La dictadura digital
Marcelo Marchese
21.06.2024
A fines del siglo XVIII un filósofo imagina la cárcel perfecta, el Panóptico, construido de tal manera que el carcelero puede ver a cada uno de los penados sin desplazarse, pero los penados no pueden ver al carcelero, lo que implica que no pueden saber si están siendo observados en ese momento.
La clave del Panóptico está ahí, ya que como el penado no sabe si están siendo observado, se autolimita, por lo que el poder se ejerce de manera automática: la sóla existencia del Panóptico actúa como el mejor vigilante imaginado.
Sin embargo, estás en libertad y no tenés por qué preocuparte de nada que suceda en esos infiernos vivientes creados por nuestro sadismo y llamados "cárceles", mas si miramos bien la cosa, nuestra libertad es ficticia.
Tengo en mis manos un libro con un código de barras, una invención de fines del siglo XX. Si hay algo que no es inocente, es este código de barras que toda biblioteca nacional obliga a estampar en todo libro que se imprime. Actualmente, las plataformas de venta digitales exigen sí o sí el código de barras a la hora de subir un libro a la nube, por lo que se manda al traste toda la herencia editorial hasta fines del siglo XX.
A eso se le llama hacer tabla rasa con la cultura, al menos, con la cultura libresca.
Así que tenemos este código de barras y tenés esa plataforma digital donde comprás libros con una tarjeta de crédito que refiere al dinero digital, en tanto te estoy escribiendo en este portal digital y luego subiré el artículo a una red social digital.
A la hora de acudir a una entrevista, tu entrevistador ya sabe a dónde has viajado, si tenés pareja o si castraste al gato. Y eso no es nada, pues a tu entrevistador lo ves, pero como ya sabés, en el Panóptico no ves al que te vigila.
¿Y quién es el que te vigila? Conviene aquí seguir la ruta del dinero para hallar al culpable. Ya viste que en la pasada peste todo era digital, hasta tus pedidos de comida, y terminada la peste, quedamos más digitalizados.
Resulta que si comprás por tarjeta, un 5% se lo queda el que emite la tarjeta, que es una entidad financiera. Si comprás por una plataforma, el 15% se lo queda el dueño de la plataforma, que es una entidad financiera. Si comprás una Coca o una Pepsi, un 20% se lo queda el dueño de ese porcentaje de la Coca y la Pepsi, que es una entidad financiera llamada fondo de inversión.
La cosa va quedando más clara ¿verdad?
Alguien, algo, recibe toda tu información, la estela digital que vas dejando cuando subís a un ómnibus, cuando entrás a un hospital, cuando comprás cualquier cosa, cuando andas por donde sea, ya que tenés un microchip en la cédula y otro en la tarjeta, amén de que nunca estás a más de tres metros de tu celular, ya que sos una célula del vasto cuerpo digital.
Dicen que toda esa información se obtiene por cuestiones de dinero, ya que te segmentan y al segmentarte, te venden de manera más eficiente, pues saben perfectamente qué decirte, pues vos mismo se lo dijiste antes a ellos.
Tengo una mala nueva. No lo hacen por dinero. Se trata, como siempre, de un asunto de poder y el dinero es sólo el vehículo del poder.
Tus conversaciones, tus mensajes por whatsapp, quedan registradas, pero esa no es la única cosa que queda registrada, ya que toda cámara que ves por ahí, te está registrando. Hay cámaras que siguen el movimiento y hacen zoom sobre determinados objetos.
¿Nunca te imaginaste que la pantalla de la computadora y del celular te están filmando?
Otra mala nueva: te están filmando.
¿Pero qué puede importarles mi vida, si no soy nadie?
Grave error: te puedo asegurar que sos alguien y alguien bien valioso, y en particular, para el poder.
Cada cosa que decís y cada movimiento que hacés va a un programa que de manera automática estudia a la humanidad. Es un programa que logra pulsar casi a la perfección el estado de ánimo de la humanidad en un momento preciso.
Resulta que tengo otra mala nueva, y ésta es la que importa: se trata de convertirte en un número, pues de esa manera piensa la dictadura digital.
¿Te estás refiriendo, Marcelo, a la inteligencia artificial? Alguien usa la inteligencia artificial para ejercer el poder, salvo que es posible que la inteligencia artificial ya haya tomado el poder, así como es posible que estemos viviendo un pasado ya pensado y diseñado por un futuro, pues el tiempo es sólo un concepto en la mente del hombre.
En la compra de ese libro que obtendrás por una plataforma digital, no habrá un intercambio sexual, en el sentido amplio de la palabra, ya que no verás ni olerás al librero, y si comprás un libro digital, habrá menos sexualidad todavía, ya que el libro digital no tiene olor, no tiene textura y, lo peor de todo, no ocupa un lugar en tu casa, en tu intimidad, en tu memoria. Todo lo que leas en ese libro te quedará menos en la mente que si leyeras un libro como en los tiempos de antes.
Cuando todos los libros sean digitales, con apretar un delete desaparecerá Dante, Shakespeare y Baudelaire, pero de un saque y sin dejar pruebas, algo más sencillo que el delete aplicado sobre los magos griegos llamados sofistas, pues, lamentablemente para el que borró el registro, quedaron pruebas.
Así que conocerás a esa chica por Tinder, una chica que abandonarás al instante pues faltó la imprescindible seducción, por lo que lo obtenido no valdrá nada, y leerás ese libro que no es un libro, y tampoco te quedará nada, y no saldrás a un boliche, ya que harás un "pedido ya", y no irás a sumergirte en una sala de cine con otra gente, ya que tenés tu Netflix y a la postre, estarás aislado de todo, pero te darán las satisfacciones necesarias, una suerte de neo sexo digital masturbatorio, para mantenerte enchufado al monstruo digital que se estará alimentando de vos, pues el poder es una energía que alguien pierde para que alguien gane.
Todo muy macabro y triste. El tema es que eso que se viene no es ineluctable, pues si necesitan chuparte el poder, ergo, tenés poder, y como prueba definitiva, aunque tengas un número en tu cuenta bancaria, en tu tarjeta de crédito y en tu cédula, aún no sos un número, sos una persona que tiene un nombre, lo que me lleva a decirte que así como la ciencia pretende ejercer su dictadura sobre el arte, los números pretenden ejercer su dictadura sobre las palabras, pero son las palabras las que crearon a los números.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias