Sicario, de Denis Villeneuve
Mathías Dávalos
21.09.2015
Dirección: Denis Villeneuve. Guion: Taylor Sheridan. Fotografía: Roger Deakins. Música: Jóhann Jóhannsson. Montaje: Joe Walker. Elenco: Emily Blunt, Benicio del Toro, Josh Brolin, Daniel Kaluuya, Maximiliano Hernández, Jon Bernthal. 121 minutos. 2015.
México y Colombia, países de configuración y extensión del narcotráfico en las últimas décadas, han popularizado el concepto de sicario: asesino a sueldo. El término es originario del latín, sicarium, que por su parte viene de sica, una daga corta originaria de Tracia que los asesinos escondían con facilidad bajo sus túnicas.
Para el director canadiense Denis Villeneuve, Sicario es un drama de acción que retrata una visión parcial del conflicto entre el FBI, la DEA y la fuerza de choque SWAT ante los cárteles mexicanos, organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas y de personas, herederos de los cárteles de Medellín y Cali que operaron con éxito durante las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado en Colombia. En las últimas décadas, los cárteles mexicanos, cada vez más perfeccionados y reinventados desde sus redes, continúan expandiendo sus acciones en Centro y Norteamérica.
El análisis de la violencia —su gestación, implosión-explosión y sus consecuencias— inquieta a Villeneuve. En la composición de sus escenas destaca la atmósfera invasiva que acosa a sus personajes. Ha recibido la influencia de Alfred Hitchcock en los recursos narrativos clásicos del thriller y suspense, como los casos de realizadores contemporáneos de la talla de Brian De Palma (Carrie, Blow Out, Los intocables) y Kathryn Bigelow (Los viajeros de la noche, En tierra hostil, La noche más oscura). En 2009, con Polytechnique Villeneuve reconstruyó una masacre ocurrida en una universidad de Montreal en 1989. En 2010, con Incendies narró un drama familiar situado en el Líbano durante tiempos de guerra civil. Esta película situó al canadiense en la órbita de Hollywood, lo que dio lugar en 2013 al estreno de La sospecha: drama sobre el secuestro de dos niñas y las posteriores vivencias en un suburbio, con las actuaciones de Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal. Ese mismo año también se estrenó Enemy, película con la actuación central de Gyllenhaal, basada parcialmente en la novela "El hombre duplicado", de José Saramago. Un thriller psicológico sobre el tópico del doble, con las influencias de escritores como Edgar Allan Poe ("William Wilson") y Franz Kafka ("La metamorfosis").
Sicario es una película que busca mantener un balance entre implosión y explosión. Por momentos lo logra. Aquí el nivel de violencia ya no se lo puede limitar en una universidad, en una familia, en un barrio o en un hombre duplicado. Cuando se aborda la guerra de los cárteles no existen límites. Dos datos de esta gran derrota: el conflicto se ha cobrado cerca de 100.000 vidas desde 2006; cerca del 20% de la población estadounidense consume cocaína.
Villeneuve, en su afán de perfeccionar el manejo de climas y de tensión, en busca del timing en la construcción de las escenas de acción, cuenta con aliados como el prestigioso director de fotografía Roger Deakins —célebre por su trabajo con los hermanos Coen y con el mismo Villeneuve— y con Jóhann Jóhannsson en la música. Varias escenas dejan en evidencia este talento en conjunto. En la inicial, tras el espectacular ingreso de un grupo de agentes del FBI a una casa en las afueras de Arizona, se destaca cómo la música invasiva y la cámara rodean a la agente Kate Macer (interpretada por Emily Blunt) previo a la exhibición de una imagen dantesca, propia de esta guerra. El guion de Taylor Sheridan —quien como actor interpretara al policía Dale Haley en la serie de televisión Sons of Anarchy (FX, 2008-2014)— hace énfasis en una guerra en la que abundan los secretos. Pero no solo con la ciudadanía, sino entre los mismos combatientes. Es el caso de Kate, quien por ser miembro del FBI es convocada para ser parte de una operación militar clave: la captura de un Gran Jefe narco, intrusión a un túnel fronterizo mediante.
El enlace entre dirección, fotografía y música se destaca a lo largo del film. En una operación de traslado de un narcotraficante mexicano de Juárez a Texas, el suspense se adentra lentamente en el terror cuando se aprecia la inseguridad de las fuerzas estadounidenses de choque en su paso en una caravana de camionetas todoterreno escoltada por otra caravana de la Policía Federal armada hasta los dientes. El recorrido son pocos kilómetros. La convulsionada frontera: El Paso/Juárez. En un puente, la bienvenida a México se aleja de la postal turística: cuelgan cuerpos decapitados y mutilados. Un mensaje narco por excelencia.
Con el paso de los minutos, Villeneuve apuesta no solo a brillar en las escenas de acción. Y aquí uno de los mayores aciertos del film: la tarea de Deakins. Los recursos de los planos aéreos y travellings de la frontera, del muro, de Texas, Juárez y del indómito desierto revitalizan el concepto del western que exalta la película. Una lucha constante entre tiempo y espacio que da forma a un escenario decisivo de las grandes operaciones del narcotráfico de los últimos años. Además, Deakins conoce este espacio visual por su experiencia como fotógrafo predilecto de las películas de los hermanos Coen. Dos ejemplos evidentes de la presencia del sur y del oeste estadounidense en la paleta de colores utilizados en Sicario: ¿Dónde estás hermano? (2000) y Sin lugar para los débiles (2005). Una de las imágenes más bellas de Sicario es la del ingreso del grupo SWAT a un túnel narco: mientras cae el día, Villeneuve solo sitúa su cámara ante el paisaje bucólico mientras los marines ingresan lentamente en la total oscuridad con sus cámaras térmicas encendidas. (El desarrollo de esta escena es heredero directo de la escena del ingreso de los marines a la fortaleza de Osama bin Laden en La noche más oscura).
Sobre las actuaciones, la de Emily Blunt como la agente Kate Macer, en constantes niveles de frustración y de fragilidad en su búsqueda de justicia, es intensa aunque siempre reveladora. Se presentan otros dos personajes relevantes en la trama. El supervisor de la misión, Matt (Josh Brolin), un gringo que simpatiza con los texanos de la vieja guardia, con la ironía, el humor negro y los secretos. También añora los tiempos en que el colombiano Pablo Escobar controlaba el 90% del narcotráfico en Estados Unidos. Luego es tiempo de la máxima implosión del film, del paulatino advenimiento del sicario, del actor cardinal: el puertorriqueño Benicio del Toro como Alejandro o "Medellín", personaje con aires de leyenda en el submundo del narco que trabaja para los intereses de Estados Unidos. Si a Kate la motiva un sentimiento de justicia para esta misión, lo de Alejandro es mucho más personal como siniestro. Si Sicario es una película sobre secretos, el personaje de "Medellín" es su máxima expresión. Frío como un revólver, este lobo solitario no solo cuenta con las mejores líneas del guion de Sheridan, sino que por momentos parece que sus líneas se dicen solas mientras el boricua escruta y ejecuta. Una performance estremecedora y para el recuerdo del ganador como mejor actor de reparto del premio Oscar por Traffic (Steven Soderbergh, 2000), célebre relato cinematográfico de Hollywood sobre el narcotráfico.
Mientras Villeneuve y su equipo aciertan en la técnica audiovisual y en la elección del elenco, como contrapartida su relato parcial de una vigente derrota —basado en la visión estadounidense más allá de la inclusión de una historia mínima de juarenses con una digna actuación de Maximiliano Hernández como policía corrupto— decae no tanto por escenas resueltas de forma prácticamente insólita como la de la detención de un lugarteniente en la ruta o la del ingreso a una mansión, sino por una visión que se desdibuja por su preferencia resolutiva hacia la acción y lo espectacular en lugar de hacia el testimonio esencial del drama íntimo y atroz que transmiten las grandes guerras de nuestro tiempo.
Foto: Lionsgate
Mathías Dávalos
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