¿Números o palabras? El problema del eucalipto y el agua
Marcelo Marchese
21.02.2023
Cuando estudié historia en el Instituto de Profesores Artigas, descubrí que apenas profundizara en un tema, concluiría que el pensamiento predominante sobre ese tema era falso. La disciplina llamada “ciencia histórica” es una función política, y más que nada, una literatura, es decir, ficción.
Al mismo tiempo, había una dinámica que denunciaba los textos que de manera más elocuente erraban el tiro: estaban saturados de documentos y pruebas, de tal modo, que cuanto mayor era el número de documentos y menor era el desarrollo de ideas, mayor era la mentira.
En política sucede algo similar, pero aquí los ingredientes son otros: la mentira, o el error, vienen acompañadas de estas vestiduras: constantes invocaciones a la ciencia y a vastos artículos científicos que prueban el punto de vista defendido (como se sabe, hay artículos científicos para probar una cosa y la contraria); se amparan en alguna otra mentira; usan números por doquier.
Sufrimos de un invasión de nuevo cuño: nos invaden con contratos e inversiones que se apoderan de nuestras riquezas y destruyen nuestra democracia, y todo eso, sin tirar un tiro. Esta invasión requiere de ideas, y precisa imponer un lógica: la lógica de considerar a la ciencia la única mirada verdadera y la lógica que lleva al imperio del número. Enfrentar esta invasión no sólo implica enfrentar las mentiras del invasor, sino también, y más que nada, enfrentar la lógica que pretende imponer el invasor.
Un buen ejemplo sobre esta lógica es un anteponer los números a las palabras. Se dice que el eucalipto absorbe doscientos mil litros de agua al momento de ser cortado, con lo que el lector se queda con la idea de que el eucalipto, en ocho años, secuestró para siempre doscientos mil litros de agua. Eso es falso, pues si fuera así, el eucalipto debería pesar doscientos mil kilos, por lo menos. Los árboles toman agua, que conduce los nutrientes, y respiran agua, y si no respiraran agua en forma de vapor, no podrían volver a tomar agua desde las raíces. Así que no se trata de decir cuanta agua toman, sino cuanta agua retienen entre la que toman y la que devuelven.
Entiendo que es tentador lanzar números escalofriantes que a todos impresionen, pero la verdad no precisa de estridencias: le alcanza con ser la verdad, y la verdad es que venimos de años de sequía y que la forestación con pinos y eucaliptos viene aumentando, y los testimonios mayoritarios de los productores rurales, es que allí donde hay eucaliptos, el agua tiende a escasear.
¿Cuántos litros de agua roba un eucalipto? Difícil saberlo, lo que sabemos es que al cortar cualquier árbol, hay que dejar que la madera se seque si la queremos usar en la construcción o como leña ¿Cuántas veces arrojado un leño al fuego no vimos que larga a modo de vapor y en un silbido el agua contenida? Ahora ¿el agua que retiene el eucalipto, es el único asunto a considerar? No, pues también incide cómo los sucesivos años de un monocultivo, alteran la composición de la tierra, de tal manera, que afectan el ciclo del agua.
Se supone que tenemos en el mundo la misma cantidad de agua que hace diez mil años. El agua es consumida por plantas y animales y toda vida en el planeta, y luego vuelve a ser agua de manera inevitable. Creo que en realidad hay cada vez más agua en el mundo, habida cuenta que el mundo es más grande que hace diez mil años, pero dejemos esa idea en suspenso y pensemos que, al menos, hay la misma cantidad de agua. Basándose en eso, en el ciclo del agua por el cual los árboles la purifican, las forestales nos vienen con el cuento de la importancia vital de los bosques.
Bien, la diferencia entre un bosque con plantas diversas y un monocultivo de eucaliptos, es la misma diferencia que encontramos entre la música y un mono a cuerda que le pega a un tambor. Una cosa es la vida exuberante, y otra cosa es un bodrio monocorde.
Un bosque, por su diversidad, enriquece el agua. Un monocultivo que se extiende en el tiempo, a causa de que sólo quita ciertos nutrientes de la tierra y de que sólo devuelve ciertos nutrientes a la tierra, perjudica a la tierra y el agua. Al parecer, el eucalipto endurece la línea de tierra inmediatamente más profunda que la capa superficial y de tal manera, que impide o dificulta el paso del agua para alimentar las napas.
El árbol es un hermano mayor del hombre, ya que el hombre viene de los árboles y ya que en todas las mitologías, el árbol es un símbolo del Universo, con sus raíces en la profundidad, su tronco sobre la tierra y sus hojas en el cielo. No hay lugar en que no se aprecie la madera en la construcción como un elemento cálido. El problema es que un monocultivo que se extiende y se extiende, provoca la expulsión de gente en el campo, con lo que perdemos arraigo a la tierra, transmisión de cultura rural, y además, nutrientes y agua que se irán del País convertidos en celulosa.
Nos invaden para llevarse nutrientes de la tierra para dejárnosla hecha pedazos, y al mismo tiempo, restan espacio para producir alimentos, pero allí no acaba la cosa, pues esa madera alimenta fábricas de pasta de celulosa que consumen toneladas de agua al día que extraen de nuestros ríos, y obtienen esos privilegios pues se les asegura que no se les cobrará impuestos, pues se les asegura que ninguna ley futura podrá afectarlos, y se les asegura que si hacemos una ley que les quite un sólo peso, podrán demandarlos en el tribunal del Banco Mundial radicado en Washington.
La invasión implica defender una lógica: "el mundo avanza hacia allí", lo que significa que nada puede frenar el avance de las inversiones extranjeras, unas inversiones extranjeras que asegurarían nuestro desarrollo y sin las cuales, nos moriríamos de hambre. Lo que nosotros observamos es que este tipo de inversiones extranjeras despueblan el campo, empobrecen la tierra, roban nuestros recursos naturales, y emponzoñan nuestra democracia y nos hacen perder soberanía, ya que nos impiden hacer leyes y atacan el principio republicano de la igualdad ante la ley.
Podemos enfrentar esta invasión repitiendo la lógica de los números que nos quieren imponer para esconder la verdad, o podemos apelar al razonamiento y sacar conclusiones a partir de las cosas que podemos ver con nuestros ojos. Se trata de defender el sentido común, un sentido común que se encuentra bajo ataque, pues supuestamente, ante un mundo tan complejo, sólo los técnicos pueden tomar las medidas sabias.
Ya ves cómo atacan a las palabras y cómo pretenden obligarnos a usar eufemismos que esconden la verdad. Ya ves cómo incluso pretenden alterar las palabras utilizando la "e" y la "x" de manera contraria a su esencia. Nos invaden, también, con números. Los números no son malos, simplemente hay que entender que las palabras no se encuentran al servicio de los números, sino que son los números los que se encuentran al servicio de las palabras. No pensamos con números. El hombre piensa con palabras.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias