Enseñanzas de Ran

Marcelo Marchese

11.03.2024

De todas las actividades humanas, el amor y el arte son las triunfales. De todas las artes, el cine es la más completa ya que tiene música, poesía, danza, arquitectura, teatro, fotografía, y además, en rarísimas ocasiones, el cine hace cine y habla su lenguaje.

De los directores de cine, Akira Kurosawa es uno de los más grandes y entre sus mejores films (Los siete samurais, Rashomon, Dersú Uzalá, Vivir, Kagemusha) debemos incluir a Ran.

Esto lleva a que Ran es una de las mejores cosas que hizo el hombre en el siglo veinte.

Como hay cientos de actores armados a pie y a caballo que van de aquí para allá con ese vestuario espectacular del Japón feudal, la obra costó sus buenos millones de dólares que llevaron diez años conseguir, pues cualquier señorito recibe cien millones de dólares para un triste desacierto, pero un genio del cine sufre lo indecible y vaya a saber uno cuántos films perdimos por este detallecito del dinero y del poder.

He ahí el asunto: Ran trata sobre el poder.

Kurosawa, a fines del XX, narra el desastre de nuestra vida: el poder arrasándolo todo. Lo curioso es que Shakespeare, a fines del XVI, viera lo mismo.

Siguiendo el esquema de Rey Lear, el padre delega su poder en tres hijos. Dos de ellos lo traicionan, y la mujer del mayor maneja las cosas de tal manera, que logra que todos mueran y que la destrucción se desate.

Con mucho, esta Lady Macbeth es el personaje más fascinante del film, un film que debieran ver las personas que creen que la mujer ha sido sojuzgada eternamente. En este caso, por venganza, y usando de la vanidad, el sexo y el incesto, la mujer sojuzga a los demás y los lleva a la ruina total y absoluta.

Ran significa "Caos", pues Kurosawa advierte que el poder, que la lucha por el poder, ha llevado a la humanidad al caos. La escena final es elocuente: un hombre al que el poder arrancara los ojos, aguarda a su hermana. La hermana no vendrá, pues Lady Macbeth la hizo decapitar. Llega la noche, el hombre se encuentra en un risco. Tantea la realidad con su bastón y casi cae al abismo. Lo que cae es el retrato del Buda.

No viene a cuento si el lector es creyente o no. Lo que viene a cuento es que el mensaje de Buda es un mensaje de amor y así lo entiende Kurosawa. La dueña del retrato no odia al suegro asesino de su familia. Siente piedad por él.

En la lucha por el poder, el amor, muere, y el hombre, pobre ciego, camina el filo del abismo.

Mientras veía la obra, tres ideas me asaltaron.

La primera refiere a que el hombre es un animal territorial, tal cual el tigre. No sé si la antropología ha echado el ojo a este asunto, pero con certeza, desde el principio, los hombres se han peleado por el territorio y por la rama del árbol en que dormían.

Es algo que llevamos en la sangre.

La segunda refiere a la sangre, a los sagrados vínculos sanguíneos. Lady Macbeth asesina a todo el clan feudal y a todos por venganza, ya que el viejo señor feudal había destruido a su familia y arruinado su castillo por ansias de poder.

No hay razón que pese un adarme cuando están en juego los vínculos sanguíneos, al grado de desatar una guerra atroz.

La tercera tiene que ver con la razón por la cuál los hombres, no todos, pero los hombres, luchan de manera obstinada por el poder, cuando esa lucha sólo trae destrucción.

Cuando uno se hace una pregunta ya sabe la respuesta, el problema es que no sabe que sabe, mas hecha la pregunta, la inteligencia se lanza a resolverla, a bucear en el inconsciente.

La respuesta que encontré, me advirtió un psicoanalista, había sido anticipada por Freud.

Debo adentrarme en consideraciones extravagantes que sin embargo, Sófocles, Shakespeare y Dostoievski encararon de manera magistral.

Debemos imaginar que en aquel pasado entre los árboles, un jefe del clan, el padre, sojuzgaba a todos los demás, lo que significa que pretendía acaparar a todas las hembras. La primera revolución del hombre fue la adquisición del lenguaje. La segunda, una confabulación para derribar al padre y la tercera, establecer la primera prohibición para acabar con los crímenes constantes, y para que la prohibición genere, ya que lo reprimido debe ser manifestado, nuevas realidades, la cultura.

En la historia de la humanidad nos hicimos hombres cuando derribamos a ese tirano llamado "padre". La historia individual de cada uno de nosotros replica la historia humana.

Esto no significa que haya que matar al padre. Todo lo contrario, hay que amarlo y protegerlo y disculparlo, pero con certeza, el hombre que no puede derrotar simbólicamente al padre tiene una vida disminuida al grado extremo de no conocer mujer.

Cuando lo derrota, ya no lucha con él, ya no lo odia o le teme, que es lo que le pasa a Milei, motivo por el cuál la emprende contra el Estado que simboliza al padre.

Así que se trata de resolver este conflicto que todos debemos resolver para tener una vida creativa, una vida donde el amor tenga su lugar de privilegio y no el caos y la destrucción y la venganza.

Las personas enfermas de poder no han resuelto este conflicto y lo trasladan a la sociedad: no derrotaron al padre, no tomaron el poder que tenía el padre, por lo que la emprenden contra todos nosotros. En una economía psíquica de sustitución y correspondencias, hacen como que resuelven el conflicto acaparando poder cuando todo su interior les dice que están haciendo trampa.

Esto me lleva a la utilidad de esa cosa llamada política. Habida cuenta que todo es política, y que a la postre la política significa el arte de resolver los problemas sociales, uno no puede desatenderla, pero los verdaderos cambios políticos no son resultado de la actividad política.

Cuando veo que la actividad política es bastante inservible, y cuando veo a la humanidad que camina al filo del abismo, como vieron Shakespeare, Freud y Kurosawa, encuentro que las fuerzas destructivas del hombre se han desatado, y que la única solución es utilizar esa energía de manera constructiva, ya que la energía es la misma, sólo que va en una dirección o en la antagónica.

Esto no es nuevo y Shakespeare lo señala en Rey Lear: "¿Por qué azotas a esa ramera? Sacúdete tú mismo las espaldas, ya que tu lascivia pretende de ella lo mismo que te lleva a azotarla."

Bien mirado, la guerra y la espantosa Inquisición son pruebas, por la contraria, de la inmensa capacidad de amar del hombre. Como ese amor no fue conducido, vuelve en el verdugo que azota a la mujer que no se anima a desear.

He ahí al poder. Se trata de acaparar el máximo posible de energía humana, por lo que alimentamos al poder cada vez que cedemos poder. Cuanta más gente se domina, más poder. Estos sádicos, no se animan a desearnos buenamente, así que descargan el látigo. Si ellos no estuvieran, estarían otros, pues el sistema lleva esa lógica.

Es la dinámica de la Era Oscura que transitamos.

En la despedida, te dejo el film de Kurosawa que te dirá estas cosas en el arte supremo de un mago.

https://cinemalversa.livejournal.com/69032.html

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Marcelo Marchese
2024-03-11T20:30:00

Marcelo Marchese

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