Star Wars: El despertar de la Fuerza, de J.J. Abrams
Mathías Dávalos
21.12.2015
Título original: Star Wars. Episode VII: The Force Awakens. Dirección: J.J. Abrams. Guion: Lawrence Kasdan, J.J. Abrams y Michael Arndt. Música: John Williams. Fotografía: Daniel Mindel. Montaje: Maryann Brandon y Mary Jo Markey. Elenco: Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver, Oscar Isaac, Harrison Ford, Carrie Fisher, Peter Mayhew, Lupita Nyong’o, Max von Sydow. Duración: 135 minutos. 2015.
Crédito: Disney/Lucasfilm
Episodio VII: El despertar de la Fuerza es la primera parte de una tercera trilogía de la saga Star Wars creada por George Lucas. Un episodio de tránsito, una realización que busca afirmarse dentro de la gran historia narrada en las dos previas trilogías (Episodios IV, V, y VI, 1977-1983; Episodios I, II y III, 1999-2005) y que existe entre dos variables constantes del argumento esencial de la saga: el inexorable paso del tiempo y la lucha entre el bien y el mal. Todo en una galaxia muy, muy lejana. Han pasado unos treinta años desde lo ocurrido en El regreso del Jedi (Episodio VI, Richard Marquand, 1983). Luke Skywalker es un fugitivo, el último Jedi, héroe de la Resistencia, y lo persiguen las fuerzas de la Primera Orden.
Asimismo, como prioridad en su acción inicial de continuidad narrativa, el film expone la introducción y formación de nuevos personajes. Un proceso de transformación de cuerpo y alma de éstos con vistas a futuro, alejado de la trilogía de los Episodios I, II y III, precuela limitada en el tiempo y de menor factura que la inicial (audiovisual por su abuso en la animación digital, dejando detrás lo "artesanal" de su antecesora, y mucho más pobre en el desarrollo de sus diferentes y por momentos caóticos conflictos ante el argumento primario). En este Episodio VII estos nuevos personajes cuentan con fuertes lazos con otros de la primera trilogía (Episodios IV, V y VI). Aquí los de mayor desarrollo son dos jóvenes: Kylo Ren, alto miembro del ejército de la Primera Orden, y Rey, chatarrera del planeta desértico Jakku.
El antagonismo que se expresan estos dos personajes a su vez genera un aura de atracción mutua. Lo expresan sus miradas cara a cara, con énfasis de Abrams en los primeros planos. No es un vínculo sentimental o amoroso, sino que, en esta búsqueda del contraste entre dos sujetos con distintas finalidades, recuerda con reiteración una clásica presencia melodramática de Disney en esta nueva Guerra de las Galaxias. Kylo Ren y Rey son interpretados por Adam Driver y Daisy Ridley respectivamente, quienes muestran lo mejor de sus actuaciones en las escenas que comparten o en soledad. No con terceros.
Kylo Ren se debe, directa e indirectamente, a dos referentes de su vida. Uno es a quien sucede, Darth Vader, mítico líder del Imperio de la primera trilogía. Esta es una figura que lo obsesiona desde su vestimenta hasta sus confesiones más íntimas. Su otro referente de peso es una de las mayores sorpresas de la película. Por otra parte, Kylo rinde cuentas a Snoke, líder supremo de la Primera Orden y personaje heredero del Emperador Palpatine de la primera trilogía Star Wars, con un llamativo parecido a Lord Voldemort (villano de la saga de las películas de Harry Potter, 2001-2011). Kylo, en su característica de representante del Mal y en su ambición de líder y de tomar responsabilidades, evoca una concepción del personaje shakespeareano, entre la meditación del individuo y los designios del Ser (Hamlet), y el acto clave del poder: la ejecución (Ricardo III).
Por su parte, la actriz Daisy Ridley es pura expresión como Rey, llamada a tener un papel destacado en la Resistencia ante la opresión de los invasores. Una interpretación certera, física y fotogénica con gestos que siempre expresan inquietud. Revela con claridad que su personaje también está en busca de un mentor. Los personajes de Kylo y Rey nos recuerdan su búsqueda de madurez a través de la experiencia. Es lo que a fin de cuentas los mueve, lo sepan o no.
En la historia hay otro personaje, también joven, que acompaña a la chatarrera Rey en su camino. Finn, el stormtrooper desertor, interpretado por John Boyega, que por momentos roza lo insoportable en un papel de bufón o como una especie de Sancho Panza intoxicado (o, siguiendo con la presencia de Disney en la nueva historia, como un irrisoria mezcla entre los carismáticos Timón y Pumba de El rey león -1994-). No se destaca en los recurrentes gags y en el elemento de humor e ironía que le atribuye el guion escrito a varias manos de Lawrence Kasdan, Abrams y Michael Arndt, heredero particularmente de la primera trilogía iniciada con Una nueva esperanza (Episodio IV, George Lucas, 1977). El veterano Kasdan fue, junto con Lucas, el guionista de las dos primeras secuelas de Star Wars (Episodio V y VI).
No tan joven, y con poco peso en la historia, aparece Poe Dameron, piloto de la Resistencia. Interpretado por un talentoso actor en crecimiento como Oscar Isaac (El año más violento; Show Me A Hero), para las pocas escenas en las que participa en 135' de metraje resulta un desperdicio.
A medida que avanza la película, Abrams comienza a deambular entre este "puente" de continuidad (que inicia con un notable gran plano general a una nave) y la idea de retomar la saga con una acumulación de referencias que pueden llevar a pensar al espectador si El despertar... no busca ser finalmente una remake total de la saga de ciencia ficción más popular que ha dado el cine. Un reto de ambición ante el paso del tiempo. Dos ejemplos evidentes: la inclusión de la escena en un antro que, sin sorpresas, recuerda la aparición de Han Solo en la cantina de Mos Eisley de la primera película; la presentación de un robot BB-8, sin decidirse en dejar en el pasado al histórico R2-D2. De todos modos, por su forma de narrar, Abrams, devoto heredero de Steven Spielberg desde sus series de televisión Alias y Perdidos, y ni que hablar con sus películas Star Trek y Super 8, conoce el factor de espectáculo extraordinario que requiere una maquinaria como Star Wars. El vertiginoso trabajo de montaje de Maryann Brandon y Mary Jo Markey, la cálida y colorida fotografía de Daniel Mindel (que rescata principalmente las influencias del western en el Episodio IV, Una nueva esperanza), y especialmente la presencia de la siempre magnífica música original de John Williams, funcionan en el cometido del director. Acción, aventuras, efectos especiales de avanzada, fantasía y comedia, esta última en la que en el guion del trío Kasdan-Abrams-Arndt se descansa en demasía, pero con acierto a fin de cuentas, en una figura como la del veterano Harrison Ford en el papel del rebelde cowboy del espacio Han Solo, siempre acompañado por el inefable Chewbacca (Peter Mayhew, a sus 71 años) y el Halcón Milenario. Por otro lado, los guionistas limitan dentro de la trama a un personaje predominante en la historia desde un comienzo: la princesa Leia, interpretada por Carrie Fisher. Otro desperdicio.
Con los créditos finales y el sonido de "La Marcha Imperial" de esta primera entrega de una nueva trilogía, Abrams ha apelado a lo fundamental: cumplir con el entretenimiento y no salirse de la línea de una mitología fuertemente estructurada con su gama de paisajes, diseños, construcciones, armamento, idiomas, criaturas y personajes arquetípicos. Un paso con cautela ante una nueva generación de espectadores y posibles fanáticos, sin jamás dejar de lado un aura de nostalgia. La importancia de una religión que supera lo audiovisual y que abarca desde seguidores cautos hasta groupies insoportables. En El despertar... el director prescindió de la densidad dramática que pueden llegar a dar los personajes de la historia, que encontrara su máxima expresión en la película más completa y compleja de la saga: El Imperio contraataca (Episodio IV, Irvin Kershner, 1980).
Sin Lucas como líder incuestionable del proyecto, una vez que en 2012 le vendió los derechos de su máxima obra a Disney, solo queda esperar que a Abrams y al resto del equipo la Fuerza los acompañe. Y la nave va: según el plan, Rian Johnson dirigirá el Episodio VIII y Colin Trevorrow el IX.
Mathías Dávalos
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias