una comedia que será representada en el casamiento del rey y que refiere a las desgracias y locuras a que puede llevar el amor, si uno se deja atrapar por él. Los oficios de estos actores son el de carpintero, ebanista, tejedor, remiendafuelles, calderero y sastre. Shakespeare presenta a los artistas como trabajadores.

El rey de las hadas pergeñó un plan para recuperar a su Titania, que en esto del amor, ningún artificio está prohibido, y su plan, compuesto de encantamientos, debe ser llevado a cabo por un duende pícaro, llamado Puck, que no cumple sus deberes a cabalidad, puesto que, de manera afortunada, Titania se enamora de un asno, mas de manera desafortunada, el amado de Hermia, Lisandro, se enamora de su amiga.

Este enredo habla del vasto enredo del amor, donde Pedro ama a Juana, Juana a José y José a María, y donde se prometen delirios y los amores se mudan una y otra vez sin orden ni sentido.

Oberón, por medio de encantamientos, logra su propósito, que no es otro que Titania, y arregla el enredo de los enamorados por medio de encantamientos, pues el mago está del lado del amor.

Ahora, hay otro mago que no sólo está del lado del amor, sino también del arte, que es la manifestación aérea del amor. Los actores deben representar una obra en que tres parejas se casan, Teseo e Hipólita, Hermia y Lisando, Elena y Demetrio. En ella anticipa a Romeo y Julieta, pues en la obra, Píramo se mata cuando cree muerta a Tisbe por obra de un león, y Tisbe, se suicida cuando ve muerto a Píramo. A Tisbe y Píramo volveremos a encontrarlos en El mercader de Venecia.

Vueltos a la realidad los enamorados, piensan que todo ha sido cosa de sueños, pero vacilan al pensar que los cuatro sueños están unidos. La reina de las amazonas percibe que aquí hay fuerzas sobrenaturales, pero su esposo afirma que nada de eso es posible, ya que la razón no puede explicarlo.

Ved cómo habla el poder en las palabras de Teseo: “No podré nunca dar crédito a esas antiguas fábulas ni a esas diversiones de hadas. Dejemos a los amantes y a esas imaginaciones ardientes, a esas extravagantes fantasías que van más allá de lo que la razón puede percibir. El loco, el amante y el poeta son todo imaginación; el uno, el loco,ve más demonios que los que el infierno puede contener; el amante, no menos insensato, ve la belleza de Elena en la frente de una gitana; la mirada ardiente del poeta, en su hermoso delirio, va alternativamente de los cielos a la tierra y de la tierra a los cielos; y como la imaginación produce formas de objetos desconocidos, la pluma del poeta los personifica y les asigna una morada etérea y un nombre”.

He aquí un ejemplo de la confusión a la que lleva Shakespeare. Es tan esencial el discurso de Teseo, que pareciera el mensaje de la obra, aunque Shakespeare sólo presenta en su verdad a cada uno de los personajes. Así piensa el poder. Lo cierto es que a la fiesta de bodas en Atenas, llega el auténtico rey de la obra, Oberón, con su Titania y
el séquito de hadas, que bendicen con cantos y danzas, los tres lechos donde dormirán los amantes.

No sería vano recordar que esta obra fue representada en plena caza de brujas, pero el autor hacía las cosas de tal forma, que engañaba la censura, al menos, hasta que su teatro fue devastado por el fuego, tras lo cual, se perdió en las sombras de una vida dedicada a la nada. Curiosísimo acontecimiento, ya que son contados los artistas que
abandonan la escritura.

Shakespeare tiene ese sabor de las obras colectivas, como La Odisea, Los Evangelios y Las mil y una noches. No tantos hombres concurrieron a la tarea, pero acaso hayan concurrido unos cuantos que, tiempo después, fueron llamados “La escuela de la Noche”.

O fue un grupo de hombres, o fue un hombre extraordinariamente dotado para sentir las palabras, pues así como Van Gogh sentía los espirales en la noche, Shakespeare sentía a las palabras desde el centro, de igual manera que el salvaje siente a la palabra como la esencia de la cosa.

Mira cómo nos presenta el inicio del cambio de ciclo por intermedio de Puck: “Mi feérico señor, es necesario proceder aprisa. Porque ya los dragones de la noche hienden las nubes a todo vuelo y brillan allá abajo los primeros fulgores que anuncian la aurora”.

Hay dragones en la noche, sin duda, y también hay poder, razón, enamorados, poesía y magia. El poeta va alternativamente de la tierra a los cielos y de los cielos a la tierra, y nos regaló un título memorable entre todos los títulos, aunque en rigor, la obra se llamaba Sueño de una noche de San Juan, que es una festividad pagana del solsticio de verano que el cristianismo incorporó. Para anudarla con un ritual mágico, ese título fue suficiente.

Fueron los hombres, los que depuraron el título en las páginas del tiempo. Si lo pensamos, muchos de los más hermosos títulos de la literatura refieren a la noche: Las mil y una noches, Suave es la noche, Viaje al fin de la noche. Creo que la razón es que la literatura es obra de la noche.

Todo lo que vemos es mera ilusión, pues dormimos en el verano de nuestra vida. En todo, nuestra época coincide con el inicio de los tiempos modernos: nuevas formas de comunicación, nuevos descubrimientos y conquistas, nueva fe, nueva organización política, nueva caza de brujas, nuevo triunfo de la ciencia y nuevo y espectacular empuje del capital. Sólo falta una cosa: el nuevo arte.

A modo de salutación al año, hago votos para que los poetas despierten de su sueño y se aboquen a la tarea con los recursos de la magia y el amor, como enseñó el maestro cuando comenzaba una profunda noche que ahora se ha resuelto en pesadilla.

Marcelo Marchese
2023-01-02T08:40:00

Marcelo Marchese

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