El mercader de Venecia y el anillo de Porcia
Marcelo Marchese
28.10.2023
Si pensáramos en un mago que lograra estar en todos los hombres y que nadie igualara en el arte de ser todos los hombres, si pensáramos en quien mejor sintiera los vínculos humanos y en suma, si pensáramos en el genio crucial, sobre el que más se debate y más se tergiversa, prueba cúlmine de su genialidad, he ahí a Shakespeare.
Desde la posguerra se ha inundado el paisaje de la crítica con apologías del villano de El mercader de Venecia, cuando el villano no importa por sí mismo sino por otra cosa. Shakespeare quiso que fuera una mujer, quien apegada a las leyes y con lógica implacable, volviera en su contra el plan truculento del usurero. Tal cual Sancho en su ínsula de Barataria, tal el cual el héroe sufí, la muchacha resuelve el caso apelando a una lógica superior.
Ante nosotros, Scherazade.
La trama es la siguiente. Basanio está enamorado de Porcia, y para obstar a su matrimonio debe ofrecer una suma de dinero y elegir con sabiduría el adecuado entre tres cofres. Como no dispone de dinero, se lo pide en préstamo a un usurero de sugestivo nombre, Shylock, quien exige una garantía, que será un amigo de Basanio llamado Antonio, cuya toda inversión se encuentra en seis barcos que navegan por los mares. El préstamo es de tres mil ducados que serán pagaderos en tres meses, y si esta condición no fuera cumplida, Shylock podrá exigir una libra de carne de Antonio, su enemigo, pues el cristiano Antonio presta dinero sin interés, lo que baja la tasa del interés en Venecia generándole innumerables pérdidas, amén de que lo ha insultado y escupido en la plaza pública.
Ante Porcia se presentan pretendientes. Uno escoge el cofre de oro y falla, otro, el de plata y falla, pero Basanio, ante el oro, argumenta que demasiadas veces ha visto a la maldad cubierta de realeza, y demasiadas veces ha visto al crimen revestirse de hermosura, y no ha mucho dijo, ante bellas palabras de Shylock, que no gusta de escuchar bellas frases en boca de miserables, y pasando a la plata a la cual rechaza rechazando así al dinero, elige al humilde plomo, que no hace aspavientos justificándose, y en vez de seducir, más bien amenaza. En ese cofre estará el retrato de Porcia, que será su esposa y en el momento del matrimonio, ella le da un anillo y le pide que no lo pierda ni lo venda ni lo regale, en caso contrario, su amor habrá acabado.
Mientras tanto, Jesica, la hija de Shylock, huye de la casa paterna hacia lo de Porcia para vivir su amor con un cristiano, llevándose dinero y joyas, y ante esta noticia, Shylock exclama que la quiere ver muerta, pero con el dinero ante ella y las joyas colgadas de sus orejas. El caso es que se cumplen los tres meses del contrato y Antonio no paga la deuda ya que su barcos cargados de mercaderías naufragaron. Se le ofrece tardíamente el dinero a Shylock, pero de ninguna manera acepta y refiere, de forma encarnizada, al contrato, que debe ser cumplido. Nadie logra convencer a Shylock que desista de su propósito, por lo que el asunto va a juicio.
La gloria económica de Venecia se basa en su ubicación geográfica y en su sistema legal, por el cual se deben defender los contratos a rajatabla. Reunido el jurado, Porcia se trasviste y gracias a ciertos artilugios se presenta como un sabio doctor en leyes, de tal manera, que el Dux, que es quien ejerce la justicia, delega la dilucidación del caso. Porcia intenta convencer a Shylock de que acepte el dinero que pretenden pagarle por triplicado, a lo que se niega, por lo que resuelve que el contrato debe ser cumplido, y mientras Shylock afila el cuchillo, le pregunta si ha traído a un cirujano, no sea cosa que Antonio muera desangrado. Shylock argumenta que eso no se encuentra establecido en el contrato, más Porcia argumenta que no importa, pues la caridad lo impone. Obstinado en el contrato, Shylock reclama que se haga justicia, a lo que Porcia contesta que deberá sacar una libra de carne, pero ni una sóla gota de sangre, pues así lo estipula el contrato, y además, que debe ser una libra exacta de carne, ni un gramo ni la duodécima parte de una porción de gramo de más o de menos, en caso contrario, todos sus bienes serán perdidos y Shylock será ejecutado por ser un extranjero que atentó, directa o indirectamente, la vida de un veneciano. Shylock pide que lo dejen ir con el triple de la suma ofrecida sin más, pero Porcia lo condena a muerte y a perder todos sus bienes, que deben pasar, la mitad al Estado y la otra mitad a Antonio, aunque el indulto es potestad del Dux, ante el cual Shylock debe arrodillarse. El Dux le perdona la vida, y deja el resto del asunto a Antonio, quien establece que se le deben dejar la mitad de sus bienes a Shylock, que la otra mitad pase a su hija, que al morir teste en ella, y que se convierta al cristianismo.
Terminado el caso, Basanio y Antonio le ofrecen a Porcia lo que pida, y Porcia pide el anillo, a lo que Basanio primero se niega por ser una promesa hecha a su esposa, pero al final, cede. Apenas se reencuentran, Porcia, ya vestida de mujer, se lo reclama. Tras toda clase de explicaciones, donde interviene también Antonio, Porcia le da el anillo a Basanio diciéndole que esta vez lo cuide mejor. Esta situación del anillo se replica con la dama de compañía de Porcia, Nerisa, y con Graciano, amigo de Basanio. Es la noche, faltan dos horas para el amanecer. Graciano le pregunta a Nerisa si quiere esperar todo el día hasta la noche, o si prefiere ir ahora mismo a acostarse, agregando que si fuera de día, sólo ansiaría que llegara la noche para acostarse con Nerisa, y que, con respecto a su anillo, nada en la vida lo inquietará más que tenerlo a buen recaudo.
He aquí la obra magistral del genio inigualado, pero antes de seguir con este encomio a Shakespeare, sugerimos al lector disfrutar por sí mismo de esta maravilla antes que sea irremediablemente censurada, pues el proceso de censura ya se ha iniciado manejando la cabeza del lector, o para ser más preciso, formateando su sensibilidad.
No existe un gran escritor que no comparta dos mundos, y los dos mundos de Shakespeare son vastos, y entre otros, el mundo del pasado medieval que fue, y el mundo moderno del que le toca ser testigo, y a un tiempo, juez. En aquel mundo del pasado la usura fue condenada; en el mundo de la explosión comercial europea, la trata de esclavos y la dominación de las colonias, que desataron la acumulación y concentración del capital, la usura pasó a ser moneda corriente.
Hoy se acepta que el que preste dinero reciba un interés, pero al mismo tiempo se acepta que el que recibe un interés conozca de cabo a rabo gustos, pasiones y vida del que pide el préstamo, se le permite imponer condiciones a los países que lo aceptan, se le permite emitir sin control el dinero y eso no es todo, el que presta el dinero domina la economía mundial, desde que el fondo de inversión Vanguard domina la producción y el comercio mundiales. En el medioevo, San Buenaventura argumentaba que con el cobro de intereses se vendía el tiempo, por lo que podemos decir que el dinero es más de lo que es, y eso más de lo que es, confiere poder.
El control del dinero ha llevado al control del poder, de tal manera que al que tiene el dinero ya no le interesa el dinero, sino que le interesa el poder que el dinero otorga.
Shelley atacó la estratagema del gobierno inglés, que dio curso forzoso al billete, robando, por medio de la inflación, tiempo al trabajador. Así que Shelley afirma que el dinero es algo más, tiempo, como dijo San Buenaventura y como dirá Marx. Ahora, de sobra sabemos que el dinero es más que tiempo, pues su retención genera dolor y placer, y su gasto, placer y dolor, y en los divorcios, la parte ofendida pretende cobrarse la deuda amorosa con dinero, y con dinero se paga a la prostitutas y el tener mucho dinero le permite a un sujeto, digan lo que digan los hipócritas, acceder a mejores opciones conyugales, y las disputas entre socios, antes amigos, refieren al dinero, disputas que en todas las ocasiones semejan un divorcio. Sean las que fueren las elucubraciones que realice el lector en función de lo dicho, sobre el enigma del dinero podemos decir que su valor es ficticio y nos lleva al terreno de la idolatría, y por medio de esa idolatría, se dominan economías enteras, es decir, al hombre.
Como prueba definitiva de que el dinero es más que el dinero, ahí tenemos al usurero Shylock que con todo gusto troca sus tres mil ducados por la venganza, la parte que realmente importa de ese dinero, y para alcanzar su venganza, oculta las noticias de tres barcos mercantes que Antonio ha salvado, algo que nos revela Porcia, y aunque Shakespeare no lo dice, lo dice, ya que Porcia recupera estas cartas de manos del usurero. En cuanto al usurero, es un personaje poderoso, y sus monólogos, acerados como el sonido de su nombre. Rasgo crucial del poeta es sacar el jugo a todos sus personajes, por lo que expresa la sustancia, sin adulterar, de cada uno de ellos. Sólo los tontos y malintencionados pueden opinar que el poeta es ajeno a los valores que se encuentran en juego en la lucha de los personajes antagónicos, aunque si Shakespeare crea estos personajes, es porque cada uno es una faceta del alma del poeta, y si el poeta escribe de manera contemporánea, cada uno de sus personajes son facetas de nuestra alma, por lo que la hermosa Porcia, y el rufián Shylock, se encuentran en nosotros.
Sólo se trata de saber cuál preferimos.
La enseñanza de esta obra no sería completa si no atendiéramos a la otra parte de la trama relativa al anillo de Porcia. Antes que nada, hablemos del conocimiento del valor mágico del número tres, ya que tres mil ducados son prestados, que deberán ser devueltos en tres meses, tres cofres hay para elegir, tres pretendientes van por Porcia, tres barcos regresan y tres historias de amor se presentan ante nosotros, Porcia y Basanio, Nerisa y Graciano, Jesica y Lorenzo.
Bibliotecas enteras se han escrito acerca de este número milagroso. Su clave está en el hombre, ya que un varón y una mujer darán el tres, la cabal expresión de la vida, que es infinita. El Universo no es lo que es, salvo que se considere a lo que es en expansión, por lo tanto, el Universo es el porvenir. "Soy el que seré" o dicho de otra manera "Ayer no fui yo". En los cuentos de Grimm y en los cuentos de las Noches, la más hermosa de las princesas es la menor, pues se entiende que el tres es la confirmación, y al tercer intento, el héroe se saldrá con la suya. El yin y el yang no son expresión del Universo, ya que refieren al número dos, y la una y el otro, unidos, hacen una tercera cosa, la más valiosa, por obra del amor.
Es aquí, en la parte crucial de la obra, el anillo de Porcia, donde los críticos tropiezan y se parten los dientes. Quiso el Destino, por obra de Shakespeare, que se nos presentara la clave de la obra sin obviar las complejas relaciones entre el hombre y la mujer. Porcia y Nerisa dieron sus anillos bajo la promesa de su cuidado, pero llegada la ocasión, exigen, con todas las de la ley, su entrega. Antes de desentrañar esta contradicción, debemos hablar de los anillos.
Como las leyendas anuncian, son fuente de poder, y ahí tenemos el anillo de Salomón, el anillo de Aladino y el anillo del nibelungo. El anillo da poder y sabiduría, pues el anillo, en su forma circular, es el Universo y refiere a una alianza, que para el caso, es del metal con la carne y de la materia con el espíritu. La palabra anillo, donde la doble ele refiere a las dos partes de la unión y la o es grafía de anillo, significa "te anillo" y también, "allí anido yo".
Así que Basanio es depositario del amor de Porcia, y de poder y de sabiduría, pues el anillo confiere sabiduría al conferir poder. El anillo es en realidad de Porcia, pero lo entrega mientras tanto, de hecho vuelve a ella, pues su placer consiste en ser en tanto sea de otro. El placer de Porcia existe en tanto sea ella misma propiedad de Basanio. Llegado el momento, Basanio no quiso desprenderse de su anillo, pero su amigo, Antonio, peligrosamente intercede entre Basanio y Porcia para que Basanio, en función de su amor a Antonio, se desprenda del anillo ¿Qué tendría para decir Porcia ante esta elección? Multitud de cosas, que al mismo tiempo dice, y sin embargo, la clave nos fue dada cuando Porcia, travestida en juez, le dice a su amado que salvo que su esposa fuera una demente, con buen gusto aceptaría que cediera el anillo para una obra superior.
Nada de esta entrega por parte de la mujer se lleva a cabo sin la necesaria lucha, pues si el hombre quiere cazar, la mujer quiere ser cazada. Precisamente, la obra cierra con las pretensiones de Graciano de cazar, como si fuera un trofeo, a su amada Nerisa.
El poeta eterno descubre, en esta obra, el verdadero valor del dinero, la sombra que proyecta esa excrecencia apenas hagamos el fuego adecuado. Ante el empuje arrollador del capitalismo, el mago reivindica la piedad, la justicia y el amor, todo ello logrado por la astucia de una mujer que no temió engañar sabiendo que su disfraz la hacía invisible, ya que los hombres ven sin ver, así como los sabios están ciegos a las "verdades" de este mundo.
Quede el lector con la exhortación a leer la obra, a compararla con el fraude protagonizado por Al Pacino, y a sortear infinitas trampas con que se encontrará apenas se interese en estas cosas, pues si pensáramos en un mago que lograra estar en todos los hombres y que nadie igualara en el arte de ser todos los hombres, si pensáramos en quién mejor sintiera los vínculos humanos y en suma, si pensáramos en el genio crucial, sobre el que más se debate y más se tergiversa, prueba cúlmine de su genialidad, he ahí a Shakespeare, y como regalo de despedida, su diálogo entre la hermosa Jesica y su amado Lorenzo en la alameda, mientras esperan la llegada de Porcia y Basanio:
"LORENZO ¡Qué hermosa y despejada brilla la luna! En una noche como ésta, cuando el céfiro besaba mansamente las hojas de los árboles, escaló el amante Troilo las murallas de Troya, volando su alma hacia las tiendas griegas donde aquella noche reposaba Créssida.
JESICA. En una noche como ésta, Tisbe, con temerosos pasos, fue marchando sobre la mojada yerba, y viendo la espantosa sombra del león, se quedó aterrada.
LORENZO. En una noche como ésta, la reina Dido, armada su diestra con una vara de sauce, bajó a la ribera del mar, y llamó hacia Cartago al fugitivo Eneas.
JESICA. En una noche como ésta, fue cogiendo Medea las mágicas yerbas con que rejuveneció al viejo Eson.
LORENZO. En una noche como ésta, abandonó Jesica la casa del rico judío de Venecia, y con su amante huyó a Belmonte.
JESICA. En una noche como ésta, juró Lorenzo que la amaba tiernamente, cautivando su alma con mil protestas de constancia, de las que ninguna era sincera.
LORENZO. En una noche como ésta, Jesica, tan pérfida como hermosa, ofendió a su amante, y él la perdonó.
JESICA. No me vencerías en esta contienda, si estuviéramos solos; pero viene gente..."
Así dejamos, para tu provecho, este encomio a Shakespeare y a los valores que defendió, valores que hoy deben ser defendidos pues debe ser defendida la belleza. Si lo hicieras, en tu contra habrá innumerables poderes, pero verás que es grato tener de tu lado a quien tituló su obra de esta manera:
"The most excellent historie of the merchant of Venice
Vith the extreame crueltie of Shylocke the Iewe towards the sayd merchant, in cutting a iust pound of his flesh:
and the obtayning of Portia by the choyse of three chests.
Written by William Shakespeare.
La más excelente historia del mercader de Venecia
Con la extrema crueldad de Shylock el Judío hacia el dicho mercader, al cortarle una libra justa de su carne:
y la obtención de Porcia por la elección de tres cofres.
Escrito por William Shakespeare"
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias