Montevideo: Donde lo íntimo se convierte en Universal. German Mato Alves
16.12.2025
Montevideo es una ciudad ubicada en un enclave privilegiado. Posee una calidad de aire que muchas capitales del mundo envidiarían y una rambla excepcional: Un espacio dónde el deporte, el ocio y la contemplación conviven de manera natural. Es una ciudad para ser disfrutada, especialmente en primavera, cuando parece desplegar su mejor versión.
La importancia de la calidad de aire es fundamental para el disfrute, Montevideo no es la primera en el continente en el ranking, pero es privilegiada.
Cuenta con aproximadamente un millón y medio de habitantes, por este motivo es considerada una metrópolis. Montevideo presenta una población de marcada herencia europea, atravesada por un componente afro que le aporta ritmo, identidad, alegría y vitalidad. Es la ciudad de Galeano, Benedetti; del tango, la plena, carnaval, Ruben Rada, Jaime Roos, el candombe; del vino compartido en la calle, del Whisky Escocés con peces de hielo, de lo efímero, de la cerveza apoyada en el cordón de la vereda bajo luces de neon, de lo que dura. Destaca por una combinación singular de simpleza y complejidad, moderna y antigua, atravesada por una belleza cargada de autenticidad.
Uno puede enamorarse de Montevideo, pero ese amor necesita ser recíproco. Cuando el afecto va en un solo sentido, se vuelve tóxico: El amor siempre es de a dos, si un solo corazón es el que late, no hay eco que alcance. A Montevideo le gusta la gente humilde, la que avanza sin estridencias, sin bombos ni trompetas, saliendo de la oscuridad de a poco. Rechaza los estereotipos de belleza inalcanzable. No le gustan los soberbios, le gustan los poetas que la diviertan, las almas rotas.
En Diciembre, Montevideo puede ser implacable: El solsticio de verano sofoca, el viento escasea, el sol y el mar dominan la escena. La gente se estresa, se desborda, se pone intensa. Es un tiempo que invita a poner los pies en la tierra y salir a bailar, recorrer una feria, domar una fiera, enamorarse en una esquina, comprar un anillo, dar una vuelta de tuerca.
A primera vista, alguien podría pensar que se parece a alguna de sus ciudades hermanas argentinas, pero a cartas vistas es muy distinta, ni mejor ni peor, distinta. Que jodidas las comparaciones...
Montevideo es una metrópolis, aunque hoy las metrópolis también pueden pensarse como una suerte de "ciudades chicas", especialmente en territorios tan concentrados. Y esta idea merece ser explicada.
Montevideo y la hiperconexión
Si observamos a quienes habitan el sur de Montevideo a su vez nos enfocamos en grupos, algunos universitarias, otros no, veremos que conforman un grupo relativamente reducido. Algunos se mueven en el oeste, otros en el este, otros en la costa, otros pertenecen a distintos rangos generacionales. En definitiva, lo que construimos, compartimos y manifestamos ocurre casi siempre en espacios pequeños y delimitados. Es decir, lo que conocemos para nosotros es enorme, pero en definitiva, termina siendo un micro mundo.
Esto, sin embargo, no es exclusivo de Montevideo. Sucede también en grandes ciudades latinoamericanas como São Paulo, Buenos Aires o Bogota. La gente tiende a moverse en círculos pequeños. Pensar que todos transitamos espacios amplios y diversos es, en gran medida, una ilusión, generalmente quienes conocemos y nos conocen es un grupo muy reducido, pensar que somos conocidos por todos termina siendo algo que roza lo delirante, pero si es normal que en nuestra comunidades o donde habitamos nos conozcan o tengan referencias nuestras.
Entonces: ¿Cuál es la diferencia entre Montevideo y esas grandes megalópolis?
Montevideo está densamente aglomerada y, al mismo tiempo, todo queda cerca: El oeste del este, el sur del norte. Con la irrupción de las Redes Sociales y de aplicaciones como WhatsApp, esos círculos se volvieron aún más estrechos. No hace falta detenerse en los falsos relatos ni en la velocidad con la que hoy circulan, ni en lo sencillo qué resulta suplantar identidades o generar conflictos de gran escala en un espacio reducido, como si fuera un pueblo chico.
Hablamos de hiperconexión: De lo fácil que es dañar, de lo difícil que se vuelve conectar de verdad y con la verdad, de lo complejo que resulta construir o reparar una reputación en un entorno donde todo está interrelacionado y lo fácil que es destruir una reputación. La frontera entre lo privado y lo público se diluye; lo íntimo se expone, pero también se vuelve más manipulable, más susceptible de ser falseado. Estas son algunas de las tensiones más profundas en el hoy por hoy.
Pero si lo privado se vuelve público: ¿Qué relato privado es el que se escucha? ¿Uno, dos o todos?
Y si vamos a hacer de lo privado algo público: ¿Estaremos dispuestos, en un futuro, a colocar cámaras en nuestras casas, al mejor estilo 1984? Lo que hoy normalizamos en un lugar el día de mañana será ley para todos.
Vivimos cada vez más en una auténtica Aldea Global. Desde Montevideo es posible estar conectado con alguien en un país británico, y el idioma importa cada vez menos. No resulta extraño que un uruguayo pueda conseguir el teléfono de una figura de altísimo poder internacional a través de un contacto indirecto. La cercanía con cualquier ciudadano del mundo es hoy mayor que nunca, seguramente quien este leyendo esto tengo un amigo o el amigo de un amigo que tenga acceso directo o indirecto al contacto de Donald Trump.
Más ella de esto, siempre lo digo: Somos de dónde nos tratan bien. En lo personal, me considero ciudadano del mundo, no de una sola ciudad. Montevideo es hermosa, también lo son muchas ciudades europeas, brasileñas, argentinas, africanas, etc. Destaco y quiero a Montevideo porque nací aquí, estoy agradecido con mi ciudad.
A todos nos gusta ser queridos. Cuando uno quiere y admira, pero esa reciprocidad no existe, lo que se genera no es amor, sino rechazo. Incluso a Joaquín Sabina le ocurrió: Canto que fue un paria en París, lloro en Venecia, Buenos Aires lo mata y que por eso baja en Atocha, y se queda en Madrid.
Hay ciudades que nos quieren y otras que nos rechazan. Del mismo modo, nosotros también rechazamos lugares, personas y eso no nos convierte en malas personas, y cuando las personas no nos quieren y rechazan tampoco estas personas son malas.
Sin embargo, conviene enfatizar algo: El mundo es cada vez más un solo lugar y ya no muchos lugares. La defensa de la patria y de lo nacional hoy tiene sentido, aunque cada vez menos. ¿Seguirá teniéndolo en el futuro?
¿Qué ocurrirá cuando el Metaverso logre conectarnos a todos, cuando podamos disfrutar de Londres estando en Montevideo?
¿Cuándo un hombre comparta un café en Edimburgo y una mujer en Paris, sin ningún tipo de problema? Hoy ya pasa...
¿Qué pasará cuando la Torre de Babel se haya construido nuevamente y ya no queden idiomas?
¿Qué será, entonces, del mundo?
German Mato Alves es Licenciado en Relaciones Laborales y tiene posgrado en Ciencia Política.
Foto de portada: Del autor
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias