El abismo fascista.
Marcelo Marchese
24.05.2024
Ya hemos visto cómo los revolucionarios que vencieron a las tiranías, a la vuelta de la esquina se convirtieron en nuevas tiranías. La razón de esto es bien sencilla: la cultura de la tiranía fue superior al eventual empuje de los revolucionarios.
De igual manera, los académicos que se reúnen en los "Espacios Libres de Apartheid", y que pretenden ayudar a la causa palestina enfrentando el genocidio sionista, acaban de hacerle flor de favor al sionismo.
Estos chicos han ubicado al sionismo, por primera vez en la historia, en el lugar de las víctimas, y en el lugar de las víctimas que no tienen derecho a hablar, justo cuando el sionismo es la mayor máquina de silenciamiento de toda la historia humana.
Veamos qué dice este lugar libre de apartheid que al mismo tiempo, sin darse cuenta del ridículo en que incurre, justifica la censura, que es un apartheid de las ideas:
"Nos preguntamos: ¿cuáles son los límites éticos a la libertad de expresión y de cátedra?
¿Sería aceptable que la UdelaR invitara a un académico alemán que negara el genocidio nazi, o a un académico blanco defensor del apartheid de Sudáfrica? ¿O que permitiera dar clase a un negador del terrorismo de Estado de la dictadura?"
Mejor sería, académicos del apartheid, que dejaras de preguntaros, pero la contundente respuesta a estas tres preguntas es "¡Sí!" y setenta veces siete "¡Sí!" Es triste confirmar que no habéis entendido qué significa la libertad de expresión, pues para que haya libertad de expresión, sólo debe haber una condición: la libertad, lo que significa que nada ni nadie debe impedir la libertad de expresión.
En rigor hay dos límites legales a la libertad de expresión: la difamación y el llamado concreto a cometer un delito, pero en el plano de las ideas, no hay límites por el sencillo motivo de que no se ha demostrado que exista un ser dueño de la verdad universal, por lo que los hombres no tienen otro camino que encontrar la verdad exponiendo sus ideas y debatiéndolas, ya que hay una cosa llamada inteligencia que tiene la capacidad de separar la paja del trigo, entendiéndose por la paja, la mentira y por el trigo, la verdad.
Aquellos que están seguros de sus ideas, no tienen por qué estar restringiéndolas a los demás. El que debe estar apurado por restringir el libre curso de las ideas es el que necesita ampararse en falsedades, que a lo largo de la historia, siempre, e invariablemente, ha sido el poder.
El poder, confundidos académicos de los espacios del apartheid, no sólo censura, sino que persigue, tortura, amputa y mata, como hace el sionismo con mujeres, niños, médicos y periodistas. El detalle del asesinato deliberado de periodistas no es menor: quieren amedrentarlos para que no revelen la verdad del genocidio. Dejen esa pulsión por censurar y asesinar a los enemigos de la humanidad, que los que defienden a la humanidad deben levantar la bandera de la vida y la libertad.
Cuando uno descubre que algunos académicos no han entendido esa cosa tan sencilla llamada "libertad de expresión", se pregunta si el resto de la sociedad no estará pronta para el autoritarismo más cerril, mas luego uno se tranquiliza y recuerda que, con toda certeza, estos académicos deben vivir en una suerte de nube universitaria muy por fuera de la atmósfera social.
En vuestra inopinada carta, académicos de la censura, para colmo, agregáis: "Pero la pluralidad de voces tiene límites éticos: el respeto y la defensa de los derechos humanos. La participación de un representante del discurso sionista que no reconoce el exterminio que el Estado de Israel comete contra el pueblo palestino desde hace siete décadas excluye la voz de las víctimas, es decir, del pueblo oprimido".
Es difícil encontrar una expresión más cabal de corrección política y al mismo tiempo, un razonamiento que se contradiga de manera más elocuente a sí mismo.
Primero, la pluralidad de voces no tiene límites, y mucho menos, amparándose en cuestiones morales, pues ¿dónde está el Dios que determina qué es bueno y qué es malo? Mejor sería dejar que la gente se exprese y que la humanidad decida qué es bueno y qué es malo como resultado de la lucha de ideas. Para colmo, el mismo argumento basado en la moral ya fue usado más arriba, por lo que no sería necesario repetirlo, salvo que se pretenda imponer flojas ideas por el mecanismo vil de la repetición dogmática.
Segundo, se invocan los derechos humanos para acto seguido atacar un derecho humano que es el derecho a expresarse.
Tercero, se pretende invocar la brutalidad sionista como argumento a favor de la censura, cuando precisamente el sionismo es el campeón de la censura en el vasto mundo.
Cuarto, la primera parte del párrafo (el límite que la moral impondría a la libertad) no guarda relación con su eventual conclusión (el genocidio palestino) y en realidad se quiere usar del genocidio palestino para censurar a los genocidas, por lo que se hace mera propaganda para embarullar al lector, pues se nos pretende decir que el genocidio palestino es suficientemente monstruoso como para anular la libertad de expresión.
Tal vez nada de esto le resulte útil a los académicos enemigos del apartheid que quieren imponer un nuevo apartheid basado en cuestiones morales, una especie de fascismo moral, pero como, con toda evidencia, adoran las falacias, voy a cobijarme en la falacia conocida como argumentum ad verecundiam, para lo cuál evocaré a un filósofo de alto copete que dice lo siguiente:
"Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
A ustedes, amigos del apartheid de las ideas, y a todos los demás, amigos de la libertad de expresión, les digo que el poder crea su propia "resistencia" con el objetivo de ocultar y anular a la verdadera resistencia. A eso se le llama "disidencia controlada".
Un ejemplo de ello es el ambientalismo, y otro, el BDS, el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel.
El sionismo impulsa el BDS pues coloca a los palestinos en el lugar de enemigos de los lazos humanos, de la producción de bienes y de la cultura. Nada mejor que ubicar a los palestinos, a quienes se pretende deshumanizar, como enemigos del arte, la cultura y el hombre.
No estoy diciendo que estos académicos que creen ayudar a los palestinos argumentando a favor de la censura, estén financiados por el sionismo. Sólo digo que, por academicismo, por elitismo, por incapacidad mental o vaya a saber uno por qué razón, participan del campo de ideas que el sionismo creó como pseudo resistencia a su imperialismo criminal.
Tal vez alguien me diga que los enemigos del apartheid convertidos en amigos del apartheid están guiados por buenas intenciones, pero de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Si quieren ayudar a los palestinos, lo mejor que pueden hacer es abandonar todo autoritarismo mesiánico.
Entre el sionismo, el nazismo, el fascismo y el stalinismo (estos defensores del apartheid han mamado con fruición de la teta stalinista) hay una serie de puntos en común: racismo, militarismo, nacionalismo (en el mal sentido del término) intromisión del Estado en la vida privada, persecución a muerte de disidentes y elaboración de una historia falseada. Con respecto al sionismo, que comparte todas estas maldades, podemos decir que es la perfecta expresión de todas ellas, que ni una sóla de sus afirmaciones es verdadera y que ama la mentira más que a sí mismo.
No es lo que vulgarmente se llama "poder" (el poder de censurar, por ejemplo) lo que debemos usar para enfrentar al sionismo. Eso es cosa de ellos. Lo nuestro, es la verdad, y para que prevalezca, se necesita de la más absoluta libertad.
Se los digo con cariño, amigos del apartheid: guardad silencio y haced acto de contrición, y luego, resguardaos en la verdad y la libertad, que es lo que precisan tanto los palestinos como todos nosotros.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias