Montevideo
Marcelo Marchese
26.01.2024
“El reloj cuenta las horas de la necesidad, pero ningún reloj puede contar las horas de la sabiduría”. William Blake
Tenemos en occidente una obsesión por las fechas, pues de lo que se trata es de erosionar una verdad muy simple: todo es infinito, por lo que los acontecimientos históricos, tienen infinitas causas, infinitos nudos e infinitas consecuencias.
El proceso de fundación de Montevideo comenzaría, si se quiere, cuando España advierte que Inglaterra y Portugal ansían este puerto natural. Desde principios del XVIII el rey ordena a Zabala fortificar Montevideo y Maldonado, pero Zabala no cumple la orden, y recién lo hace cuando el rey lo amenaza, pues sospechaba que Zabala realizaba negocios turbios.
Para el año 23, ya había gente venida de Buenos Aires viviendo en Montevideo, construyendo casas y plantando árboles, y dos de ellos, Gronardo y Pistolete, pusieron una pulpería con el evidente propósito de dedicarse al contrabando, actividad recurrente en las zonas limítrofes, y más aún, si hablamos de zonas limítrofes entre imperios. El tal Gronardo, cuentan, era práctico del río, lo que significa que era especialista en el conocimiento del río de la Plata y sus bancos de arena móviles y traicioneros, y este Gronardo se encargaría, según cuenta la historia, de avisarle a Zabala que se les arruinaba el negocio, pues los portugueses fortificaban Montevideo a fines del año 23.
Zabala los desalojaría a principios del 24, y mandaría traer para hacer un fuerte, mil indios tapes, es decir, indios reducidos de las Misiones que eran explotados para construir fuertes y otras lindezas, y que se usaban como soldados, pues todos los conquistadores, y todos los héroes nacionales del continente, sin excluir a uno solo, usaron a los indios para sus propósitos, pues otra mano de obra y soldados no había en estos desiertos.
La pura verdad es que sin los jesuitas que redujeron, es decir, pusieron bajo su dominio a miles de guaraníes, hubiera sido imposible el control de España en el Plata.
Así que quienes iniciaron la fundación de Montevideo, y en rigor, quienes empiezan a construir el fuerte de "San José" con barro y caña, son los mil indios tapes, y la razón por la que se empieza a fundar Montevideo, es que el rey buscaba frenar el contrabando, ya que prefería cobrar impuestos y dominar la economía de sus colonias, erosionada aquí y allá por funcionarios públicos harto dudosos (los ñoquis vienen desde la Colonia).
¿Qué cosa se traficaba y contrabandeaba? Esclavos y plata. Montevideo, Colonia y Buenos Aires, existen gracias al comercio negrero. Si a los Estados Unidos arribó un aproximado de 400.000 africanos, por nuestro heroico río de la Plata pasaron 200.000, lo que da una idea de la importancia de esta forma siniestra de hacer dinero. Los barcos que traían y llevaban esclavos, pues Montevideo los exportaba a toda Sudamérica, al mismo tiempo se llevaban la plata que venía del Potosí (plata extraída bajo truculenta esclavitud) y también, tabaco y cuero, aunque el principal negocio era comprar y vender gente cuyo tinte de piel era considerablemente oscuro.
En el año 1726, Zabala decide fundar la Ciudad de San Felipe de Montevideo (bellísimo nombre) para lo cual hace venir gente de Buenos Aires y luego, de las Islas Canarias, y hace diseñar la ciudad con mucha inteligencia, pues el sol y la sombra se reparten de forma democrática, y sólo escapa al damero el lugar donde estaba el fuerte, la actual Plaza Zabala, cuyo cada lado señala un punto cardinal.
Se pobló la ciudad pues, como supo el primer conquistador de la especie humana, para asegurar un territorio nada hay más eficiente que embutir gente en ese territorio, de igual manera que se embute carne, grasa y condimentos en un chorizo.
Zabala declara fundada Montevideo en el 29, y en rigor, se funda en el 30, pues allí se instala el Cabildo, y en esa época, en España, que incluye sus colonias, no existe una ciudad sin un Cabildo que la gobierne.
Como vemos, no se puede datar el proceso con una fecha, sin embargo, le pregunto al lector lo siguiente: si debiera datar la publicación de un libro que empezara a escribir en el 2023, pero que lo terminara de escribir, y lo publicara, en el 2030 ¿encontraría que el año de publicación (fundación) sería en el 2023 o en el 2030?
En rigor, la pregunta se responde sola, pues los libros deben tener necesariamente el lugar y año de publicación, que es cuando salen al mundo, y no cuando alguien piensa en escribirlo. Si fuera por los libros que he soñado escribir y no escribí, os puedo asegurar que ya tendría una importante obra édita, pero los pingos se ven en la cancha, y el año de publicación, es el año en que los demás seres humanos pueden leer el libro.
La "ciencia histórica" es una mentira, pues los historiadores no se dedican a investigar la verdad, sino que tienen una idea fija de antemano y buscan los documentos y el respaldo de las "autoridades del pensamiento" que le sirven para validar sus ideas, y si tienen la oportunidad de ocultar las pruebas en contrario, las ocultan, y si pueden, como ha sucedido en nuestro País, las destruyen.
La disciplina llamada "historia", es una mera función política, pues el pasado, sea nuestro pasado personal, sea el pasado de la especie, está creado por nuestro presente: imaginamos el pasado que nos conviene imaginar por mera economía psíquica.
Sobre el uso de la historia por cuestiones de poder, y acerca del uso de dineros públicos para campañas políticas particulares, nada voy a decir, pero quiero aportarles mi propia interpretación del harto discutido nombre "Montevideo".
Como sabéis, Montevideo es un lugar de múltiples umbrales: la tierra con el mar; el río Paraná y el océano; y la tierra y el cielo por el cerro al pie de la bahía. Bien, es sabido, para quienes creen en duendes y trasgos o para quienes hayan leído a Shakespeare, que en el amanecer y el atardecer, en el cambio de ciclo, los espíritus atraviesan el aire en la búsqueda de una nueva morada, ya que el cambio de ciclo es un umbral, y un umbral, como una ventana, no es ni el adentro ni el afuera, sino que es algo, como si dijera, de otro mundo.
¿Es tan difícil imaginar que los hombres que vinieron con Magallanes, hayan visto en la cima del Cerro, en el umbral de la tierra y el cielo que domina los otros umbrales, un fuego fatuo (una luz mala) o eventualmente, un espíritu?
La idea no es descabellada: Moisés recibió las tablas de la ley en la cima de un monte, Jesús le pidió a su Dios que lo librara del trago amargo en el Monte de los Olivos, y nosotros tenemos una Sierra de las Ánimas.
Por último, tenemos la prueba definitiva, el nombre "Montevideo". Monte Vi Deo: en el Monte Vi un Dios, o, en todo caso, El Dios de la montaña.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias