Sexo y cultura de la mano de Shakespeare

Marcelo Marchese

17.03.2023

Prestad atención a este diálogo de Romeo y Julieta, cuando Paris le pide la mano de Julieta a Capuleto, su padre.

"Capuleto- No haré sino repetir lo que otras veces dije. Mi niña es todavía una extraña en el mundo. Aún no ha cumplido catorce años. Dejad que otros dos estíos se extingan en su esplendor antes de que podamos juzgarla en sazón para desposarla.

 Paris- Otras más jóvenes que ella ya son madres felices."

Luego de este diálogo, la madre de Julieta la llama y le pregunta por su interés en casarse.

"Julieta- Es un honor en que nunca he soñado.

 Lady Capuleto- Bien; tiempo es ya de pensar en el matrimonio. Otras más jóvenes que vos hay aquí en Verona, damas de gran estimación, que ya son madres. Si no recuerdo mal, yo misma era vuestra madre mucho antes de esa edad en que vos sois todavía una doncella. Así pues, en breves palabras, el animoso Paris os solicita por esposa"

Hay varias formas de aprender y pensar, y una de esas formas, pero nunca exclusiva, es la lectura. Algo aprendí de historia, y fui profesor de historia, y algo aprendí de psicología, de lo que he escrito bastante, y en esas dos disciplinas, lo que más me ha enseñado es la literatura, pero no la literatura histórica y psicológica, sino la literatura.

Uno lee los autores del pasado y no puede sino lamentarse de la suerte de los hombres del presente.

Dos puntos interesantes hay para considerar en este diálogo. El primero, es que el padre de Julieta no tiene apuro en casar a su hija, pero la madre, sí. La razón, es clara, y si el casadero fuera un hijo, presumo que el padre estaría apurado por casarlo y la madre no. Podés desconfiar todo lo que quieras de las tensiones incestuosas, pero lo cierto es que el mago máximo de la literatura, no desconfiaba en absoluto y las presenta con toda claridad.

Lo importante aquí es que Shakespeare se anima a expresar un conflicto crucial del hombre, y para ser más preciso, se anima a expresar el conflicto crucial que determina todos los demás. Bien resuelto, el hombre es libre. Mal resuelto... nacen todos los martirios que vivimos. Nada más hay para decir por ahora, que estos no son los tiempos de Shakespeare en que se podía hablar con cierta libertad. Vayamos al otro punto.

La madre quiere casar a Julieta cuando está a punto de cumplir los catorce años. Otras en Verona, como dice ella y como dice el pretendiente, ya están casadas a esa edad y son madres felices. Nada cuesta imaginar que en esa época, no sólo las campesinas, sino las damas de alcurnia, eran casadas a los doce años, y para ser más preciso, apenas menstruaban.

Esto te parece un disparate, pues a nuestra época y nuestra cultura les parece un disparate, pero si hubieras nacido en la Inglaterra de Shakespeare, te hubiera parecido lo más natural del mundo. Ese es el hecho. Shakespeare, vos y yo, fuimos formateados por nuestra cultura.

No voy a defender ni una ni otra costumbre, pero intentaré razonar algunas cosas. La primera es que, en el reino animal, apenas la hembra biológicamente está apta, busca al macho y el macho la busca, y eso pasaba en tiempos de Shakespeare y en miles de años antes de Shakespeare. En el siglo diecinueve las mujeres se casaban y eran madres un poco más tarde, y hoy día, más tarde todavía, siendo normal en las clases medias de occidente, tener un hijo pasados los treinta, tener un sólo hijo, o no tener ninguno, así se puede viajar y vivir una vida "independiente", sin limitaciones.

Esto cambia según la cultura, según la clase social y según se viva en la ciudad o el campo. Para atender a una sóla de estas variables, el lugar donde se vive, en el campo las mujeres tienen más hijos y los tienen antes, y en el campo, se disfruta más del sexo que en la ciudad, y sobre esto no hay dudas, ya que una experiencia más natural, en contacto con la sexualidad de las plantas y los animales, con menos disciplinamiento, con menos castración, hace a una vida más libre y feliz.

Si este proceso disciplinante continúa (tener un hijo, con suerte, a los treinta) dejaremos de tener hijos. Esto parece evidente, pero acá voy a decir algo que será altamente problemático.

Hace dos semanas procesaron a un pibe de quince años que tenía relaciones con una piba de doce. Lo condenaron a año y medio de prisión domiciliaria acusado de violación. La información no era ni precisa ni abundante, pero en primera instancia, creo que ese pibe y esa piba tuvieron una relación consensuada y algún adulto llevó adelante la acusación. La misma pulsión castradora y disciplinante que lleva a tener un sólo hijo, cuando la alegría de la vida son los hijos y una familia amplia, es la que condenó y traumó a este botija y traumó, seguramente, a esta botija. Adultos castrados, castrando a la fuerza vital de la juventud.

Ahora voy a algo más complicado que será, con toda certeza, malinterpretado por gente previamente castrada. Demasiado bien sé que toda piba linda de trece años, camino de la escuela ve cómo se abren las puertas de los autos para que ciertos señores les muestren el miembro. Nada bueno puede devenir de eso. Ahora ¿qué lleva a esos sujetos a hacer tal cosa?

En parte, la respuesta se encuentra en Romeo y Julieta, pues en aquella época, y en todo el pasado de la humanidad hasta el tiempo del disciplinamiento, trece años era la edad apta para el amor. Resulta que, en la vida, todo radica en el equilibrio. Por ejemplo, un tipo le tira un lance a una señora. La mina puede responder con un no, con un sí, o con un no complejo de interpretar. En este segundo caso, el tipo puede iniciar un nuevo lance, y si el no es bien preciso, será no, y si es difícil de interpretar, habrá la chance de un nuevo lance, pero siempre, es un lance, no una imposición terraja. Habrá mujeres, pues esto existe y probado está con creces en toda la literatura, que no quieren ningún lance y sólo quieren que se pase a los hechos de entrada, pero eso no es la generalidad. La generalidad, es el cortejo.

Bien ¿a qué voy? A que todas esas violaciones y abusos a menores, devienen de personas que no entienden las limitaciones que impone nuestra cultura, y que se dejan tomar por un impulso instintivo que biene de millones de años ¿Los estoy justificando? No, sólo estoy explicando que las leyes y las costumbres, nacen para frenar, encausar, o amputar, impulsos instintivos que hacen a nuestra naturaleza. Ahora bien, también hace a nuestra naturaleza frenar, encausar o amputar ciertos impulsos instintivos. La clave de todo esto, es, como siempre, el equilibrio, lo que significa hacer la cosa de tal manera, que nadie sea forzado a nada, y que no corra riesgo la reproducción de la especie.

Por lo demás, y volviendo a esta maravillosa obra del Mago, al principio Romeo está enloquecido de amor, pero no por Julieta, a la que no ha visto siquiera, y como está enloquecido y sufriendo de amor, un primo, Benvolio, lo quiere ayudar. Si el lector alguna vez estuvo enamorado y deseando olvidar el objeto de su tortura, con certeza habrá tenido un amigo que le habrá recordado que el tiempo todo lo cura, y que un clavo saca a otro clavo. Veamos cómo nos advierte el inglés, y con sus palabras nos despedimos del lector hasta la próxima semana.

"Benvolio- Guíate por mí, deja de pensar en ella.

Romeo- ¡Oh! ¡Enséñame cómo puedo dejar de pensar!

Benvolio- Dando libertad a tus ojos. Mira a otras hermosuras.

Romeo- He ahí el medio de proclamar más exquisita la suya en cuestión. Esos afortunados antifaces que besan el rostro de las damas bellas nos hacen adivinar, por ser negros, la radiante blancura que esconden. El que ciega de repente no puede olvidar el inestimable tesoro de su vista perdida. Preséntame una dama de extremada belleza ¿De qué me servirá su belleza sino de escrito en que pueda leer quién aventajó a esa aventajada belleza? ¡Adiós, tu no sabes enseñarme a olvidar!"

Marcelo Marchese
2023-03-17T19:48:00

Marcelo Marchese

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