ABBA, Anni-FridLyngstad: los bastardos de la ocupación Nazi

Michael Añasco

08.09.2021

El cruel castigo de Noruega hacia las «chicas alemanas» y sus hijos bastardos sufrieron la crueldad de los "civilizados" noruegos.

Lebensborn, es programa que se inició 1935 para brindarle hijos arios lo más puro posibles al III Reich, 9 de esos centros estuvieron en Noruega, incluso antes de la guerra. Allí se brindó asistencia social a sus madres en su mayoría solteras, alentó los nacimientos anónimos de mujeres solteras en sus hogares de maternidad y medió la adopción de estos niños por padres "racialmente puros y ''sanos '', particularmente miembros de las SS y sus familias.

No todo fue así, en la realidad fueron soldados del ejército alemán, y no las SS, los que dejaron la mayoría de 10.000 hijos tras terminar la guerra. Anni-FridLyngstad -Frida- fue uno de ellos.

Nació en Bjørkåsen (Ballangen), cerca de Narvik (Noruega), cinco meses después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, como resultado de una relación entre Synni, una joven noruega, y un sargento alemán casado, Alfred Haase. Al final de la Segunda Guerra Mundial, su madre y su abuela habían buscado refugio en Suecia por temor a represalias por parte de la población noruega, cuyo gobierno puso a muchos de los niños nacidos de padres alemanes en instituciones mentales o los mandó al extranjero. Synni murió antes de que Frida cumpliera dos años, por lo que fue criada por su abuela Arntine en Torshälla. Aunque no muy segura la información, Frida nunca se presentó con el grupo ABBA en Noruega, y rechazo el pasaporte noruego. Manifestó que muchos millonarios y colaboracionistas noruegos, faltaron a los juicios de Nurenberg. La historia le dio la razón: 6000 hombres noruegos se enlistaron en el Ejército Alemán y en la SS, acuartelados en Noruega. Muchos "hombres de negocios" se hicieron ricos con los Nazis. Agneta siempre se consideró sueca.

El 9 de abril de 1940 fue un borrón en la historia de Noruega. Aquel día, la Alemania nazi envió sus tropas hacia varios puntos de la costa del país escandinavo y comenzó una invasión. Los diarios no dejaban lugar a equívocos: «Los alemanes consolidan su posición en Noruega mediante nuevos desembarcos en Oslo, Bergen y otros puntos». Su finalidad, más allá del mero ansia de territorios, era hacerse con los minerales de hierro, pesada que eran tan necesarios para la industria armamentística y productos de alimenticios como el pescado que atesoraba la región.

Tras la huida del rey Haakon VII a Londres, así como de su gobierno, comenzó la triste época de la ocupación. Unos años en los que más de 300.000 soldados germanos se asentaron en un país que apenas sumaba tres millones de habitantes. Aquel ingente número de hombres era necesario para rechazar una posible invasión desde Gran Bretaña. A partir de entonces las tropas confraternizaron con la población y, como sucedió en muchas zonas de Francia, tuvieron amoríos con las mujeres locales. Para algunos simplemente fue una aventura, pero otros se casaron, y en no pocos casos, engendraron hijos.

La mayor parte de estas parejas, no obstante, terminaron su relación en mayo de 1945 cuando, tras la capitulación de la Alemania nazi, Noruega fue liberada. Lo que no sabían las mujeres locales que habían confraternizado con los germanos es que, para ellas, acababa de comenzar el infierno. Y es que, estas «chicas alemanas» (como las conocían sus compatriotas de forma despectiva) sufrieron unas severas represalias acusadas de haber traicionado a su país. Las medidas fueron drásticas y pasaron por detenciones, despidos, pérdida de sueldos y hasta maltratos físicos.

Entre 30.000 y 50.000 mujeres fueron condenadas sin juicio por haber mirado a los soldados nazis que ocuparon Noruega más allá del uniforme. Por haberse desnudado junto a ellos cumpliendo así el sueño del 'genetista en jefe' del Tercer Reich, Heinrich Himmler, capitán de las SS que quería reforestar Europa a base de brotes arios, mezcla perfecta de germano y vikingo. El cóctel de ADN ideal para Himmler, que consideraba diosas a las noruegas y animaba a sus hombres a mantener sexo con ellas como primera piedra sobre la que edificar el imperio de Hitler.

 

Barbarie y perdón.

Esta conducta había paso inadvertida en la historia, hasta que Agneta comenzó revelar su historia de vida a mediados de los 70s. El Centro Noruego de Estudios sobre el Holocausto y las Minorías Religiosas haya desvelado que entre 30.000 y 50.000 mujeres del país sufrieron represalias tras la Segunda Guerra Mundial, el gobierno noruego les ha pidió perdón en el 2007 más de siete décadas después. «En el período que siguió a la liberación, muchas chicas y mujeres noruegas que habían mantenido una relación con los soldados alemanes o eran sospechosas fueron víctimas de un trato indigno."Hoy, en nombre del gobierno, quiero pedir disculpas», (2007) afirmó la ex- primera ministra Erna Solberg durante un acto en conmemoración del 70 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

La mayoría de los afectadas no continúan con vida, ha creído necesario pedir disculpas a todas las mujeres que tuvieron que pasar por este tormento institucional. «Nuestra conclusión es que las autoridades noruegas violaron el principio fundamental de la regla de que ningún ciudadano puede ser castigado sin juicio ni condenado sin ley. Para muchas fue solo un amor adolescente; para algunas, el amor de su vida con un soldado enemigo o un coqueteo inocente que dejó su huella por el resto de sus vidas», recalcó.

Su opinión se sumó a la de la directora del Centro Noruego de Estudios sobre el Holocausto y las Minorías Religiosas, Guri Hjeltnes, quien ha incidido a su vez en que aquellas muchachas no colaboraron directamente con los nazis. «No podemos decir que las mujeres que tuvieron relaciones personales con los alemanes participaron en el esfuerzo de guerra alemán. Su crimen fue haber violado reglas no escritas y reglas morales. Fueron sin embargo castigadas de una forma mucho más severa que el provecho que sacaron de la guerra»,

No le falta razón, pues estas chicas pasaron por todo tipo de penurias. Para empezar, y al igual que hizo la Resistencia francesa con las mujeres que mantuvieron relaciones sexuales con los soldados alemanes afincados en el país, muchas de ellas fueron detenidas y rapadas. Otras tantas fueron llevadas a campos de prisioneros construidos expresamente para la ocasión; fueron privadas de sus empleos; tuvieron que asumir todo tipo de sanciones económicas y físicas por parte de las autoridades locales; perdieron su trabajo o, incluso, fueron expulsadas de Noruega después de que les fuera cancelada la nacionalidad.

 

Los hijos de la guerra.

Con todo, el caso de las «chicas alemanas» no es el único que ha levantado ampollas en el país. Otra de las injusticias más sonadas involucró a los hijos que estas mujeres tuvieron con los soldados alemanes, entre 10.000 y 12.000.

Estos pequeños fueron también blanco de las autoridades locales y, en los casos más extremos, fueron apartados de sus familias y reubicados en instituciones gubernamentales. El abuso que sufrieron hizo que un grupo de estos jóvenes demandara a su país el 2007 frente al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Con todo, su queja no fue admitida por la cantidad de tiempo que había pasado desde que ocurrieron los hechos.

Lo más preocupante es que muchos de estos niños nacieron en las «Lebensborn» («Fuentes de vida»). Unas guarderías que formaban parte de una institución fundada el 12 de diciembre de 1935 y cuyo objetivo era preservar la raza aria a través de los matrimonios de mujeres germanas (primero) y escandinavas (después) con miembros de las SS.

Así lo afirma David Rodríguez Luján en su obra «Las Mujeres, Alemania y el nazismo»: «A las "Lebesborn" podía acudir cualquier mujer embarazada siempre y cuando cumpliese con una serie de requisitos indispensables, como someterse a un reconocimiento médico para ver si cumplía con las exigencias físicas y mentales de la política nazi, someterse a un examen racial para comprobar la pureza aria y realizar un control ginecológico para ver si el feto estaba en perfectas condiciones». Con todo, otra de las condiciones indispensables era que el padre fuese un miembro de las SS o un ario que capaz de demostrar que no contaba con ningún antepasado judío.

La finalidad del programa era conseguir la expansión de la raza aria, aunque los miembros de la organización sentían predilección hacia los soldados de las SS. No en vano el creador de las «Lebensborn», Heinrich Himmler, declaró el 28 de octubre de 1939 que «cada hombre de las SS, antes de partir hacia el campo de batalla, debe dejar tras de sí la semilla de un hijo» del que «se encargarán las "Lebensborn"». A partir de entonces, se hizo popular el triste eslogan «He donado mi hijo al "Führer"»

 

Aunque en principio las «Lebensborn» eran organizaciones exclusivamente arias, la conquista de regiones como Noruega, donde se abrió la primera sede fuera del país, las extendió a otras regiones. Y es que, según la ideología nacionalsocialista, la población de estos países estaba íntimamente ligada a la germana por su ascendencia vikinga.

«Tras la invasión muchos soldados alemanes se habían casado con mujeres noruegas y habían engendrado muchos hijos. Las "Lebensborn" debían ayudarles, aunque ya tuviesen familia, puesto que todas las mujeres que recibían la ayuda firmaban lo que se denominaba "Eindeutschung" (germanización), un documento donde el hijo pasaba a pertenecer al estado alemán», añade el autor de «Las Mujeres, Alemania y el nazismo».

En palabras del mismo autor, en Alemania se abrieron 10 de estos centros y en Noruega nada menos que 9. Las cifras de recién nacidos en estas organizaciones es pareja, 8.000 a 10.000. El problema es que todos ellos fueron conocidos como «hijos del enemigo».

 

Otros casos.

La situación de las noruegas recuerda a la sufrida en Francia por las mujeres que mantuvieron relaciones sexuales con los alemanes, las llamadas «colaboradoras horizontales». Una vez que los aliados liberaron el país tras el Desembarco de Normandía, miles de ellas fueron vejadas por galos que, hasta ese momento, no se habían atrevido a enfrentarse al nazismo.

Durante la guerra, a menudo no tenían medios de sustento y su única esperanza de obtener comida para ellas y para sus hijos era aceptar una relación con un soldado alemán», explica el historiador Antony Beevor en su artículo «Un feo carnaval". Si bien en un primer momento los burdeles estaban vacíos, no tardaron en llenarse por completo. Las meretrices se expandieron. Más de 10.000 mujeres se convirtieron en prostitutas para sobrevivir los horrores de la guerra. Y la mayoría inmensa de sus clientes eran los nazis que habían humillado a su ejército y a su pueblo. Pero a medida que el sexo pago aumentaba, de la misma manera crecía el odio del resto de los franceses para aquellas que ofrecieran sus servicios al enemigo. No trascendió el caso de Noruega, quizá debido a que su liberación fue menos mediática. Un país de religión luterana no existió y no existen los prostíbulos. Hubo auténticos romances y casamientos entre ocupantes y ocupados.

 

Los orfanatos de los horrores.

Llegados al mundo en la hora de los vencedores, esos entre 10.000 y 12.000 niños padecieron un largo historial de vejaciones, al ser encerrados en casas de ciudadanos ejemplares o asilos como el de Trysil, situado al sur del país y cuyo infierno describe el periódico 'The Guardian'.

"En esa casa de los horrores a la que la mayoría iba a dar casi en pañales permanecían atados a las camas entre las cuatro de la tarde y las ocho de la mañana, inmóviles por orden de sus guardas, que no les permitían ir al baño y les obligaban a dormir muchos días sobre sus propias heces, según cuenta el diario británico. Hasta que por la mañana cesaba el toque de queda con un cubo de agua helada derramado sobre su cuerpo. Si vomitaban, se les obligaba a comer el propio desecho.

«Sufrieron abusos durante toda la vida. Les tachaban de bastardos alemanes, bastardos de Hitler, basura humana, retrasados mentales y quintacolumnistas. Aquello era puro racismo», contaba al diario británico Tor Brandacher, hijo de soldado austriaco destacado en Noruega,2005, cuando aquellos «hijos del diablo» reclamaron una compensación económica al Estado noruego por el infierno que habían padecido en la infancia y que desembocó en una vida empedrada de soledad, alcoholismo, depresión y desempleo.

Una indemnización que la Corte Europea de Justicia acabó rechazando en el año 2007 porque de aquellas crueldades hacía ya demasiado tiempo. Muchos niños de los orfanatos cruzaron la frontera hacia Suecia. Los que llegaron a los 18 años se marcharon de Noruega. La tasa de suicidios entre ellos fue alta. Es conocida la historia del niño que dejaron en una isla que servía como depósito de combustible. De mayor no soportaba el olor al cargar combustible para su automóvil. Opto por el suicidio.

6000 hombres de la SS acuartelada en Noruega al mando de Wilhelm Rediess y la colaboración de los nazis noruegos (que formaron su propia policía para colaborar con la SS).

 

Noruega no aprende.

Actualmente el país comenzó a retirar la custodia de los hijos, por cualesquiera antecedentes de sus padres. Jóvenes madres han perdido la patria potestad por haber consumido marihuana en su adolescencia.

Los partidos políticos de ultraderecha y filosofía nazi, ocupan el 24% de electores. Esto ha hecho que un país con falta de trabajadores sea el menos atractivo para emigrantes.

Debemos recordar el caso de Utoya.

Anni-FridSynniLyngstady por matrimonio Su Alteza Serenísima la princesaAnni-Frid de Reuss, condesa de Plauen.

 

Michael Añasco

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2021-09-08T11:57:00

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